POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
En febrero de 1905, comenzó a ejercer su profesión de farmacéutico Francisco de Paula Díaz y Burgos, con título expedido el 18 de septiembre de 1895.
El 16 de agosto de 1905, en agosto, empezaba su andadura farmacéutica Juan Alonso Ruiz, natural de Dolores, que adquirió de su compañero Francisco de Paula Díaz Burgos la propiedad de la farmacia establecida por éste en la casa número 29 de la calle Empecinado –hoy llamada de Patricio Pérez- y que estaba abierta al público desde el 20 de febrero de ese mismo año.
Desde 1901, se encargaron de los cuidados de los enfermos del Santo Hospital de Caridad las Hermanas Carmelitas Teresianas, manteniéndose, entre otros ingresos, lo cobrado a los feriantes por la instalación de sus casetas en el paseo de Vista Alegre, recaudando a principios del siglo XX una cuatrocientas pesetas por temporada. Medida ésta bastante criticada por los comerciantes locales, en especial al propietario del ‘Bazar Sala’, que en aquellas fechas era el equivalente a un gran almacén tipo ‘Corte Inglés’.
El quince de enero de 1908, llegó a Torrevieja, acompañado de sus hermanas, Asunción y Adela, el doctor y cirujano César Cabañes y Caballero. De gran prestigio en la villa. A pesar de que el notable cirujano vino a descansar, por su extremada bondad hizo varias operaciones, algunas importantísimas, casi todas a individuos pobres y sin interés alguno. Esta virtud de hacer el bien a la humanidad indigente lo hacía resaltar como un verdadero filántropo.
En ese mismo mes, la Junta del Hospital de Torrevieja quedó constituida por Pedro Samper Serrano, administrador; Dostepiany Torres, tesorero; Manuel Cánovas Torregrosa, secretario; Pedro Ballester, vicesecretario; y los vocales Pablo Lozano Ballester, José Inglada García, José Cuenca Andreu, Justo Montesinos Alcaraz, Gerónimo Torregrosa Sala, y José Gómez Alonso. Todos destacados seguidores del político local Joaquín Chapaprieta Torregrosa.
Que duda cabe que la salud se cuidaba en Torrevieja, máxime si estaba en peligro la venida de veraneantes en los meses de julio y agosto. Para salvaguardar la temporada estival, que tanto beneficia y satisfacía a gran parte de la población, el secretario del Juzgado de la villa, José Langucha, a principios de julio de 1908, dirigió al director de ‘El Liberal’ el siguiente parte para tranquilizar a las familias de huelgas preparadas para pasar en estas playas parte del verano:
“Señor Director de ‘El Liberal’.
Deseando desmentir falsas noticias que sobre el estado de la salud pública en esta villa se han propalado, me dirijo a usted, remitiéndole los siguientes datos:
Desde el mes de Enero a Junio del corriente año, se han verificado en este Registro Civil ‘ochenta y tres’ inscripciones de defunción, las cuales corresponden a los meses siguientes:
Enero: 20. – Febrero: 14 – Marzo: 13 – Abril: 9 – Junio: 11.
De estas ochenta y tres defunciones son: 4 de viruela, o sea una en el mes de Febrero, 2 en el mes de Abril y una en Junio, haciendo presente que dos de ellas han tenido lugar en las afueras de la población, siendo los atacados de familias mendicantes que tuvieron que refugiarse en unos ventorrillos por venir ya enfermos.
También he de hacer presente que desde Enero a 30 de Junio de 1907 se registraron en esta villa ‘ciento ocho’ defunciones o se ‘veinticinco más que este año.”
Como se ve por los anteriores datos, el estado sanitario en Torrevieja era inmejorable. Bastando, con la elocuencia irrebatible de los números, destruir las falsas noticias que se habían propagado. Únicamente añadir, que uno de los veraneantes en Torrevieja en 1908 fue el doctor Mariano Ruiz Cánovas acompañado de su familia, director de la ‘Casa de Salud de Nuestra Señora del Carmen’ en la playa del Salaret, que pasó a llamarse desde entonces ‘playa de los Locos’.
La excelente salubridad que se gozaba en1909 en la villa de Torrevieja queda reflejada en el registro del juzgado, viendo que desde el 28 de abril hasta el 5 de junio no hubo ninguna defunción. Un pueblo con 9.000 habitantes y 36 días sin morirse nadie. Al mes siguiente, en julio, unos jóvenes dieron una función benéfica a favor del Hospital de Caridad. El único incidente de cierta relevancia en aquel verano fue la caía del médico Miguel Serrano al tener la desgracia de dar una caída en el cinematógrafo, fracturándose un brazo.
Resaltar de 1909 la visita a Torrevieja del sabio médico Santiago Ramón y Cajal, a donde llegó el 25 de agosto, y que tres años antes, en 1906, había obtenido el Premio Novel en Medicina por descubrir los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas, una nueva y revolucionaria teoría que empezó a ser llamada la “doctrina de la neurona”, basada en que el tejido cerebral está compuesto por células individuales. Destacar también que en septiembre fue nombrado interinamente médico director de la sanidad marítima el médico Francisco Escribano, pasándose a hacerse cargo de la misma, en marzo de 1910, Enrique Marín López.
El médico Francisco Escribano R. de Mondada, procedente de Argamasilla del Alba (Ciudad Real), expedía “igualas”, es decir, pagos mensuales de cinco pesetas que garantizaban a las familias de un servicio de atención médica excluyendo de ese contrato la asistencia en “partos, consultas, visitas extraordinarias suplicadas, operaciones quirúrgicas, enfermedades venéreas, sifilíticas y de la matriz”. Es decir, unos servicios muy limitados.
En aquellos años son muy numerosas las personas que vienen a restablecer su salud a Torrevieja. En febrero de 1910, llega para pasar una temporada en la población la hija de político conservador murciano Isidoro de la Cierva, acompañada de su madre, cuya salud se hallaba bastante quebrantada.
Destacar en aquellos años el Santo Hospital de Caridad, establecimiento benéfico adquirido por donación de su fundador, el cura párroco Francisco Sarrió, situado en las calles Chapalangarra y Torrijos –hoy llamadas Blasco Ibáñez y Azorín-, ofreciendo so amplias y decorosas fachadas al mediodía y poniente. Constaba de una planta baja y un piso en alto con muchas ventanas y balcones por donde pasaba ampliamente la luz y el aire, ofreciendo inmejorables condiciones al aseo y la higiene, cualidades tan precisas en estos lugares.
Disponía de una bonita capilla al cuidado de las Hermanas Carmelitas desde 1901, así como también un colegio de niñas, también exclusivamente a cargo de las citadas hermanas, que por la esmerada educación que en el colegio se recibía, asistían a él numerosas discípulas de las familias más distinguidas.
Contaba también el hospital con dos espaciosos salones, que tenían ocho camas cada uno; habiendo además una amplia sala de cirugía con caja de instrumentos, sin faltarle de nada para realizar operaciones, contando además con un magnífico salón preferente. Digno de mención es la gran cocina económica, donación de la familia de Ramón Inglada. La asistencia a los enfermos por parte de las Hermanas Carmelitas era esmerada y digna de todo elogio.
Durante el año 1910, recibió notables mejoras todo el edificio, contando con amplios patios, agua abundante y de todo cuanto se relacionaba con las necesidades de este establecimiento. Sus mejoras más importantes las recibió el Hospital bajo la administración de Pedro Samper serrano, que desempeñaba ese cargo desde la llegada de las religiosas. El presidente en ese año era el alcalde de Torrevieja Pedro Ballester Carcaño.
En el año 1913 ejercían la medicina en Torrevieja los doctores: Lorenzo Ballester, Manuel García, Francisco Escribano, José Bañón y Clemente Gonzálvez; estando establecidos los farmacéuticos Tomás Zapata y José Ramos.
En1915, obtuvo en Barcelona el título de farmacéutico Fermín Blasco Zammit, obteniendo los calificativos de sobresaliente y notables, poco después se estableció en la calle Quiroga –hoy Ramón Gallud.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 8 de febrero de 2014