“LA ATALAYA DE CANTALOJAS ES MUY SINGULAR AL ESTAR CONSTRUIDA CON PIEDRA DE LA ZONA”, CONFIRMA EL CRONISTA PROVINCIAL DE GUADALAJARA, ANTONIO HERRERA CASADO
Guadalajara es tierra de fortalezas. Muchos de sus pueblos cuentan con un complejo de estas características. Entre los más conocidos, los de Sigüenza, Galve de Sorbe, Torija, Jadraque o Molina de Aragón, cuya alcazaba se alza como una de las más grandes de España. Sin embargo, existen otros ejemplos menos conocidos. Y no por ello, irrelevantes. Todo lo contrario. Cuentan con un gran interés.
Y para muestra, un botón. Muy pocos saben que Cantalojas tuvo un castillo. Así, como suena. Se emplaza en las cercanías de la localidad, sobre un montículo a los pies del río Sorbe. El complejo arquitectónico tiene un gran atractivo. Y no sólo por su antigüedad –en su aspecto actual fue levantado en el siglo XII–. También por su tipo constructivo. Esta fortaleza roquera se levantó con pizarra, un material extraño en inmuebles del mismo estilo.
Por tanto, Diempures –que así se llama el edificio– se constituye como un ejemplo único. Hay que tener en cuenta que no muy lejos de allí –en línea recta– se ubican localidades como Majaelrayo, Robleluengo o Campillo de Ranas. Todas ellas, incluidas en la «Arquitectura Negra», donde se emplean estas rocas metamórficas. “La atalaya de Cantalojas es muy singular al estar construida con piedra de la zona”, confirma a ‘Henares al Día’ el cronista provincial de Guadalajara, Antonio Herrera Casado.
Sin embargo, esto no le resta ni un ápice de excepcionalidad. Sobre todo a nivel nacional, ya que se constituye como uno de los pocos ejemplos del país en los que se observa la pizarra como material de trabajo. Una característica que no sólo se observó en la torre vigía del complejo. También en la muralla perimetral que rodeó al mismo.
No obstante, en la actualidad sólo se conservan algunos restos de lo que fue la construcción. Más concretamente, una de las puertas de acceso –la que se abría al norte–, así como diversas partes del muro oriental. “Diempures es la mínima ruina de lo que fue. Se constituyó como un castillo/atalaya situado en el límite noroeste del territorio del Común de Atienza”, señala Antonio Herrera Casado.
De hecho, el periodista Javier de Lorenzo asegura que el complejo aparecía en el Fuero atencino. Una opinión que es compartida por Antonio Herrera Casado. “Las ruinas actuales se corresponden con el legendario castillo de Diempures que se mencionaba en dicho documento histórico. Se describía como lugar limítrofe entre los territorios forales y comunales de Atienza, Sepúlveda y Ayllón”, explica el cronista provincial en «Guía de campo de los castillos de Guadalajara».
Y aunque los restos que se observan actualmente son medievales, los orígenes de la fortaleza se pierden en la noche de los tiempos. De hecho, en el lugar también pudo existir una plaza árabe. Así lo confirma Herrera Casado en su artículo «La Marca Media de Al-Ándalus en tierras de Guadalajara», publicado en 1985. “Una vez repasadas las ciudades, fortalezas y torreones vigías [de la Marca Media de Al-Ándalus] sobre la línea del río Henares, hemos de terminar considerando la existencia de otros puestos de vigilancia, más aislados, sobre los valles de los ríos serranos”, aseguraba el especialista.
En este sentido, Herrera Casado relataba algunas de las torres andalusíes existentes Sorbe arriba. Entre ellas, las que hubo en el actual municipio de Galve o en Cantalojas, en el emplazamiento que –posteriormente– ocuparía Diempures. Del primer ejemplo aún se mantienen los restos del posterior castillo de los Estúñiga, mientras que en el segundo se observan los vestigios de pizarra construidos sobre el complejo árabe. “Quedan simples paredones que otean el valle”, añade el cronista provincial.
En cualquier caso, la historia de Diempures habría comenzado antes de la llegada de los árabes. Algunos especialistas aseguran que –en el lugar– pudieron asentarse poblaciones más antiguas. Así lo expresan Herrera Casado o el tristemente fallecido José Luis García de Paz, quien –en su libro «Patrimonio desaparecido de Guadalajara»– se hacía eco de la posible existencia de un “castro celtíbero” en el emplazamiento.
La relevancia de la ley
Sea cual sea su germen inicial, lo cierto es que Diempures cuenta con una gran historia a sus espaldas. Un devenir que –además– se encuentra enriquecido al constituirse como una de las escasas fortalezas a nivel nacional construidas a base de pizarra. Por tanto, nos encontramos ante un ejemplo único, a pesar de los mínimos restos que se observan actualmente.
Precisamente, debido a su relevancia arquitectónica, se debe hacer un esfuerzo para su conservación. Una obligación que, además, se encuentra tipificada en la legislación. Y lo está desde el 22 de abril de 1949, cuando –a través de un decreto– se quiso conservar la totalidad de las fortalezas del país.
“Todos los castillos de España, cualquiera que sea su estado de ruina, quedan bajo la protección del Estado, que impedirá cualquier intervención que altere su carácter o pueda provocar su derrumbamiento”, se indicaba en el artículo 1 del mencionado decreto. Una limitación que se estableció para evitar “los abusos que aceleren su ruina”, según se explicitaba en la exposición de motivos de la mencionada disposición.
Esta aseveración se confirmó y reforzó bajo el primer mandato de Felipe González, tras la aprobación de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. “Se consideran –asimismo– de Interés Cultural (BIC), y quedan sometidos al régimen previsto en la presente Ley, los bienes a que se contraen los Decretos de 22 de abril de 1949”, se indicaba en la disposición adicional segunda de dicha normativa.
Al mismo tiempo, se adoptaban medidas concretas a favor de la preservación de todos aquellos monumentos que fueran declarados BIC, como fue el caso de los castillos. Por ejemplo, los propietarios tendrán que permitir y facilitar la inspección de estos complejos por parte de los organismos competentes; así como su estudio por parte de los investigadores; y de su visita por parte de de la ciudadanía.
En este sentido, es cierto que el castillo de Diempures es de acceso público. Sin embargo, su estado actual requiere una mayor atención. Se debe rescatar del olvido. “Se encuentra en ruinas, aunque no son progresivas, al no sufrir atentados habituales. En este caso, no precisa medidas añadidas de protección, sino concienciar a la sociedad de su existencia y relevancia, para que no se deteriore”, explica Antonio Herrera Casado.
En consecuencia, este castillo ha de conservarse, debido a su luenga historia y a su singular arquitectura. Además, hay que divulgar su existencia entre la ciudadanía. Guadalajara no se puede permitir la desaparición de una nueva atalaya o que las existentes caigan en el olvido. La provincia cuenta con un rico y variado patrimonio que debe promocionarse, para que sea conocido por todos. De esta forma se podrán evitar sucesos como el ocurrido hace unos años con la Torre de Séñigo, en las cercanías de Sigüenza, que desapareció tras un derrumbe.
Porque como dijo el dramaturgo Jacinto Benavente:
«Una cosa es continuar la historia y, otra, repetirla»
Fuente: http://henaresaldia.com/ – Julio Martínez