DOÑA ANITA CAICEDO, HIJA ADOPTIVA
Feb 10 2015

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA. CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Do+¦a Anita

El Ayuntamiento de Ulea quiere nombrar “Hija Adoptiva” a Doña Ana Caicedo “Doña Anita” para los uleanos, tras su jubilación.

Nacida en Cuevas de Almanzora (Almería), el día 12 de agosto de 1904 y ha ejercido su profesión de maestra, durante medio siglo, con una férrea vocación, Sí, Maestra, en toda la extensión de la palabra. Tras pasar por Cehegín, Abarán, Beniel, Lorca y Cartagena, llegó a Ulea en el año 1944 y tras 29 años, interrumpidos, de ejercicio de Magisterio, aquí se ha jubilado ¡y se ha quedado a vivir¡.

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Cuando se ha enterado de que la corporación municipal quiere nombrarla “Hija Adoptiva”, se ha puesto muy nerviosa ya que nunca ha sido proclive a las celebraciones multitudinarias, No sabe si aguantará todo el ceremonial, confiesa.

Al preguntarle por qué no ha optado por ejercer en una ciudad grande o en una capital, confiesa que en este rinconcito del Segura, Ulea, ha encontrado la paz que necesitaba, Paz que le proporcionan los niños con los que trabaja; y todos los uleanos. En estos momentos cita a varias uleanas, pero, especialmente, a Sofía Poveda, viuda de Pérez, en cuyo establecimiento se alojó y quiso como si fuese su segunda madre.

Ejerció de maestra de párvulos y sentía delirio por los niños. A ellos se entregó con todas sus energías; con todo su saber y entender.
Con mis padres tenía “delirio” no en vano, los siete hermanos pasamos por sus aulas y, de Doña Anita recibimos las primeras enseñanzas y aprendimos a leer y escribir, pero, sobre todo, nos inculcó unos criterios humanos de la vida. En una palabra, nos encauzó para ser personas coherentes; como a todos los niños y niñas uleanos.
Se hizo querer por todos los uleanos y de ellos guarda gratos recuerdos. Sin embargo, hubo una persona especial: Sofía Poveda, de la que siempre dijo que era su segunda madre. Con ella compartía gran parte del día y no era raro encontrarla junto a la cocina de la cafetería, ayudando a Sofía a preparar el “café de olla” que con tanto cariño hacía para los asiduos clientes. Tan unida estaba a la anciana Sofía, qué, el día de su fallecimiento, expresó sus sentimientos, diciendo en voz baja que “deseaba irse con ella.

Durante su juventud, tuvo sus escarceos amorosos; como todos los jóvenes. Tuvo sus pretendientes, tanto en su pueblo (Cuevas de Almanzora) como en los que estuvo ejerciendo. También, aquí, en Ulea, ha tenido mozos maduros que le han rondado y ha declinado sus proposiciones, aduciendo que “su amor preferente es la Escuela y sus niños” y “a ellos se ha dedicado en cuerpo y alma”.

De la escuela a la posada y de la posada a la escuela, iba presurosa por las aceras ya que decía tener pánico a los espacios abiertos. Por eso, cuando visitaba a alguna amiga o iba a misa, lo hacía por la noche o a primeras horas del alba. Era tan educada que pedía perdón por no poder superar sus debilidades.

Compartía, con su gran amiga Encarnación Espinosa Hernández, inquietudes literarias, “de un gran calado místico” Se trataba de dos personas muy comprometidas con los necesitados y desvalidos: se volcaban en cuerpo y alma, por estar con ellos en momentos delicados. No querían repiques de campana por su comportamiento: les precisaban y estaban allí.

Por tal motivo, su amiga Encarna, en su libro de Antología Poética titulado “Desde mi interior”, le dedicó unas sentidas y merecidas poesías, a su incondicional amiga Doña Anita, a raíz de su jubilación, y las inmortalizó en su libro de Poemas Antológico con los títulos de: “A mi amiga Anita Caicedo, con cariño”; “A doña Anita” y “Doña Anita, Maestra Nacional”

Después de ejercer durante 29 años en Ulea, ha visto crecer, en edad y sabiduría a cuantos niños pasaron por su escuela, Siente una gran satisfacción cuando ve a profesionales que un día estudiaron en su escuela y recibieron sus humildes enseñanzas. Dice sin ningún rubor que le enorgullece sentirse uleana y lo pregona a los cuatro vientos ¿Es que soy presuntuosa? Contesta que no lo sabe y así lo manifiesta.

Al continuar la entrevista con el reportero de La Verdad de Murcia, en este gélido mes de febrero de 1973, se apresura a decir que por sus aulas han pasado alumnos que hoy son médicos, abogados, filósofos, pintores, maestros, farmacéuticos, químicos, etc., pero; sobre todos, tres sacerdotes y dos que les falta muy poco. Siente verdadera admiración por tres de ellos que marcharán a ejercer como misioneros fuera de nuestra patria.

Sí, Doña Anita está turbada, refiere el entrevistador, hasta el punto de que no sabe si en el momento del acto oficial; “le dará algo” y perderá la compostura.

El nombramiento de “Hija Adoptiva de Ulea” será en el Salón de Actos del Ayuntamiento, el próximo mes de marzo de 1973; si no se pospone por………, musita esbozando una sonrisa.

NOTA ACLARATORIA

Como se preveía, por problemas de salud, de Doña Anita Caicedo Collado, tuvo que aplazarse el acto del nombramiento de “Hija Adoptiva de ULEA”. Como yo era uno de los alumnos organizadores del acto, vine desde Granada, en donde ejercía de médico y, al quedar pospuesto, lo aproveché para pasar un fin de semana con la familia y los uleanos y, por supuesto, con Doña Anita, que, al verme, se puso “encarnada como un tomate” y me pidió disculpas por haberme hecho venir, dejando mis quehaceres cotidianos. Le tranquilicé cuando le dije que había pedido tres días a cuenta de las vacaciones y que mis enfermos estaban perfectamente atendidos. Aún así, se sentía culpable y me reiteró las disculpas.

Seis meses después de haberle sido otorgado, Doña Anita ha recibido el homenaje; unánime y sincero, de todos los uleanos. Al recibir el galardón y el aplauso enfervorizado, Doña Anita lloró de emoción. Tras el acto se celebró una misa de acción de gracias, en la que el templo estuvo, totalmente, abarrotado de uleanos. Todas las clases sociales se sumaron al acto.

La corporación municipal, los niños de la última promoción y los profesionales que ejercemos fuera del pueblo y que fuimos alumnos suyos, pues de ella aprendimos las primeras letras y los primeros números, nos sentimos orgullosos de “haberla tenido como maestra” y, por ese motivo, estuvimos arropándole en este sentido homenaje.
Tan uleana se sentía que su familia quiso llevársela a su tierra, tan pronto como se jubiló; pero no lo consiguió. A pesar de que vivía sola, en la casa de los maestros, sita en la calle Heredia Spínola, rehusó salir de Ulea. Su casa estaba abierta para todos y siempre se encontraba acompañada. El pueblo agradeció la labor realizada y se volcó en atenciones a quien fue Maestra de los uleanos durante 29 años. Ella era consciente de que ese sentimiento de agradecimiento, era mutuo y decidió acabar su existencia, en el pueblo que le acogió con los brazos abiertos; dejando dicho que su cuerpo recibiera sepultura en el Cementerio de Ulea. Falleció en Ulea, el día 11 de agosto de 1977, a los 73 años de edad y sus restos mortales reposan en el Cementerio Santa Cruz, de Ulea.

Al evocar tan memorable efemérides, en nombre de cuantos recibimos sus enseñanzas y su cariño: ¡Gracias Doña Anita¡¡

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