POR JOSÉ SALVADOR MURGUI ES CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
Terminó la cuaresma, aquella que empezó en el invierno. También pasaron las fallas, esa fiesta que unos años se junta con semana santa, o se mantiene en la distancia. Atrás quedó la semana santa, tan esperada para celebrar la pascua, la fiesta, las vacaciones y siempre el remate de estas fiestas es el lunes que celebramos los valencianos la fiesta de san Vicente.
Este año, ha pasado como la canción, «todo quedó en el olvido » pero el invierno dejó paso a la primavera, la luna llena iluminó las noches del 9 y 10 de abril, el agua de lluvia nos empapó casi todo el mes, el ciclo de la vida sigue imparable, como si nada ocurriera y sin que nada lo detenga.
Martes día veintiuno de abril, empieza el último trimestre escolar, las mañanas cortas y las tardes eternas, el día es largo, el sol alumbra impaciente todas las horas que abraza su vuelta para que los niños, las madres, los ancianos puedan disfrutar del rey de los astros. Los libros de texto son la meditación diaria de los estudiantes; las aficiones quedan relegadas en un segundo plano, los días pasan al ritmo que marcan las manecillas del reloj.
A la hora de escribir esta hoja del diario, recuerdo los meses de mayo de las Bibliotecas Universitarias, las noches en vela estudiando, el ritmo frenético de las horas. Pero el trimestre que hoy empieza es diferente, tan diferente que nos hemos olvidado de las fiestas, los ojos miran con incertidumbre el próximo curso, este año puede estar todo aprobado o suspendido, aunque sigue en el aire pendiente de madurar. Mientras tanto el reposo en el hogar ayuda a que los días pasen con mayor rapidez.
Parece que los aplausos no se oigan tanto, las músicas pasaron, y el día a día es el que tiene que marcar los momentos. El luto, sigue siendo el presente. En este momento se pueden unir dos generaciones: el futuro que son nuestros jóvenes y el pasado que son y somos los más mayores. No entiendo de curvas ni de picos, tampoco soy el poseedor de esa varita mágica que pueda en un segundo solucionar el problema, soy un espectador más, como cada uno de vosotros que cada día siente y sufre la ausencia de los que se van.
Hay un denominador común que es el silencio. Hay un hecho que jamás debemos olvidar que es el respeto. Sí, el respeto que merecen nuestros jóvenes, y el respeto que merecen nuestros mayores. Asociaciones de jubilados, de amas de casa, de personas que lo han dado todo en la vida, que hoy el silencio a todos envuelve. Los que vienen a la vida y merecen tener un mundo de justicia, de verdad, de progreso. Los que se van, que se lo merecen todo de nosotros, porque ellos lo dieron todo por nosotros.
Muchos mensajes de homenajes a nuestros mayores, muchas frases pronunciadas en verdad sobre la vida que tuvieron, para que la nuestra fuera mejor que la suya, muchos testimonios escalofriantes y necesarios para valorar quienes fueron y que nos dieron, pero la amarga realidad es que se van en silencio. Los perdemos, se nos pierden… nos dejan y se van.
Un gran amigo me llamó ayer, su madre de edad avanzada la había tenido que ingresar. Con todas las medidas de seguridad, con todo lo que marca el protocolo sanitario, con todo, con todo, pudo verla medía hora, pero seguramente el pronóstico era de gravedad severa. De nuevo el silencio envuelve el momento, solo los recuerdos son el más eficaz medicamento para tranquilizar la conciencia, seguramente la película de la vida, como aquellos carretes que guardaban las treinta y seis fotos para revelar, será el recuerdo que desde la distancia podrá custodiar en estos momentos. Las silenciosas lágrimas, sellaran esa espera en soledad.
En verdad no hay palabras, en verdad no sé cuál es el remedio para superar este momento. La realidad es la verdad que estamos viviendo. «Aprender sin reflexionar es malgastar la energía», es una frase de Confucio, de esas que me gusta para pensar y meditar, que se puede aplicar a esta situación que vivimos.
¿Hemos reflexionado para aprender, o ni hemos aprendido ni reflexionado? No es buena cosa malgastar la energía, la energía se necesita para vivir, para salir adelante, para luchar; la energía se necesita para superar el silencio, respetar la dignidad y la memoria de los seres que hemos perdido, la energía es el motor para afrontar los estudiantes, los jóvenes que vienen ahora al mundo y nos empujan, el último trimestre del curso escolar y universitario 2019-2020 que es el que está marcando el ritmo de nuestras vidas.