POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Hoy, 25 de noviembre de 2015, día de cobro de pensiones para los jubilados y festividad de Santa Catalina de Alejandría (antaño venerada en Huerres-Colunga), se cumple el centenario del enunciado, por Albert Einstein, de la TEORÍA DE LA RELATIVIDAD GENERALIZADA y de las ecuaciones matemáticas que rigen sus bases conceptuales.
Una teoría, que amplía la de la Relatividad Especial de 1905, cuyo fundamento básico es el «Principio de Equivalencia»: «Todos los fenómenos físicos que se observan en un sistema de referencia acelerado son idénticos a los que tienen sistema en reposo situado en un campo gravitatorio».
Y a partir de aquí -¡échenle hilo a la cometa!- sabemos que las leyes de la Mecánica newtoniana son «casos particulares» de la mecánica relativista; que la velocidad de la luz en el vacío es la máxima posible en nuestro Universo; que longitud, masa y tiempo no son valores absolutos en sí mismos; que la energía está dotada de inercia y es equivalente a la materia; que el espacio y el tiempo, aisladamente, carecen de sentido y que debe considerarse un «continuo espacio-tiempo; que los campos gravitatorios desvían la supuesta trayectoria rectilínea de la luz…
En fin, que gracias a don Alberto hoy sabemos de la existencia de las estrellas de neutrones y de los agujeros negros, que la distancia mínima entre dos puntos no es un segmento rectilíneo sino la trayectoria de un rayo de luz que vaya desde uno a otro (línea geodésica) y que, en consecuencia, la suma de los tres ángulos de un triángulo, en este universo relativista, es mayor de 180º.
¡Ah!.
¿Que no entienden nada?
Pues no se asusten.
Se dice que cuando Einstein expuso su teoría a la comunidad científica uno de los asistentes le solicitó si podía explicarla con más claridad.
Einstein respondió: «Pues no, pero tampoco sabría explicarle cómo se hace un huevo frito; sí puedo, en cambio, interpretar su realidad».
Hablando de huevos fritos y de finales de noviembre, que es tiempo de otoñal invernía, recuerdo que por tierras extremeñas de Castuera, partido judicial donde se ubica la comarca de La Serena y en ella Monterrubio de la Serena, y donde conservan un curioso «hecho de habla» (el CASTÚO) reivindicado por el poeta Luis Chamizo en 1921 en «El miajón de los castúos», son famosos los «gazpachos de huevos», y más concretamente los GAZPACHOS DE HUEVO FRITO.
Se preparan así:
Se asan al horno unas patatas (con su piel), se pelan y en una gazpachera se aplastan con un tenedor.
En sartén con aceite, (lógicamente en la zona será de D.O. Monterrubio de la Serena) se fríen uno o dos huevos y se añaden al puré de patata aplastándolos también con el tenedor.
Se agregan, después, sal, vinagre, aceite de fritura del huevo, cebolla picada fina y un poco de agua sin que el conjunto resulte excesivamente caldoso.
Me dicen que algunos gustan de añadir «granos» de granada, trocitos de melón e, incluso, carne de liebre, de conejo o de perdiz asados y muy desmenuzada.
Esto ya sería, en interpretación einsteniana, un GAZPACHO RELATIVISTA.
¡Ah! Y esos huevos, tal como los ven en la foto, los acabo de freír yo con mis manos pecadoras.