POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Hoy es el «Día Mundial del Pan»; de ese pan-alimento que a tantos les falta y otros tantos «tiran a la basura».
Se está perdiendo la «cultura del pan de pueblo» y en su lugar nace la cultura de las especialidades «horneadas sobre la marcha».
Ya no decimos PANADERÍAS o TAHONAS, sino «Boutiques del pan»; no solicitamos hogazas ni «riches» (que así llamaban en Gijón a los panecillos individuales), ni «barres de a kilo o de a cuartu»… Ahora buscamos baguettes, chapatas… ¡qué sé yo!
Ya está casi en el olvido un pan como aquel que añoraba Azorín con la melancólica glotonería de las cosas puras: «Tengo vivo afecto al pan; evoco ahora todos los nombres tan españoles del pan de España: hogaza, molletes, rosca, libreta, telera…»
El pan de panadería de pueblo y el agua fresca de manantial son, al sentir de Azorín, «un lujo y una voluptuosidad».
Estamos en las «lluvias y fríos del otoño»; fechas estas que reclaman como «plato de cena» unas calientes y picantinas SOPAS DE AJO.
Humilde y modesto manjar, nacido del pueblo y para el pueblo (esto lo dirían los políticos del «black is black), las de SOPAS DE AJO son la consecuencia final del pan sobrante o «pan asentado», como también se dice.
Unas buenas sopas de ajo precisan de un buen pan de hogaza, fuego de leña y unas manos hábiles bañadas en calor de hogar pues, como escribió Horacio, «yo odio las manos inactivas; sembrad las rosas».
Yo, humildemente, las preparo así: «corto en lonchas pequeñas y muy finas (sopas) un trozo de pan asentado (de dos o tres días) de hogaza y, en agua con un poco de sal, les doy unos hervores. Mientras tanto, en sartén con aceite de oliva, preparo un sofrito con ajo abundante, cortado en láminas, y pimentón agridulce (extremeño de La Vera).
Agrego el sofrito a las sopas y, a pleno hervor, escalfo uno o dos huevos en ellas. Las sirvo, muy calientes, en cazuela o en cuenco de barro.
Pues eso: comprueben que para las cenas de días grises nada mejor que las rosas rojas de estas sopas formando ramillete con las otras de la amistad y del amor. ¡Este Horacio….!