POR JOSÉ SALVADOR MURGUI. CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
Veo en el diccionario cuando nos habla de la Prudencia que dice: «Capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios.»
La prudencia es la cualidad, la virtud que debíamos disponer todas las personas que nos llevara a actuar y conducirnos en la vida con suma precaución, reflexión, concentración mental, para evitar el posible o gran daño o consecuencias negativas por un obrar anticipado e intempestivo.
Son tres virtudes, la que hoy debemos tener en mente, Prudencia, Paciencia y Perseverancia, tres palabras mágicas, que si aplicáramos en muchos momentos de la vida, ésta sería más fácil de llevar y de vivir.
Atrás quedó el mes de marzo, aquella noche triste del once de marzo donde ya empezó por prudencia el acabar con las fallas, ¡que tristeza para todos! Adiós al mes de marzo. Un catorce de marzo por la noche se confirmó el confinamiento, y a partir de ahí, las malas noticias se desencadenaron, las muertes aumentaron, las curvas nos arrollaron y la vida quedó plasmada en una sola frase: «yo me quedo en casa».
Pasó marzo, abril, mayo, y estando a lunes 18 con un sol luminoso y espectacular, podemos salir a la calle con mascarilla y precaución, ya podemos tomar café en el bar, ir a comprar, movernos con cierta movilidad, pero lo que jamás debemos perder de vista, es el posible riesgo en el que podemos caer.
Seamos positivos, seamos consecuentes, aportemos valor a esta «tullida» sociedad, a esta ya precaria economía, y si entre todos hemos conseguido seguir vivos, a ver si es posible entre todos volver a la normalidad. Normalidad que ha marcado nuestras vidas, normalidad que dejó en su momento de ser normal, y normalidad necesaria para vivir.
Jamás se podrá borrar de nuestra mente y de nuestro corazón, la tristeza de la muerte, de la soledad de los hospitales, residencias jamás podremos olvidarnos del esfuerzo de nuestros sanitarios, médicos, todos lo que han hecho lo indecible por salvar vidas contemplado ese dolor y esa angustia que acompañó ciertos momentos en su vocacional trabajo.
Tampoco se puede pasar por alto el trabajo de todos aquellos militares, voluntarios, trabajadores, personas de bien, que han estado fieles a su trabajo, a sus principios, a sus ideales, dándolo todo para seguir adelante. Lo mejor de todo esto, es que aún quedan buenas personas, aún hay gente entregada y afortunadamente aún quedan personas con vocación de servicio.
Hoy es el día de mirar adelante poniendo en valor estas tres virtudes, pero también es día de volver la vista atrás y no olvidar desde los niños más pequeños hasta las personas más adultas. De pensar en silencio el mal o el bien que «esto» nos ha reportado, de pasar cada uno de nosotros ese examen sencillo donde veamos, si hemos aprendido la lección, y si es que la hemos aprendido ¿cómo la vamos a poner en práctica a partir de hoy?; si por el contrario, hemos pasado el mes de marzo, abril, y casi todo mayo, envueltos en los sayales del odio, la envidia, la vanidad, la imprudencia y todo aquello que nos aparta de ser un poco mejores, personalmente pienso de poco ha valido este duro confinamiento.
Hoy es el día de la prudencia y de la perseverancia, hoy es un día nuevo. ¿Sabremos aprovecharlo? Por lo menos sepamos ser agradecidos con el mundo, hoy es un día especial. ¡Con todo mi afecto os dedico un abrazo virtual a todos los lectores!