POR APULEYO SOTO PAJARES, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
Por faltar sacerdotisos
adecuados y precisos
a la hora de rezar,
se imponen las diaconisas,
mas las capillas remisas
al feligrés ejemplar
no quieren que oficien misas
ni se desplacen con prisas
las féminas a otro lugar.
Diáconos pide la Iglesia,
pero no su sinestesia
femenina singular.
Habremos de estar sumisos
a los doctores asisos
(de Asís se debe inferir)
que comparten, circuncisos,
temas, gustos, dogmas, pisos
con el Papa argentiní,
además, Francisco, sí.
Lo de las claras clarisas
suplantando al varonil
oficio de decir misas
¿aumentará a… cinco mil?
Esperemos a que el clero
deje de ser el primero
manejando aguamanil,
cíngulo, estola y sombrero.
Ya no sé cuántos avisos
buenos, malos, llanos, lisos…
le han llegado al Vaticano.
En vez de misacantano
diremos diaconisiana,
vete a ver lo que mañana
cambiará el rumbo cristiano.
De profeta…, ni la gana,
que es que en esto soy profano.
Pero qué bueno sería
que la Iglesia, Madre mía,
se implicara más y más
en dotarlas de monjía
y de gente pía, pía,
que no da ni un paso atrás.
De ellas Bergoglio se fía.
¿Y por qué no los demás?
Paciencia, y a estar al día.