POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Poco después de iniciar el Paseo de Valdeflora, partiendo de la calle Pedro Caravia, en la primera recta de la ladera del mediodía, antes de la fuente, hay una caseta de estructura de madera y bancos perimetrales donde solía yo encontrar a un tenor de unos setenta años cantando, entre otras, “Dime xilguerín parleru, dime qué comes, como arenines del mar, del campu flores”. A veces también lo veía paseando por esa zona; él sin sombra, diríase que por aquellos rastrojos de difuntos del poeta, con tonadas algo arrastradas y tristes, cual si volviera resacoso de una fiesta de hace medio siglo. Nunca hallé momento para pararme con él y preguntarle quién era. “Como arenines del mar”, entonaba el pobre hombre, famiento de amor, acaso buscando compañía, una barra de bar para el codo, un hombro donde llorar u olvidar, o alguien que le hiciera la segunda. Pues bien, hace tiempo que no sé dónde canta y lo extraño.
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