POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En un tris de retirarse del cartel, vi “No es mi tipo”, de Lucas Belvaux, con Émilie Dequenne en el papel de peluquera, buena actriz, cuyo físico recuerda a la infanta Cristina, y Loïc Corbery, del tipo aniñado de Anthony Perkins, menos bueno que la peluquera y que Perkins, que representa a un profesor parisino de Filosofía trasladado a un pueblín. Peli prestosa, con tres escenas algo largas: cuando la peluquera canta en una sala de fiestas y cuando esta pareja yace en la cama; nada se ve pero dan cascancia, es preferible una elipsis y mostrarlos fumando el pito post-coito; los polvos narrados desmerecen. Una historia kantiana, donde la pueblerina ama y el ciudadano se la cepilla con poco gasto, sin comprometerse, incluso con un punto de desinterés, que a ella hizo sentirse idiota, como el prota del libro de Dostoievski que él le regaló y ella leyó y entendió, deduje.
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