DESEOS EN EL AÑO QUE AMENAZA CON VENIR
POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
Por nuestros deseos, casi nunca inocentes, pagamos un alto precio y cuanto mayor es nuestro afán, más penalidades nos causa. El deseo suplanta la realidad y es más demoledor que el peor de los virus porque, en nuestro delirio, pretendemos ser dioses, o concejales, llámalo hache. Anhelaríamos las cosas con menos entusiasmo si supiéramos lo que vale un peine. Para vivir sin angustia es preferible beber los vientos por nada y aguardar por nadie. Al deseo, desordenado o no, hay que hacerle caso omiso, o destruirlo para satisfacerlo, porque es nuestro gran enemigo.
Dicho esto, cúmplanse vuestros deseos en el año que amenaza con venir, y Dios os ampare.