Cuando Henry Dunant (1828-1910) observó en el campo de batalla de Solferino (1859) la sangría desencadenada entre tres ejércitos beligerantes –el austríaco de Francisco José I, el francés de Napoleón III y el italiano de Victor Manuel II– en el que fallecieron 40.000 soldados, sostuvo en su mente la idea de fundar una organización de voluntarios civiles de socorro, atención y cuidado en tiempo de guerra a los heridos en los campos de batalla, sin distinción de banderas, y en tiempos de paz, a los civiles más necesitados de la sociedad. Con ese pensamiento Dunant funda, en 1864 –en Suiza– el primer Comité Internacional de la Cruz Roja.
La misma cruz que la de su bandera suiza, pero invirtiendo los colores. Una historia que llega hasta nuestros días, historia que escriben cada día miles de voluntarios de todos los países del mundo allí en donde exista un ser humano necesitado de ayuda y socorro.
Ojalá hoy, en todas las guerras de este planeta, exista un momento de paz para que la Cruz Roja y la Media Luna Roja continúen realizando su labor humanitaria con mayores garantías, sin temor a balas y misiles.