POR PEPE MONTESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
¡Cuánto se parecen los políticos mediocres a los escritores! Parimos castillos de humo.
Pienso en el sangrante agujero del hospital del Cristo, donde se hunde el barrio de Buenavista, y los proyectos a gogó para rellenarlo; parole, parole, soltanto parole, cantaba Mina, y aún sobran paroles para el boulevard de Santullano, la fábrica de la Vega, la de Gas, el periurbano del Naranco, el puente de Nicolás Soria, la Ronda Norte, la muralla, las tirolinas de La Zoreda, el área central metropolitana y su conurbación porompompón, las farolas que no tienen gas, el espejo del Gamoniteiro para retrasar el atardecer en el Campillín…
Al menos se quedan en proyectos porque en caso de ejecutarlos devienen en obra muerta, que huele mal en lo ético y en lo fético, como el depósito de agua del Cristo, terminado hace 15 años y seco.
Así los escritores, ya digo; incluso la publicación de una novela suele coincidir con su deceso.