POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Los alumnos que cursaron el Bachillerato en el Colegio de la Inmaculada (PP. Jesuitas) de Gijón, en «calidad» de internos, en los años 1951-1957, recordarán que durante la Prefectura de Estudios y Disciplina del P. Enrique von Riedt S-J. (recientemente fallecido a la edad de 104 años), era «obligado», antes del inicio de la comida o de la cena, el que un alumno , en pie sobre una mesa que hacía de púlpito, recitara un poema a modo de discurso o sermón.
Uno de los poemas frecuentemente recitados, muy cursi por cierto, era el titulado «A LA ROSA» cuya autoría pertenece al que fuera experto jurista, canónigo de la catedral sevillana, eminente teólogo, Cronista Oficial de Castilla, DON FRANCISCO DE ROJAS (1583-1659).
Así comienza el poema:
«Pura, encendida rosa,
émula de la llama
que sale con el día;
¿cómo naces tan llena de alegría
si sabes que la edad que te dio el cielo
es apenas un breve y veloz vuelo…?»
Como ven, una preciosa llamada «al optimismo» anunciando una muerte apenas nacida «la cosa».
¿Y por qué recuerdo ahora mi vida de internado jesuita, y con ella a don Francisco de Rojas y a su rosa?
Pues «como tou cae en copla y tou ye verdá», resulta que hoy, 22 de noviembre, es la fecha aniversario del nacimiento del clérigo poeta y, ¡claro!, para celebrar ese recuerdo unos buenos amigos me han regalado un tarro de MERMELADA DE PÉTALOS DE ROSAS, elaborada en Murcia (El Mirador. San Javier) por la empresa LA VEGA DEL MAR MENOR S.L.
Y que conste, pero muy claramente, que no conozco a esa empresa ni tengo relación alguna con ella, ni pretendo en modo alguno ejercer de eso que ahora llaman «influencer».
Me limito a comentar con mejor o peor acierto lo que observo y estudio.
Aclarado este punto, continúo con mi historieta.
Dirán ustedes: ¡Qué cosas inventa la gente! Ahora adornan los guisos con flores y por si fuera poco el adorno, también inventan hacer mermeladas con ellas… ¡Qué mundo de locos!
Pues no, amigos míos, no.
La MERMELADA DE ROSAS, al menos desde el siglo XVIII, ya era conocida y elaborada por nuestros confiteros-reposteros en sus cocinas y obradores. Y, por si acaso no me creen, les transcribo la receta que nos ofrece JUAN DE LA MATA en su libro (que poseo) titulado ARTE DE REPOSTERÍA), editado en Madrid en 1747.
Dice así en la página 75, apartado «Mermelada de violeta y otras flores», detallando que «la de «Rosas es la mejor de todas»:
«Tomarás una libra de pétalos de rosas, lo mejor que ser pueda, y haviendola molido en un Mortero de piedra, se echara en tres libras de Azucar, preparado a la primera pluma, incorporandola en el modo dicho al Almivar, para que de al fuego cinco o seis herbores: pero se advierte que han de ser lentos, removiendolo todo alrededor con el cucharon, y assi caliente, se pondra en las vasijas».
Ya tienen la fórmula. Y si la siguen y hacen caso a don Juan de la Mata (que era de Matalavilla, concejo de Sil de Arriba, en el Reino de León y Obispado de Oviedo), pueden aplicarla también a las flores de VIOLETAS y de CLAVELES.