POR JOSÉ SALVADOR MURGUI. CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
Hoy sigo transcribiendo el documento escrito en 1906, por el alumno citado de la Escuela Pública de Niños de Casinos: Crescencio Rodilla, nacido el 10 de marzo de 1891, en el que narra la segunda parte de la excursión: visita a Sagunto y regreso a Casinos:
«A la mañana siguiente, después de enseñarnos todas las dependencias del colegio, salimos de él muy complacidos y nos dirigimos a ver Valencia. Esta, está situada en llano, rodeada de una huerta deliciosa, a orillas del Turia, sobre el que hay cinco puentes. Su fundación es antiquísima: conserva vestigios de la época de los romanos y de los árabes. Dominada alternativamente por aquellos y los cartagineses, y después por los godos, cayó a principios del S. XVIII en poder de los sarracenos, quienes la poseyeron hasta el año 1096 en que la conquistó el Cid.
Visitamos la catedral que es un edificio notable, construida en el mismo sitio que ocupaba la mezquita de los árabes, de estilo gótico por fuera y de estilo compuesto en el interior., con profusión de mármoles y jaspes. La cúpula tiene en sus ventanas en lugar de cristales piedras transparentes y su torre que tiene una elevación de 65 metros de forma de prisma octogonal regular, es preciosa.
Después visitamos la Capilla de la Virgen de los Desamparados, de figura elíptica en su interior, con un cimborrio y pinturas al fresco de Palomino. Tiene un precioso camarín de jaspe, y mármoles done está colocada la imagen original, que venera por su patrona la capital y la provincia. Esta imagen conserva muchos y valiosísimos regalos entre ellos un reloj de bolsillo del Rey Amadeo de Saboya, un bastón de mando de Alfonso XII y otro bastón del Rey actual.
Desde allí nos fuimos a la Universidad, vimos en ella algunas aulas, el Paraninfo, la iglesia y la biblioteca, examinando detenidamente el Museo de Historia Natural, que es de los más completos que hay en España, porque tiene desde la ballena hasta el insecto más insignificante. También vimos el observatorio meteorológico.
Marchamos, después de almorzar en el claustro de la Universidad, a ver el cocodrilo disecado del colegio del Patriarca e inmediatamente como faltaban 3 horas para salir el tren que nos conducía a Sagunto, nos fuimos al grao. Vimos el muelle, buques mercantes, bergantines, lanchas pescadoras y Salva-vidas, la playa de Nazaret y la desembocadura del río Turia, regresando apresuradamente a tomar el tranvía que nos condujo a la estación de la catedral de Aragón. A los diez minutos de llegar a esta, salimos ya en el tren, eran las quince y diez minutos. Por el camino vimos muchos pueblos y caseríos, y cerca ya de Sagunto, vimos desde el tren a la izquierda y en el ángulo que forma la carretera de Barcelona y la de Teruel, el árbol histórico debajo del cual el General Martínez Campos proclamó Rey de España a Alfonso XII, padre de nuestro soberano.
Sagunto= Es una ciudad cabeza de partido judicial, situada en el cerro a siete kilómetros de la costa. Siendo colina de Roma; la conquista por los cartagineses, sirvió de pretexto para la segunda guerra púnica. Sus moradores después de agotar todos sus víveres por el largo y tenaz sitio, prefirieron entregarse a las llamas, que caer al poder de los sitiadores, dando con ello una página de gloria a nuestra nación.
Nos trasladamos al castillo construido por los romanos y aumentando en obras por los moros; el puente levadizo, las almenas y casi todos sus muros dan noción esparta de lo fuerte e inexpugnable que en su época sería. De lo alto del castillo pudimos apreciar perfectamente y a simple vista la figura del semicírculo que ostenta la costa en el mar, formando el golfo de Valencia.
Luego pasamos al Teatro Romano que solo conserva medio circo y las galerías subterráneas, muy destruidas por la acción del tiempo y por las manos de los ignorantes. Allí, remontándonos en el pensamiento a la época de los romanos, contemplamos el objeto para que se edificó, siendo éste la bárbara e inhumana fiesta de las juntas y torneos. Después meditamos también como sirvió de pasto a las fieras, en él depositadas, la carne humana de los cristianos que no queriendo renegar de la fe de Cristo, recibían con alegría la palma del martirio, atestiguando con sus vidas la verdadera religión.
De modo, que, sentados desde una grada del circo, permanecimos más de media hora contemplando en nuestra imaginación, como si viéramos en el redondel la lucha de los fornidos gladiadores que se golpeaban con brazo fuerte y sin compasión, y después de la larga lucha no se decidía la victoria por ninguno de ellos, pasan después a buscar la decisión continuando ferozmente dentro del agua, para ahogarse, ya que matarse a golpes no podían. Tal hacían las bestias humanas por conquistarse el triunfo brutal y el halago de su soberbio dueño y señor.
Horrorizados, también, parecíamos ver salir de las galerías subterráneas al hambriento león que con rugidos aterradores y su mirada amedrentadora, hacía presa con sus garras y su armada boca hasta devorar los cuerpos de los mártires del cristianismo.
Como terminaba ya el crepúsculo vespertino, bajamos a la población y nos trasladamos al río Palancia, que toca las paredes de la ciudad por el punto norte de la misma. Allí comimos, bebimos y descansamos una hora, y luego nos internamos en la Plaza de la Glorieta y sentados en el banco de piedra, presenciamos el paso de la procesión, la cual, es en Sagunto de las más solemnes que en Viernes Santo se celebran en España.
Tan pronto terminó la procesión, nos fuimos al tren y regresamos a Valencia a las 11 de la noche y pudimos ver una sesión de cinematógrafo y nos acostamos.
Al día siguiente a las cinco de la mañana, ya estábamos en pie y desde esta hora, hasta las cinco de la tarde en que salimos en el tren para Liria, visitamos la Lonja de la Seda, torres de Serrano y Quart.
El teléfono que cada niño sostuvo una conversación en Catarroja, con el aparato dicho; vimos la habitación en la que murió San Luís, una máquina de escribir moderna, llamada Remington; nos sacaron fotografía del grupo y examinamos la máquina de Daguerre, visitamos el jardín botánico; el matadero público, la cárcel modelo, el colegio de Boix, cuyo director D. Esteban Esteban nos convidó a tomar chocolate y nos enseñó cuantos adelantos contiene su moderno establecimiento.
Por último visitamos la casa de Beneficencia, en todas sus principales dependencias.
Por fin nos encaminamos a la estación y regresamos a está llegando a las once de la noche a casa, muy contentos y sin incidente desagradable alguno que mencionar en todo el viaje.
Solo me resta dar las expresivas gracias a la M. I. Corporación Municipal y en particular al Sr. Alcalde D. Juan Manuel Murgui y a D. Vicente Rodríguez que mayor esfuerzo han hecho en beneficio de nosotros.
He dicho
Crescencio Rodilla.»