POR MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL, CATEDRÁTICO DE DERECHO PROCESAL Y ACADÉMICO. CRONISTA OFICIAL DE PRIEGO (CÓRDOBA)
¡Quién nos iba a decir que este participio pasado del verbo allegar, ya recogido en el primer tomo del Diccionario de la RAE, editado en 1726, iba a tener un meneo de órdago casi trescientos años después! Pero así es la gramática y su tejido de palabras, cuyo uso está al pairo hasta que las circunstancias lo mueven. Tal es lo que le ha sucedido con el vocablo allegado, término coloquial que todo el mundo da por sabido cuando un episodio mortífero, como es la pandemia, lo saca de sus casillas y lo echa a volar. Allegado se considera a la «persona cercana o próxima a otra en el espacio y en el tiempo en parentesco, amistad, trato o confianza».
Entrando al trapo, algunos presidentes de comunidades autonómicas, saltándose a la torera el imperativo gubernativo, con su prurito de pulirla, han declarado que dada la complicación que produciría el trasiego de allegados en la próxima Navidad sólo podrá moverse la llamada «ciudadanía» siempre que sea para reunirse con familiares, nunca con allegados.
Los juristas y académicos que somos buena gente tratamos por encima de todo de fundamentar las reglas para que su alma se vea más que su cuerpo. Y es que la figura del allegado ha tenido fortuna y ha sido reconocida legalmente relacionándola con el derecho de visita de los menores en el artículo 160, párrafo 2º, del Código Civil que prescribe que «no podrán impedirse sin justa causa las relaciones personales del menor con sus hermanos, abuelos y otros parientes y allegados». Este artículo consagra el derecho de visita o relación reconocido al menor a fin de no mermar su personalidad. Más adelante en el párrafo 3º asimila la ley al pariente con el allegado. Sería el allegado un pariente, siendo aquél una especie del género con el que se le asocia. «Presumimos que la policía sancionadora deberá tener aprobado un máster en genealogía»
Resultará preciso establecer, por tanto, cuáles y cuántos sean los parientes o allegados y en qué grado para evitar ser sancionados en el supuesto del desplazamiento a casa ajena, invocando esta condición. Dejando indeterminado en todo caso el grado de parentesco en la norma de marras, como un coladero o trampantojo, podría invocarse el parentesco por un allegado primo tercero de otro respecto a la tía bisabuela materna, en su calidad de tataranieto. Presumimos que en tal caso la policía sancionadora deberá tener aprobado un máster en genealogía, porque la hipótesis, aun siendo peregrina y extremosa, es posible.
A más a más, que dicen en Cataluña, una enorme jurisprudencia periodística se ha prodigado al respecto con plurales versiones. El presidente cántabro, que es un figura, ha ironizado con el ministro del ramo para hacer una de sus gracias: «Es muy importante que esto no sea una barra libre y que los allegados sean allegados de verdad, y no llegados», dixit.
La marabunta de casos que se ha suscitado en la palestra informativa ha sido tal que hay quien sostiene que son allegados los amigos de una peña de fútbol o los compañeros con quienes se comparten cañas y tapas al salir del trabajo diario, los vecinos del quinto bien avenidos, la llamada asistenta, la niñera o «tata» de toda la vida a la que se profesa un profundo cariño; las nodrizas, e incluso el padre putativo respecto al padre biológico, y no digamos la suegra que sigue siendo un paradigma en las relaciones familiares de cuñados y yernos y demás ralea. Le será difícil —se comenta— imaginar al guardia control de carreteras sondeando a los conductores sobre su relación con la persona a la que van a acompañar en Nochebuena, saltándose el cierre perimetral de cada comunidad.
El ministro creativo
Saliendo al quite el mismo ministro creativo para que la prescripción gubernativa sea menos indeterminada ha dicho que el documento se refiere a tener una afectividad especial, con quien «sin tener una relación familiar clásica con otra persona tenga una vinculación sentimental muy determinada», con tal de recoger en su contenido «todas las realidades sociales», cual burbuja de convivencia estable. Por la boca muere el pez, pues siendo éstas ilimitadas el trasiego de allegados será infinitamente más exponencial que si no se hubiere interpretado tan laxamente. Hoy la familia in extenso está lejos de ser considerada como antaño «una comunidad de padres, hijos y otros miembros organizados en torno al matrimonio monogámico y heterosexual».
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado lo tienen crudo esta Navidad, pese a quien le pese. Difícil situación será conjugar la norma con la presencia del virus que acecha sin que uno pueda percatarse de su alevoso ataque. No entramos a dilucidar el número de allegados, si seis o diez, niños incluidos, pues éste será otro vía crucis, y aún queda lejos la Semana Santa.
Fuente: https://sevilla.abc.es/andalucia/cordoba/sevi-allegado-202012150825_noticia.html