POR ANTONIO HERRERA CASADO, CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA
Cuando se menciona «Durón», a muchos nos viene el nombre del compositor de Brihuega –nacido en 1660– Sebastián Durón. Sin embargo, el apellido del también organista briocense es toponímico. Es decir, se refiere a un lugar. Más concretamente, a una localidad arriacense, ubicada en la confluencia de varios barrancos, formados gracias al modelaje kárstico. De hecho, este municipio –que cuenta con 105 vecinos, según el último dato del INE– marca el límite entre las mesetas alcarreñas y el valle del Tajo, muy cerca de Entrepeñas.
El llenado de este embalse afectó a uno de los elementos patrimoniales del pueblo. Se trata de la ermita de la Esperanza. “Estamos ante un edificio grande, robusto y fuerte. Se encuentra construido sobre las piedras del antiguo santuario, cuyos restos han estado durante muchos años bajo las aguas de Entrepeñas”, explican fuentes municipales. Del monumento, destaca su portada manierista, se asegura en «Guadalajara entera. Diez rutas para conocerla», un libro escrito por el cronista provincial, Antonio Herrera Casado.
Sin embargo, los orígenes duroneros son muy anteriores. Las primeras referencias a la población proceden de la Edad Media, cuando se repobló la zona tras ser tomada a los árabes en 1085. A inicios del siglo XII, el lugar ya pertenecía a la Villa y Tierra de Atienza. Durón, incluso, llegó a ser la cabeza de uno de los sexmos que integraban el alfoz atencino. Pero los avatares de la localidad no terminaron aquí. El sitio también perteneció a Jadraque, mientras que el 15 de noviembre de 1434 fue entregado –por el rey Juan II– a sus cortesanos Gómez Carrillo y María de Castilla –nieta de Pedro I El Cruel–, con motivo de su matrimonio.
Unas décadas más tarde, a finales del siglo XV, pasó a depender los Mendoza, siendo el Cardenal Pedro González su primer señor. Seguidamente, se integró en el señorío de los marqueses de Cenete y duques del Infantado. A pesar de ello, el municipio consiguió el privilegio de «villazgo». De la mano de esta consideración, “adquirió unas prerrogativas legales muy importantes, aunque seguía estando sometido –en elementos territoriales, jurídicos y fiscales– a los señores”, aseguran los especialistas Juan José Bermejo y Antonio Herrera Casado.
Pero en 1768, Carlos III implementó una nueva reorganización territorial, por la que Durón pasó a depender de Budia, que se alzó como cabeza de un «Departamento» que se conformó –además de por la villa duronera– por Gualda, Valdelagua, Valfermoso, Balconete, Irueste y los dos Yélamos. Tras la aprobación de la Carta Magna liberal de 1812, se suprimieron los Señoríos en España y el lugar se conformó como ayuntamiento independiente. Un estatus que nunca ha perdido y que permanece vigente a día de hoy.
Debido a este luengo caminar, en la referida villa se domicilia un amplio patrimonio, del que destacan varios palacetes blasonados, correspondientes a los siglos XVI, XVII y XVIII. Alguna de las casonas perteneció a los «Baquero de Lirueña», un linaje de escribanos que prestaron sus servicios tanto en el Santo Oficio como en las Audiencias.
En cuanto a los edificios religiosos, son reseñables varias de sus ermitas, como de la Esperanza –ya mencionada– o la de Santo Domingo de Guzmán, del siglo XVII. En torno a la misma se suceden las leyendas, como aquellas que asegura que existió un convento de los templarios en sus alrededores. O la que afirma que, hacia el siglo XIV, se apareció la virgen sobre una encina del lugar a Fernando Villafaña –habitante de la localidad–, dando origen a diferentes edificios, que desembocarían en el oratorio actual.
También se ha de mencionar la iglesia parroquial duronera –de estilo barroco– o la picota del siglo XVI, símbolo del villazgo de la localidad. Además, el Consistorio ofrece un marco muy bello, debido a los soportales que se suceden en su planta baja. Este conjunto se encuentra protegido desde 1985, al haber sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Incluso, son relevantes las fuentes existentes en el pueblo, “una de estilo barroco con un caño en forma de cabeza humana –realizada bajo el reinado de Carlos III–, y otra neoclásica, localizada en la Plaza Mayor”.
Como dato curioso, el Catastro del Marqués de la Ensenada –cumplimentado a mediados del siglo XVIII– indicaba que el pueblo contaba con 264 casas, lo que mostraba el impacto comarcal que poseía la villa. Todo ello ha ido conformando una interesante estampa, digna de ser conocida. “En Durón, el aire de la Alcarria se adensa en las construcciones típicas, hermosos edificios como –el de la vieja Carnicería–, la gran iglesia parroquial, la fuente barroca o la picota a la entrada”, explica Herrera Casado.
La historia duronera se refleja en su composición heráldica, definida como un «escudo español, partido en sotuer, al primero y cuarto de sinople, banda de gules fileteada en oro, y al segundo y tercero el campo de oro con la leyenda Ave María Gratia Plena en azur, representativa de los Mendoza. Por bordura trae, en azur, ocho flores de lis, de oro, representativa de Los Cerda. Al timbre, corona real». Una narrativa que responde a los avatares que ha sufrido la villa.
Es lógico, por tanto, que Durón “ostente por armas heráldicas las propias de esta casa marquesal [la de Cenete], que junta en un escudo las del apellido Mendoza y las de La Cerda, originalmente armas reales de Francia”. De esta manera lo confirman Antonio Herrera Casado y Antonio Ortiz García en «Heráldica Municipal de Guadalajara».
Asimismo, se ha de mencionar la riqueza paisajística del entorno, que se refleja en la toponimia del pueblo. “Recientemente se ha emparentado el vasco «UR», ‘agua’, con la base *DOR/*DUR o TOR/TUR. Aceptamos la hipótesis que relaciona Durón con la base «DUR», ‘agua’, pues junto al lugar pasa un río, ahora de poca importancia, pero que en época de la fundación del lugar sería muy caudaloso. Y de ésta última circunstancia habría surgido el aumentativo «–on»”, explicaban José Antonio Ranz Yubero y José Ramón López de los Mozos –ya fallecido– en «Topónimos de la provincia de Guadalajara de posible adscripción a la lengua vasca».
FUENTE: https://henaresaldia.com/duron-entre-la-alcarria-y-el-tajo/