POR JOSE LUIS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ)

El 26 de marzo de 1990 fallecía en nuestra ciudad el presbítero Francisco Javier Almandoz Arburúa, el “Padre Almandoz”, un chiclanero nacido en Elgorriaga (Navarra) en 1918.

Llegó a Chiclana en 1974 como párroco para atender a los feligreses de la iglesia de San Juan Bautista. Desde entonces no dejó de abrirse –así decía él mismo– como ser humano y sacerdote a toda la ciudadanía chiclanera; incluso cuando ya por su edad, a partir de 1988, no ostentaba la titularidad de la parroquia.

Se dio en cuerpo y alma al pueblo sencillo: a los mayores, a los jóvenes, a los más necesitados, a los enfermos, a los discapacitados y, a aquellos que cayeron en las redes mortales de la heroína en los años ochenta del pasado siglo. A todos les daba su consuelo espiritual y también –en muchas ocasiones– material, a pesar de su corta economía y pobreza. Su innata bonhomía, su desprendimiento y su religiosidad hicieron del “Padre Almandoz” un sacerdote querido y admirado en nuestra ciudad. Prueba de ello fue su nombramiento, antes de fallecer, como Hijo Adoptivo de Chiclana, en 1987. Años más tarde, en 2012, se erigió en su honor una estatua –en hierro fundido– en el lateral derecho de la plaza Mayor, frente a su parroquia.

Al cumplirse veinticinco años de su fallecimiento sus restos fueron trasladados a la iglesia Mayor, donde reposan en una urna enterrada en el suelo, frente a una de sus capillas. Sin lugar a dudas, el “Padre Almandoz”, dejó una imborrable huella de amor en el corazón de muchos de los habitantes de nuestra ciudad. Símbolo de ello, el centro social de acogida para personas vulnerables de exclusión social de la calle del Palomar, dirigido por Cáritas diocesana, lleva su nombre.

FUENTE: FACEBOOCK DEL CRONISTA