POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Esta noble dama (en el mayor sentido de la palabra), muy desconocida en Navalmoral a pesar de la destacada labor realizada en su favor, fue uno de los numerosos inmigrantes que, tras llegar aquí, permanecerán en vida y obra tras su muerte.
Nació en Zaragoza en 1840. No tenemos más datos de sus primeros años, pero en el último cuarto de ese siglo XIX ya se halla viviendo en Navalmoral, en la calle Talavera nº 25 (propiedad de don Antonio Concha, de quien era su «ama de gobierno», según consta literalmente en el testamento de éste): don Antonio se establece en Navalmoral coincidiendo con el fin de la 1ª República (1873), tras su etapa empresarial en la ciudad de Cáceres y después de adquirir numerosas propiedades en el proceso desamortizador, en Navalmoral y Peraleda; hasta que muere el 21-X-1882, siendo enterrado en la capital del Arañuelo.
Permaneció soltera toda su vida (aquí vivía con su hermana Victoria, que era viuda), siempre ligada a los bienes (sobre todo a la casa) y persona de A. Concha (de acuerdo con la relación profesional señalada antes). Por lo que sería muy bien considerada y recompensada por éste en su testamento (que celebró ante don Urbano González Corisco el 24 de junio de 1882, unos meses antes de morir): recibió la finca Casasolilla (un sector de Casasola, de 317 fanegas, con casa y jardín incluido), la citada vivienda principal de don Antonio en la calle Talavera nº 25 (actual calle Antonio Concha, edificio ya derruido y reconvertido en bloque de viviendas y comercial), un corral en las traseras de esa casa y calle (entonces calle del Tinte, hoy Alfonso XIII), cinco pesetas diarias (cifra respetable entonces) y diversos utensilios y ropas.
Esta mujer y su hermana eran hijas de un italiano, y ambas maestras de párvulos: concretamente, María, tenía plaza en la Puebla de Alfindén (Zaragoza), por lo que es de suponer influyó decisivamente en D. Antonio Concha para crear nuestras inolvidables Escuelas.
Con don Antonio apadrinó y se responsabilizó de dos chicas huérfanas: Mª Consuelo Miguel García (1870-1957, hija de Pedro y María, a la que darán estudios en Getafe y que después contrae matrimonio con el maestro de Navalmoral don Julián Marcos, que será la posterior heredera de doña María Florenciano; después, las hijas de ambos–María Serafina y María Marcos Miguel– casan sucesivamente –tras fallecer la primera– con el maestro don Jorge Moro Briz); y María Gómez González, a la que sufragan la carrera de maestra Elemental y después la de Superior.
Pero, el mayor honor concedido por Antonio Concha a su «ama de gobierno» fue el hecho de nombrarla testamentaria de su obra (en una época dominada por los hombres): en unión del político madrileño D. Santiago Angulo (arquitecto, terrateniente –dueño del Ejido Grande, entre otras propiedades– y político liberal –diputado, senador, alcalde de Madrid y ministro de Hacienda en 1871 y 1872–) y de los hermanos don Urbano y D. Francisco González Serrano), gracias a cuyas donaciones (dos dehesas en término de Navalmoral y Peraleda de la Mata) se hizo realidad la «Fundación Concha».
En enero de 1885 se inauguran las Escuelas Concha (gratuita, para Párvulos de ambos sexos), en 1898 se abre la Biblioteca Concha (en la primera planta del edificio, que aún perdura) y en 1926 se inauguran las nuevas Escuelas de Párvulos de la Fundación, en el «Rollo» (aunque sus patronos lo acordaron el 9 de enero de 1916, unos meses antes de fallecer María). Llegó a contar con 7 escuelas de párvulo (a las que asistían 300 niños/as, de 3 a 6 años), otra de adultos (con 35 alumnos, de 13 años en adelante) y una biblioteca (abierta 5 horas diarias, con más de 4.000 volúmenes de todo tipo, sin contar las revistas científicas, literarias, agrícolas y pedagógicas). Todos los servicios eran públicos y gratuitos. En 1979, las Escuelas del Rollo se cedieron al MEC, ante la falta de aulas para párvulos y otras causas (como la crisis económica de institución); pero se «recuperan» el 25 de abril de 2003.
A destacar la gran actuación de doña María Florenciano al frente de esa institución (sólo ella y don Francisco González vivían en la localidad), en una época donde imperaba el «machismo» y el «caciquismo» más atroz: al poco tiempo de crearse la Biblioteca, la Corporación Municipal intenta controlar la «Fundación Concha», pero no lo consiguen ante la oposición de sus patronos, quienes mantienen el legado de su fundador; poco después, en 1900, el Ayuntamiento pretende disponer de los fondos de la misma y controlar toda la educación (proponen vender las dos fincas que poseía para su mantenimiento, Torviscoso y Casasola, y que su importe revierta en una Junta Local de Enseñanza, en contra del legado de don Antonio), incluso llegan a denunciar a los «patronos»… Pero la Junta Provincial de Beneficencia rechaza la acusación municipal y honra a la institución, declarándola «Fundación de Beneficencia Particular» en abril de ese año. En ese momento beneficiaba a 120 niños de ambos sexos, con un maestro y una maestra (D. Víctor Merino y esposa). Después entra como patrón D. Vicente González Serrano (abogado, hermano de los citados) y otros.
María Florenciano murió en Navalmoral el 12 de septiembre de 1916, a los 76 años, siendo enterrada en nuestra localidad. El paso de los años y la carencia de descendencia directa fueron dejando en el olvido gran parte de su biografía, pero no así de su obra en favor de la Fundación Concha, que sigue ahí en pro de los moralos. También nos queda su imagen en el retrato existente en tan benéfica casa, del que emanan algunas notas de su personalidad.