POR JOSÉ SALVADOR MURGUI SORIANO, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
Miércoles día 17 de junio, siendo las 14,02 horas, recibo un mensaje tan escueto como desconcertante en el silencioso teléfono: «Se ha muerto Blas Sales.»
No aciertas a entender lo que estás leyendo, la inmediata es tocar todos los botones del móvil para hacer la llamada pertinente, y efectivamente antes de preguntar qué ha pasado, o como ha sido, oyes a viva voz, que Blas se ha muerto. ¿Muchos de los lectores preguntaran quien es Blas? Don Blas Sales Juan, ha sido hasta hoy el Cura Párroco de la Iglesia San Juan Evangelista de Massamagrell.
¿Por qué escribe estas letras este historiador del mundo? ¿Qué relación tiene mi pueblo natal Casinos, con Massamagrell? Poca o ninguna, pero la pregunta es ¿Qué relación tiene quien esto escribe con don Blas para dedicarle estas palabras?
Esta crónica nace en 1988, cuando un joven director de la Caja de Ahorros de Valencia, llega a la ciudad de Alpuente y sus aldeas, donde conoció a otro joven sacerdote que atendía el Collado, Losilla de Aras, y la entonces llamada Aras de Alpuente. Allí surgió esa familiaridad que acompañados del frio invierno, largas noches de niebla y escarcha, visitas a las aldeas, y muchos ratos de convivencia, se fue trenzando una amistad verdadera que con el paso de los años se consolidó como la de una auténtica familia.
¡Cuántas veces, me decía acompáñame a este sitio o el otro ! ¡Hoy tengo que ir al Collado, y no tengo coche, hoy viene don ven y me acompañas! ¡Cuantos años y parece que fue ayer! Después el destino nos separó, D. Blas marchó a Manuel y Señera, siempre atento, agradable, complaciente, generoso con sus feligreses. También le acompañe cuando entró de cura párroco en Pedreguer, celebrábamos el día de San Blas, con aquella solemne procesión que bajaba de la ermita, fiesta doble: la del pueblo y el santo del párroco. Y así hasta que llegó a Massamagrell.
Con el he vivido las fiestas de la Virgen del Rosario, las del Stmo. Cristo del Consuelo y del Amparo; la bendición de las nuevas campanas de la iglesia; y en el año 2017 la consagración y dedicación por S. E. el Cardenal D. Antonio Cañizares de la nueva parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Massamagrell. La lista de actividades vividas sería tan larga como bondadosa fue su vida, pero si algo tenía todo lo que hacía era su carácter categórico impregnado de humildad e humanidad.
Su sabio consejo siempre estuvo presente en mi vida, yo no puedo hablar del sacerdote don Blas, yo no puedo definir al «amigo» Blas, yo solo puedo decir, lo que me dijo hace años un sacerdote que lo conocía desde el Seminario, y que ya ha muerto, que al enterarse de mi amistad con él lo rubricó con una sencilla frase «¡Blas es un santo!» Cuando se lo dije a D. Blas, me dijo ¿-te ha dicho eso? Sí, le respondí, y le saltaron las lágrimas.
Don Blas quería ir a Cracovia, quería conocer el Santuario de la Divina Misericordia, y tuvimos la ocasión de ser atendidos por S.E. el cardenal Stanisław Dziwisz, que fue el secretario de San Juan Pablo II, y todos los días que estuvimos allí Don Blas pudo celebrar la santa Misa a las seis horas en la capilla donde celebraba la eucaristía San Juan Pablo, en un ambiente íntimo en el que participaban las hermanas que atendían la casa, mi sobrino que me acompañaba y un servidor. ¡Qué gran experiencia vivimos en Cracovia! Pudimos visitar los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, y allí junto a uno de los trenes rojos que aún se conservan para vergüenza del mundo y memoria de los mártires, Don Blas junto a un reducido grupo de personas elevó su oración al cielo, rezo un responso y bendijo aquellas tierras. Fue un momento impactante para todos los presentes.
Ahora teníamos otro viaje pendiente, a visitar a dos obispos del otro lado del charco, ya estaba casi todo preparado. La pandemia ralentizó el tema, pero entre mensajes y llamadas nos comunicábamos con frecuencia, cuando quedábamos para cenar eran tantos temas los que teníamos que hablar que yo preparaba un «orden del día», la última conversación que tuvimos por teléfono era para organizar y celebrar San Blas y San José Salvador, y los cumpleaños de febrero y marzo. No lo hemos podido celebrar.
¡Don Blas, te has ido sin decirnos nada! ¡Qué aldabonazo supone recibir esta noticia!¡Que tristeza para alma no darte ese abrazo de amigo, de hermano, de todo lo que hemos sido en esta vida! Cuántas veces hemos recordado a Rafa Reig, a José Ramón Gabladó, que ya se fueron, ya están en la eternidad, los curas de la Yesa, Alpuente, Cuevarruz, Corcolilla, Titaguas, Los Campos, ellos ya nos dejaron; de los buenos amigos quedábamos tu y yo, el cura de Aras y el director de la Caja. Ahora ya quedo solo el año 88 queda muy lejos, pero creo que jamás quedará en mi olvido. Como tampoco quedará en el olvido tu paso por este mundo.
Don Blas, hoy todos nos unimos en el dolor de la familia, pienso en tu madre ¡Pepita! ¡Cuántas horas de vida, incombustible, prudente, atenta, siempre a tu lado! ¡Cuánto silencio! Y hoy ¡Cuánto dolor!; tu hermana Lidia, su esposo, sus hijos, su familia, tu familia, todos sumidos en la triste noticia de tu inesperada partida. Estoy seguro, que ya te habrás presentado ante el Altísimo, porque habrás cruzado todas las puertas del cielo sin detenerte, esta noche me gustaría cenar contigo, para que me contaras, como es la gloria para que explicaras como es la eternidad, para que me confirmes que todas las personas que te hemos conocido en vida, saber que tu desde allá donde te encuentres jamás nos vas a abandonar.
Es la gran tranquilidad que siento; el móvil dejo de sonar, las risas al otro lado del auricular enmudecieron; acabo de hablar con tu hermana y no nos salen las palabras en un momento tan cruel, pero a los que aún nos queda un poco de fe, o una grande fe, sabemos que tenemos un valedor en la gloria que se llama Don Blas.
El día 18 de junio a las 16 horas en la Parroquia de San Juan Evangelista de Massamagrell, se oficiará la misa por el sufragio de tu alma. Descansa en paz buen amigo, descansa en paz buen hijo, descansa en paz eterno hermano. ¡Gracias por ser como has sido, y darnos todo cuánto nos has dado!