Aún se mantiene en las calles y plazas de Oleza el eco de los toques de bocinas, gemelas y clarines, y flotando entre la aroma del azahar las voces de aquellos «ángeles roncos» que todas las noches de la semana anterior han ido pregonado a los pies de ventanas y balcones que la Semana Santa se acerca.
Si tuviéramos que buscar antecedentes a la forma de conmemorar la Semana Santa en Orihuela, deberíamos mirar en tres direcciones que confluyen en dicha celebración. En primer lugar, en el aspecto litúrgico. En el segundo, en lo que hoy entendemos como procesiones, y en tercer lugar, en las imágenes que son llevadas en los desfiles pasionarios, cuya denominación ha sufrido varios cambios a lo largo de los siglos, tales como insignias, efigies y pasos, actualmente. Así como, en las representaciones o escenificaciones que mostraban momentos de la Pasión de Cristo.
En el primer aspecto dentro de la liturgia de la Semana Santa debemos poner nuestros ojos en el siglo XIII, en el momento en que el rey Alfonso X el Sabio, en carta fechada en Córdoba a 27 de mayo de 1281, reiteraba la preeminencia de la parroquia del Salvador y Santa María de Orihuela sobre la de las Santas Justa y Rufina, haciendo hincapié, en que en la primera se debía de conmemorar y bendecir los ramos, tal como se venía haciendo.
En relación con la bendición y la procesión de los ramos, en el Domingo en que se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, tras este primer apunte, debemos ubicarnos en Orihuela en el siglo XV. Era el momento en que su principal Iglesia de San Salvador y Santa María ostentaba el rango de Colegiata. Dentro los actos litúrgicos de la Semana Santa en dicho siglo, conocemos a través de un artículo que publicó el canónigo maestrescuela Julio Blasco, en el «Tháder» el 26 de marzo de 1896, sobre el ceremonial que se desarrollaba el Domingo de Ramos, antes, durante y después de la bendición de los ramos, e incluso del itinerario del cortejo procesional, previo y posterior a la misma. Asunto sobre lo que ya nos dio noticia nuestro recordado amigo Aníbal Bueno, en «Oleza», en 2015.
Si tuviéramos que buscar antecedentes a la forma de conmemorar la Semana Santa en Orihuela, deberíamos mirar en tres direcciones que confluyen en dicha celebración. En primer lugar, en el aspecto litúrgico. En el segundo, en lo que hoy entendemos como procesiones, y en tercer lugar, en las imágenes que son llevadas en los desfiles pasionarios, cuya denominación ha sufrido varios cambios a lo largo de los siglos, tales como insignias, efigies y pasos, actualmente. Así como, en las representaciones o escenificaciones que mostraban momentos de la Pasión de Cristo.
En el primer aspecto dentro de la liturgia de la Semana Santa debemos poner nuestros ojos en el siglo XIII, en el momento en que el rey Alfonso X el Sabio, en carta fechada en Córdoba a 27 de mayo de 1281, reiteraba la preeminencia de la parroquia del Salvador y Santa María de Orihuela sobre la de las Santas Justa y Rufina, haciendo hincapié, en que en la primera se debía de conmemorar y bendecir los ramos, tal como se venía haciendo.
En relación con la bendición y la procesión de los ramos, en el Domingo en que se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, tras este primer apunte, debemos ubicarnos en Orihuela en el siglo XV. Era el momento en que su principal Iglesia de San Salvador y Santa María ostentaba el rango de Colegiata. Dentro los actos litúrgicos de la Semana Santa en dicho siglo, conocemos a través de un artículo que publicó el canónigo maestrescuela Julio Blasco, en el «Tháder» el 26 de marzo de 1896, sobre el ceremonial que se desarrollaba el Domingo de Ramos, antes, durante y después de la bendición de los ramos, e incluso del itinerario del cortejo procesional, previo y posterior a la misma. Asunto sobre lo que ya nos dio noticia nuestro recordado amigo Aníbal Bueno, en «Oleza», en 2015.
FUENTE: https://www.informacion.es/opinion/2023/04/01/domingo-ramos-orihuela-85504053.html