POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuando empecé mi carrera en 1957, Oviedo limitaba en su parte alta del Campo de San Francisco con la calle Santa Susana y el Campo de Maniobras; un terreno en baldío que en tiempos de fiestas como San Mateo, el Corpus o la Ascensión, se utilizaba para instalar los puestos del «Real de la Feria».
Chucherías, tómbolas, estands de tiro con perdigón, atracciones.
A ese lugar llegó «el cemento» cuando se edificó en el la entonces nueva Facultad de Ciencias, inaugurada en 1958. Y allá nos fuimos los «aprendices de químicos».
¿Se imaginan ustedes la llamada tentadora cuando, en días de feria, escuchábamos una canción «al alta la lleva» proveniente de los altavoces de un «teatrillo» instalado en las proximidades?
¿Creen ustedes que se pueden complejar cationes con etilendiamintetraacetato disódico (vulgo, complexona III) para su posterior precipitación como cloruros o sulfatos, si a sus oídos llegan insinuaciones como las de esta canción interpretada por Carmen Morell?:
«¡Bombón! ¿Bomboncito de mujer, bombón!
¡Ay, qué dulce es tu querer, bombón!.
De bombones como tu, cojo yo una indigestión;
aunque mande adelgazar don Gregorio Marañon…»
Esa, amigos míos, era la diabólica (mejor, santa) tentación emanada del TEATRO CHINO DE MANOLITA CHEN o del TEATRO ARGENTINO DE MANOLO LLORENS; dos (digamos) «cabarets populares» que en peregrinaje festivo recorrían España entera ofreciendo espectáculos de «varietés» en límite con lo que exigía la férrea censura franquista en lo tocante al sexto mandamiento.
Todo era jugar con la picardía, el doble sentido y la aparentemente ingenua interpretación del o de la artista.
Y es que, como decía un amigo mío, yo, en el Teatro Chino estudio Geografía de América Central: «Por arriba, veo el Canal de Panamá entre dos Montañas Rocosas; y por abajo me meto en Honduras para llegar a Costa Rica».
DOÑA MANUELA FERNÁNDEZ PÉREZ, nacida en Madrid en 1927, empezó muy joven a trabajar como corista en el Price y allí conoció al acróbata chino Chen Tse Ping, con quien se casó y pasó a llamarse MARGARITA CHEN.
Su «Teatro Chino», dirigido con máxima elegancia, fue capaz de divulgar «la belleza del despelote sin despelote». Por sus escenarios pasaron grandes figuras del espectáculo: Esteso, Pajares, Antonio Molina, Pepe Mairena, Marifé de Triana… El Teatro Chino de M. Chen cesó en su actividad en 1986.
MANOLITA CHEN, doña Manuela Fernández Pérez, falleció el pasado lunes en una residencia de ancianos de Espartinas (Sevilla); localidad donde, como en Colunga, la Virgen de Loreto es venerada con ferviente devoción.
Descanse en paz, doña Manuela.
Y gracias, muchas gracias, por habernos regalado felicidad y alegría en muchos momentos de nuestras vidas.
Si yo cantara bien estaría ahora interpretando aquello de
«¡Cata – cata- pum! ¡Catapún, pum, candela!
¡Arsa p´arriba, Polichinela!
¡Cata.cata.pum; catapún, cata -pum!
Como los muñecos en el pim-pam-pum!