POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS).
nstitucionalizado el 30 de mayo como el Día de Canarias, para conmemorar el aniversario de la primera sesión del Parlamento de Canarias, celebrada ese día del año 1983, se ha conformado en unas celebraciones y un acto institucional que comenzaba hace ya cuarenta años, en 1984, con unos pocos actos institucionales en Las Palmas de Gran Canaria, pero que fueron muy significativos y pusieron los cimientos de esta celebración. Unos actos institucionales de los que, dos días después, se comentaba como «…Canarias celebró el miércoles el primer aniversario de su autonomía, en un día de fiesta cargado de actos que tuvieron su especial celebración en la capital de Gran Canaria, sede del Gobierno Regional…», mientras el «…pueblo de Tenerife se dio cita en la fiesta de Canarias que organizó en la avenida de Anaga el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife».
Con aquella conmemoración de un Estatuto que entonces reconocía una mayor autogestión del Archipiélago Canario dentro de España, también se formulaba la búsqueda y revalorización de las señas de identidad propias, históricas y tradicionales de esta comunidad, aquellas que, siglo tras siglo, generación tras generación, moldearon un ser y un sentir que llevan a un pueblo, como señalaba uno de los lemas de esta celebración años atrás, a pensar en «un mismo camino» en «un mismo sentimiento»; un sentimiento que también universaliza a las islas en la historia y en el presente, pues las primeras autoridades Canarias, a propósito de esa jornada, «…coincidieron en definir a las islas como puente cultural entre continentes…»
Hace cuarenta años los primeros actos institucionales del Día de Canarias tuvieron lugar la tarde noche del 29 de mayo, con un acto solemne en el Castillo de La Luz, donde el inolvidable arqueólogo y profesor Celso Martín de Guzmán pronunció un ‘Discurso en el Día de Canarias’ que no sólo no dejó indiferente a nadie, sino que plantó las bases de una nueva y actualizada reflexión sobre la historia de las islas. Si abrió su discurso con una delicada descripción del ambiente portuario que les envolvía gratamente, al proclamar como «En el crepúsculo atlántico junto a los viejos sillares de este castillo varias veces centenario, la historia hoy nos cita en un punto exacto de nuestra trayectoria histórica», enseguida puntualizó como la «historia de nuestro archipiélago, constituye un largo recorrido de más de dos mil quinientos años donde las vicisitudes, los hechos puntuales y los hechos estructurales han ido forjando la realidad de lo que hoy denominamos sociedad y pueblo canario».
A continuación, tendría lugar, en el interior del castillo, una también elocuente inauguración para esa jornada, la de la exposición ‘Héroes Atlánticos’ de Pepe Dámaso, con un magnífico catálogo que hoy se puede considerar una joya bibliográfica canaria.
Y es que, si nos retrotraemos a siglos atrás, cuando esa identidad, ese ser y sentir se fraguaba en la contingencia de la vida cotidiana insular, sometida a mil y una dificultades, en cuya superación se conformaba una personalidad y un especial carácter isleño, apreciaremos como incluso la defensa frente a un enemigo exterior común, la preparación permanente para afrontarla en cualquier momento, se convirtió en uno de los motivos que más aunaron a su población, al contribuir decisivamente a dotarla de un sentimiento de comunidad propia y definida del que carecía hasta aquellos momentos, al forjar unos ideales y un sentir frente a la adversidad que se han perpetuado a través de los siglos y de los isleños de todas las generaciones. Es el sentimiento de la llamada a la defensa de lo propio, a ser capaces de mantenerlo y salvaguardarlo ante apetencias exteriores.
El primer Día 30 de mayo abrió las puertas a sus celebraciones con la izada de las banderas de Canarias y de cada una de las islas delante del ya histórico Palacete de San Bernardo (que Canarias debe mantener en pie, como símbolo de su historia a partir de 1984), que fueron izadas por el presidente Saavedra Acevedo y por cada uno de los presidentes de los respectivos Cabildos Insulares. Luego tendría lugar lo que significaba una apuesta por el futuro, la entrega, en diversos centros escolares de la ciudad, de unos premios a los estudiantes con motivo del Día de Canarias. Por la noche, en el Teatro Pérez Galdós (el Auditorio entonces aún no existía) tendría lugar el primer acto institucional del Día de Canarias, que se celebró en dos partes. La primera en el salón Saint- Saëns, donde, ante una mesa presidencial magníficamente dispuesta y acorde al entorno diseñado por Néstor Martín Fernández de la Torre, y rodeado de los asientos de autoridades y personalidades de distintos ámbitos de la cultura, la ciencia o las artes, se entregaron los primeros Premios Canarias a Rafael Monzón en Bellas Artes, Domingo Pérez Minik en Literatura, José Pérez Vidal por sus trabajos sobre el acervo socio-histórico y al químico Antonio González González por su labor investigadora. De ellos destacó el mantenedor de este acto, el periodista Fernando Delgado, que son cuatro testimonios vitales de lo que la sociedad canaria necesita en su camino de progreso. Por su parte Jerónimo Saavedra destacaría que se trataba de «cuatro ejemplos para nuestra del futuro». La segunda parte sería ya en la sala principal del teatro, donde se ofreció un ‘Concierto Canario’ con obras de distintos compositores y épocas de las islas, y se presentó oficialmente el Himno a Canarias, del que era autores Juan José Falcón Sanabria en la música y el poeta Fernando García Ramos en la letra, que tuvo que interpretarse tres veces ante las insistentes ovaciones del público que abarrotaba el ‘Galdós’.
Ahora, 40 años después de aquellas primeras celebraciones institucionales, el día oficial de la Comunidad es ya mucho más que una fiesta institucional, ha pasado a ser vivencia de todos, celebración pública y privada con muy diversas formas y expresiones, pero todas buscando resaltar usos, modos y costumbres de una tierra que se siente feliz de poder celebrarse a sí misma dentro y fuera de sus límites isleños, pues no olvido las importantes actividades que los Hogares Canarios organizan en estos días, como las que se han celebrado, por ejemplo, en los de Madrid y Sevilla estos días.
Pero el Día de Canarias no puede quedar en ese día, en los días previos en los que se desarrollan diversos programas de actos culturales, deportivos, institucionales. El Día de Canarias debe extenderse por las sendas del conocimiento y comprensión del verdadero trayecto que ha conducido a sus gentes hasta aquí, no sólo desde 1984 y sus prolegómenos, sino a través de los cinco siglos de su historia moderna, porque sólo si se es consciente del verdadero origen de la conformación de la idiosincrasia y los modos y maneras que hoy moldean el ser y la esencia de lo canario, se podrá exclamar con el mismo gozo íntimo, perfectamente enraizado en lo más hondo de su intelecto, con el que Bartolomé Cairasco de Figueroa, el primer gran poeta de Canarias, allá por los últimos años del siglo XVI, ya exclamaba como: «Del cielo puso a parte lo más noble,/ del aire lo más puro y regalado,/ del mar lo menos bravo y más tranquilo/ y del terreno sitio los más fértil;/ de selvas lo más verde y apacible, de las flores lo más fresco y más suave, de fuentes lo más claro y cristalino, / de frutos lo mejor y más granado,/ del canto de las aves lo más dulce,/ de salud y vida la más larga,/ de los ingenios lo que más se acendra/ y de todos los temples el más sano».