POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

El visitante que decide adentrarse en las entrañas del Valle de Ricote, tiene que hacer parada obligada en Ulea. Allí tiene de todo; paz, sosiego, monumentos históricos de renombre, lugares con asentamientos de poblamientos Ibéricos, Romanos y Árabes. Algunos historiadores han encontrado restos de asentamientos anteriores al siglo IV antes de J.C. correspondientes a la época Prehistórica, lo que da una idea del prestigio histórico de Ulea. Los habitantes uleanos, son humildes y laboriosos, además de unos verdaderos artesanos que son capaces de elaborar excelentes dulcerías, que son una maravilla para el paladar más exquisito.

El periódico La Verdad de Murcia del día 17 de junio de 1973, en una crónica de un viajero, dice así:

La repostería y la confitería murciana, tienen en Ulea un pueblo con muchos y maravillosos artesanos. La lista de confites, dulces y pasteles, se alarga generosamente. Vale comenzar por las compotas de Ulea, tan fabulosas como la bellísima reconditez del pueblo, que se faja, entre la montaña y el río Segura, con una vega de huertos frondosos. Las compotas de Ulea fingen lagos de abundante almíbar, denso, donde boga la molla blanca del limón poncil, o el bergamoto, o la melarrosa, cortados a medias piezas, desamargada la piel, manteniendo, sin embargo, cierta acidez. Las compotas de Ulea han creado, y guardan, el sin par dulce de tomate, superando a los de ciruela, fresas o peras. Las compotas de Ulea han tocado, en fin, los arcanos de la delicia, con la batata y el boniato, al fundir en almíbares densos las harinosas pastas de aquellos y este.

De Ulea, de su esparto y su pleita, de sus jóvenes, de su Iglesia, de la Casa Grande, de la casa del cura, de las rumorosas aguas del río Segura, de sus inverosímiles callecillas; gustaría a uno glosar, porque Ulea, aunque pequeño, es pueblo con carácter y ternura: como sus dulces.