POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
En Colunga, camino de Huerres y en la «base» del antes llamado Cueto de Espina, ahí está con su frondosa copa, testigo de casi un milenio de la historia colunguesa, el viejo castaño conocido como LA CASTAÑAR DE ESPINA.
Dos leyendas enmarcan su existencia.
Una de ellas nos habla del litigio existente entre cuatro parroquias del concejo (Duz, Colunga, La Isla y Gobiendes) para determinar sus lindes-frontera. Un rayo -sentencia divina e inapelable- cayó sobre el castaño y partió su tronco en cuatro «ramas troncales» (aún subsisten desde el siglo XVI) que delimitan esa división parroquial: la del norte corresponde a Duz; la del este, a La Isla, la del sur-este, a Gobiendes; la del oeste, a Colunga.
La otra historia-leyenda se vincula a la devoción mariana colunguesa. En los inicios del siglo XVII (hacia 1630) un marinero-navegante de origen veneciano, llamado JOSEPH DEL MISSO, fue víctima de un naufragio acaecido en la costa próxima a los acantilados de Huerres. Devoto de la Virgen de Loreto, de la que llevaba una medalla- imagen colgada a su cuello, ofreció, si resultaba salvo de ese percance, promocionar y difundir la devoción lauretana en esa comarca de salvación. El «milagro» fue posible y se cuenta que LA CASTAÑAR DE ESPINA fue la primera morada y lugar de descanso del navegante náufrago. Y la Cofradía de Nª Sra. Virgen de Loreto, en Colunga, idea de Misso, y fundada por él en 1663, es una realidad devota en pleno siglo XXI.
En ese recuerdo-testimonio, y desde 1953, se erigió una imagen en piedra de la Virgen Romanina (así llamamos en Colunga a la primitiva imagen de la Virgen Lauretana), obra de don Leopoldo Fernández («Poldo, el marmolista»), y se colocó entre las cuatro «ramas troncales» de LA CASTAÑAR.
Este próximo viernes, inicio de la novena a la Virgen de Loreto, los colungueses iremos en procesión a «saludar a la Romanina» en su vetusto y siempre joven CASTAÑAR DE ESPINA.- Y con el canto del «Salve, Regina» le pediremos que siga siendo «vida y esperanza nuestra».