POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Ya está en puertas la Semana Santa, siendo el Domingo de Ramos su más señero «portón de entrada».
Vean, por ejemplo, esa variadísima oferta, muestra de cursilería presuntuosa, traducida en «orfebrería de palmas» que tal parece un muestrario de trabajos manuales tipo EGB de antes.
Y uno, que es viejo y añora viejas costumbres, recuerda con nostalgia LOS RAMOS FLORIDOS DE LAUREL.
En mis tiempos de rapaz íbamos por los linderos de «praos» en busca de «lloreos floríos», azacaneados por quien llevaba el mejor, más grande y más repleto de flores.
Y en la procesión, ya benditos los ramos, tirábamos hojas y flores al cura cuando al entrar de nuevo a la iglesia, se abrían las puertas para recibir a los fieles.
Después, la misa.
Recuerdo que en mi parroquia colunguesa de San Juan de Duz, esa entrada procesional a la iglesia tenía su aquel, que dicen los andaluces.
El sacerdote, con el mástil de la Cruz Procesional , daba tres golpes en la puerta del templo, y en el interior, respondiendo al salmo que rezaba el sacerdote, cantaba el sacristán: «Gloria, laus y honor pa Ti, si yes Cristo el Redentor»; interpretación muy original y bable, pero no herética, de la antífona «Gloria, laus et honor Tibi sit, Rex Christe Redemptor».
Y ese momento de apertura señalaba el lanzamiento de hojas, ramasquinos y flores al cura.
Una vieja copla decía:
Domingo de Ramos
panizos comiamos.
Con llechi o en sin ella,
allá los tengamos.
Muchos estudiosos interpretan que esto era testimonio de un plato típico del día, constituido por «unes farrapes o fariñes» elaboradas con harina de panizo y luego edulcoradas con miel.
Yo, con perdón, sospecho que era un a modo de queja para lamentar que en un día tan señalado hubiera que comer un plato muy humilde.
Máxime cuando otro consejo para esta celebración indicaba: «El que no estrena en Ramos, non tien ni pies ni manos».
Nosotros, en menú festivo y humilde (dentro de un orden), prepararemos ARROZ CON VIRIGÜETOS Y AMASUELES.
En una cazuela se dispone un pocillo de aceite y en él pochan dos cucharadas de cebolla picada muy fina; se suman unos 4 pocillos de arroz y rehoga durante 2 minutos.
Inmediatamente se agregan 500 g de berberechos y 500 g de almejas (la japónica de cultivo es la más barata), 9 pocillos de agua, un poco de sal y azafrán.
Hierve todo a fuego fuerte durante 5 minutos y después, durante unos 12 minutos, a fuego medio.
Se retira del fuego, se cubre la cazuela con un paño húmedo y reposa 5 minutos.
Se sirve en la misma cazuela, aún bien caliente.
NOTA
Conviene que almejas y berberechos estén previamente en baño de agua con sal durante una hora; así eliminan impurezas, arenillas, etc.