POR JOSÉ LUIS CABO SARIEGO, CRONISTA OFICIAL DE RIOSA (ASTURIAS)
Entrada del Socavón (1.165 m). Según el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, D. Miguel Ángel De Blás, este enorme «trisquel» de huecos mineros fue publicado, en alguna ocasión, como prehistórico, sin embargo es de mediados del siglo XX (explotación a cielo abierto del filón Metastur):
Entrada del Arrebolleu (1.170 m). Afloramiento y sobrexcavación filón San Felipe. Aparece recogido en el dibujo de Mario Alvaro del Manzano en la Revista Minera, metalúrgica y de Ingeniería, en la Memoria publicada por el Ingeniero belga D. Alfonso Dory en la que da cuenta del redescubrimiento de las Minas Prehistóricas de Texeo e en el año 1888 por D. Alejandro Van Straalen (noviembre de 1893):
El territorio de Riosa fue minero desde la Prehistoria -Calcolítico tardío -. Hace ya, cuatro mil quinientos años, se explotaban las Minas de Cobre de Texeo en la vertiente sur-oriental de la Sierra del Aramo. Y no puede ponerse en duda que, dadas las enormes dificultades a la que tuvieron que enfrentarse nuestros antepasados para la obtención del rico mineral de cobre, a una altitud de 1.200 m. y utilizando herramientas muy rudimentarias, que les permitía subsistir y comerciar con otros pueblos, los mineros prehistóricos sufrieron accidentes mortales en las Minas de Texeo.
La antigüedad de estas minas está corroborada por los análisis llevados a cabo por Dª. Monserrat Hervella y Dª. Concepción De la Rúa y que salió a la luz en el año 2018. Se titula «Paleogenetics of Northern Iberian fron Neolithic to Chalcolithic Time» (2018). Hervella y De la Rúa, que trabajaron estrechamente con el Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, D. Miguel Ángel De Blas Cortina, han analizado el ADN mitocondrial de 15 mineros de las minas prehistóricas de Texeo, comparándolos con otros individuos antiguos y con la población actual.– Sobre este tema tengo publicado un trabajo en este blog. al que podéis acceder pinchando el siguiente enlace:
https://jlcabocronistariosa.blogspot.com/2021/01/el-adn-de-los-mineros-prehistoricos-de.html
«Punto de Partida». Situado en el «Rincón de La Campa les Mines». La razón de esta denominación (punto de partida), tiene su origen a que, después del redescubrimiento, en este punto fue plantada la estaca inicial de la demarcación minera solicitada por D. Alejandro Van Straalen en el año 1888:
El ingeniero D. Alfonso Dory -Alphonse Dory y De Villers, nacido en el año 1860 en Moresnet (Belgica)- publicó una memoria sobre el redescubrimiento de las Minas de Cobre de Texeo en el año 1888 por el ingeniero belga D. Alejandor Van Straalen, en la Revista Minera Metalúrgica y de Ingeniería -,fechado el 01-01-1893 y publicado, en su primera parte, el 1 de noviembre de 1893 (número 1463) y la segunda, EL 24 de noviembre de 1893 (número 1466), con el título “Las minas antiguas de cobre y cobalto del Aramo”. Esta publicación, junto a la realizada un año más tarde (1894) en revista belga «Revue Universelle des mines, de la métallurgie, des travaux publics et des arts appliqués a l´industrie»: “Les Mines préhistoriques de l´Aramo (Asturies)”, constituyen instrumentos fundamentales para conocer todo lo que se encontraron en el momento del redescubrimiento. Dory fue un testigo de excepción ya que, incluso participó en las primeras decisiones y trabajos llevados a cabo para iniciar la explotación.
En relación con los esqueletos hallados en el momento del inicio de la explotación, siguiendo la exposición de Dory, nos dice que los cuatro primeros esqueletos fueron hallados en una galería que por tal motivo fue denominada “Galería de los esqueletos”, dos de ellos fueron atrapados por un hundimiento que les produjo la muerte, con el martillo junto a su mano; los otros dos estaban sentados con las piernas juntas y las rodillas a la altura de la barbilla, teniendo, uno, también el martillo cerca de su mano. Y dice, Dory: “En esta postura solían enterrar los hombres primitivos a sus muertos”. Entre otros, este es un a de las apreciaciones en que se basa el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, para afirmar que no se trataba de un accidente laboral, sino más bien de enterramientos rituales en las galerías que ya habían sido explotadas.
Leyenda en la urna del último esqueleto completo depositado en el Museo Arqueológico de Oviedo. Fue encontrado en el mes de julio del año 2006, en la campaña arqueológica llevada a cabo por D. MIGUEL ANGEL DE BLAS CORTINA, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo y que comienza en el año 2005, en la que contó con la colaboración del ingeniero de minas, D. Manuel Suárez, utilizando mineros del Pozo Montsacro. Relaciona el hallazgo de estos esqueletos con la tesis de los enterramientos funerarios como «…ofrenda a los seres que rigen las minas. La entrega de los cuerpos sería el pago por la extracción de la riqueza subterranea»:
Esta tesis ha sido desarrollada por el catedrático DE BLAS CORTINA, en un trabajo titulado “La mima como ámbito infra terreno y el cadáver como ofrenda ritual”. “A propósito de los esqueletos humanos hallados en las explotaciones cupríferas del Aramo”.Se trata de un trabajo integrado en el libro “Mineros y Fundidores en el inicio de la edad de los metales”. “El Midi francés y el Norte de la Península Ibérica”, editado con la coordinación y dirección de Julio Fernández Manzano y José Ignacio Herrán Martínez, publicado en 2003.
Con la tesis del catedrático DE BLAS CORTINA, coincide Dª María Fernanda Fernández Gutiérrez, según recoge en la ponencia presentada en el IV Congreso Internacional sobre Patrimonio Geológico y Minero celebrado en Utrillas (Teruel) el 25 y 28 de setiembre de 2003, titulada “Nueva aproximación a las Minas de cobre y de cobalto de la Sierra del Aramo: La explotación contemporánea y el enclave de Rioseco-Riosa (Asturias)”
No obstante, de esta tesis discrepa el equipo coleccionista minero investigador (GRUCOMI) que considera que los fósiles humanos de las Minas del Aramo, son consecuencia de un accidente de trabajo. Esgrimen tres argumentos para apoyar su afirmación:
1º.- Todos los testimonios de quienes describen los restos empezando por el propio Dory (1893), no dudan que aquellos hombres murieron trabajando.
2º.- Todos eran jóvenes o varones.
3º.-Estaban acompañados de herramientas y no de abalorios, como suele ser más común en la preparación del viaje al más allá.
Respecto a esta discrepancia hemos de decir lo siguiente:
Tanto DE BLAS CORTINA, -aparte de otros razonamientos- como GRUCOMI, fundamentalmente, se basan, en la Memoria de Dory para apoyar sus tesis, concretamente en el siguiente párrafo:
“Los cuatro primeros esqueletos fueron hallados en una galería que por ese motivo, la denominan “de los esqueletos”; dos de ellos estaban cogidos por un hundimiento en el que encontraron la muerte, pues uno conservaba el martillo junto a su mano, los otros dos estaban sentados con las piernas juntas y la rodilla a la altura de la barba, teniendo también uno de ellos el martillo cerca de su mano. En esta postura enterraban a sus muertos los hombres primitivos.”
DE BLAS CORTINA en la segunda parte del párrafo: “…los otros dos estaban sentados con las piernas juntas y la rodilla a la altura de la barba, teniendo también uno de ellos el martillo cerca de su mano. En esta postura enterraban a sus muertos los hombres primitivos.”
GRUCOMI en la primera parte del párrafo: “…dos de ellos estaban cogidos por un hundimiento en el que encontraron la muerte, pues uno conservaba el martillo junto a su mano.”
Por otra parte, Felix de Aramburu y Zuloaga en su libro «Monografía de Asturias» , pág.- 26 (1899), también recoge la doble posibilidad, basándose en lo escrito por D. Alfonso Dory, unos murieron como consecuencia de algún accidente: «... Algunos de aquellos esqueletos tenían aún empuñado el instrumento de trabajo, cual si el hombre hubiera sido sorprendido por la muerte en el momento de su tarea; otros aparecieron en cuclillas, cual si se tratara de un antiguo enterramiento.
Sin entrar en disquisiciones, del análisis de lo escrito en la Memoria, la conclusión más lógica es que Dory pensara en las dos posibilidades: unos murieron en accidente y otros, la mayoría, eran enterramientos rituales, tal como defienden MIGUEL ANGEL DE BLAS CORTINA y MARIA FERNANDA FERNANDEZ GUTIERREZ.
Más recientemente (año 2015), D. Mario García Antuña, en su libro «Catástrofes Mineras Asturianas» (tomo I, págs.30 a 38), se suma a los defensores de la tesis de que los restos humanos hallados en las Minas Prehistóricas de Texeo (Riosa) son consecuencia de accidentes de trabajo.
Que algunos de los esqueletos encontrados en las Minas de Texeo, después de su redescubrimiento por el ingeniero D. Alejandro Van Straalen en el año 1888, fueron consecuencia de accidentes de trabajo lo podemos corroborar en las manifestaciones hechas por una persona que participó activamente en las labores llevadas en las minas después del redescubrimiento. Nos referimos a D. Mario Álvarez del Manzano, cuñado del ingeniero, D. Alejandro Van Straalen, hasta el punto que los grabados o dibujos de los cráneos y herramientas que aparecen en la Memoria del ingeniero D. Alfonso Dory, en la Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería de Madrid (noviembre de 1893), son obra suya (se puede ver su nombre en el margen derecho del dibujo)
Estas manifestaciones de D. Mario Álvarez del Manzano aparecen recogidas en una publicación del catedrático de Historia Natural y paleontólogo, D. Daniel Jiménez de Cisneros y Hervás en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural titulado «Indicación de algunos yacimientos prehistóricos y noticia acerca de otros» (tomo XXV-1925).
En su página 74, al hablar sobre los martillos utilizados en las minas de cobre de Asturias y su forma de uso, se refiere a la explicación que le dio D. Mario Álvarez del Manzano que, en el año 1909, era director de las Minas de mercurio y de la fábrica de sulfuros de arsénico de la Soterraña (Lena). Habla de un minero muerto hallado en los primeros años del redescubrimiento de las Minas de cobre de Texeo. Hasta le hace una descripción del hallazgo: «.. explorando una abandonada mina de cobre en Aramo -se refiere a las Minas de cobre de Texeo -, se encontrase en una galería un esqueleto, tendido de espaldas, penetrado todo él por las sales de cobre. Tenía sobre la destrozada pelvis un gran bloque, y la cabeza, atravesada por el frontal con un clavo de cobre. De la muñeca derecha pendía un trozo, no muy largo, de correa, conservada gracias al cobre, y al extremo, atada la piedra en forma arriba dicha…»
En la página 74, en el artículo publicado por D. Daniel Jiménez de Cisneros y Hervás en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, titulado «Indicación de algunos yacimientos prehistóricos y noticia acerca de otros» (tomo XXV-1925), al hablar sobre los martillos utilizados en las minas de cobre de Asturias y su forma de uso, se refiere a la explicación que le dio en el año 1909, D. Mario Álvarez del Manzano sobre el hallazgo del esqueleto de un minero muerto en accidente en la época prehistórica:
Esta descripción, pero aún con más detalles, también aparece recogida en la nota a pie de la página 297 (nº 3, que continua en la pág.298), de otro artículo del mismo autor, «Yacimiento prehistórico de la Carayala (Elche)» que aparece publicado en el Boletín de junio en el año 1919. Refiriéndose al clavo de cobre en la frente, lo denomina «golpe de gracia». El propio autor, D. Daniel Jiménez de Cisneros, lamenta que no se hubiera conservado aquel esqueleto, digno de estar en un museo.
D. Daniel Jiménez de Cisneros y Hervás (1863-1941), ejerció la docencia como catedrático de Historia Natural del Real Instituto Jovellanos de Gijón durante doce años, donde llegó a ser director de su Jardín Botánico (1893). Precisamente, durante su estancia en Asturias, se relacionó con D. Mario Álvarez del Manzano, cuñado del descubridor de las Minas Prehistóricas de cobre de Texeo en el año 1888 y que participó activamente en la puesta en marcha de la explotación, de ahí que pudiera oir, de boca de D. Mario, el hallazgo del esqueleto muerto en accidente en la época prehistórica.
Alguien podría pensar que podría ser de un minero muerto en los años posteriores al redescubrimiento de las minas en el año 1888, sin embargo hay un detalle que sitúa su muerte en la Prehistoria que no es otro que la correa de cuero atada a la muñeca derecha que sujetaba el martillo – piedra ovoide de buen tamaño a la que le practicaba un surco en la parte media de pocos milímetros de profundidad y de un centímetro medio o dos de ancho-, con el que solía trabajar los mineros del cobre en la Prehistoria y del que hay depositados en el Museo Arqueológico de Oviedo varios ejemplares. Por otra parte, la referencia al clavo de cobre incrustado en la frente, que él denomina «golpe de gracia», nos lleva a la misma conclusión.
Martillos y mazas, algunas de la Minas de Texeo (Riosa), en la Sierra del Aramo, depositadas en el Museo Arqueológico de Oviedo:
Artículo de D. Daniel Jiménez de Cisneros y Hervás publicado en el boletín de la Real Sociedad Española de Ciencias Naturales, en el año 2019, en el que, en la nota nº 3, al píe de la página 287, continuada en la página 288, refiere el relato del D. Mario Álvarez del Manzano sobre el hallazgo de un minero muerto en accidente en la época prehistórica, en las Minas de cobre de Texeo:
Lo que no cabe duda es que este esqueleto era el de un minero muerto en accidente en la Prehistoria, pero no un entierro ritual.
Nosotros, además de la referencia genérica que realiza, Alfonso Dory en su Memoria publicada en La Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería de Madrid, en el año 1893 y de la que ya hemos hecho mención, o la que hace D. Miguel Ángel De Blás en su trabajo «La minería prehistórica y el caso particular de las explotaciones cupríferas en la Sierra del Aramo» (pág. 180) – aunque la considere incontrastable -, no tenemos constancia de otras referencias escritas sobre mineros muertos en accidente en la Prehistoria en las minas de cobre de Texeo (Riosa) como la recogida por el Sr. Jiménez de Cisneros en los boletines de la Real Sociedad Española de Historia Natural de 1925 y 1919.
Por otra parte, tampoco podemos dudar del testimonio ya que quien lo hace en el año 1909 fue precisamente D. Mario Álvarez del Manzano, involucrado directamente en las tareas de preparación para la puesta en funcionamiento de las minas de cobre de Texeo en los años siguientes al redescubrimiento por parte de su cuñado, D. Alejandro Van Straalen (1888).
Último esqueleto completo encontrado en el mes de julio del año 2006, en la campaña arqueológica llevada a cabo por D. MIGUEL ANGEL DE BLAS CORTINA, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo y que comienza en el año 2005, en la que contó con la colaboración del ingeniero de minas, D. Manuel Suárez, utilizando mineros del Pozo Montsacro.
Se halla depositado en el Museo Arqueológico de Oviedo:
Durante el último periodo de explotación de las Minas de cobre de Texeo, en el que la titularidad de las minas la ostentaba la sociedad METASTUR (1947-1960), no hubo muchos accidentes mortales. Solamente tenemos constancia de dos. En el Registro Civil de Riosa, hemos encontrado el acta de defunción de uno de ellos.
Se trata de VICENTE MUÑIZ GARCÍA, de veinticinco años de edad, soltero, hijo de Francisco y Sagrario, natural y vecino de la Cantera (Riosa). El accidente mortal tuvo lugar en las Minas de cobre de Texeo (Riosa) – Sierra l´Aramo – el día OCHO DE JUNIO DE MIL NOVECIENTOS CINCUENTA Y UNO, a consecuencia de asfixia por compresión.
También, según nos cuentan algunos vecinos de Llamo (Pepe Llamo, entre otros); y Santiago Sánchez, que vivió y trabajó en Rioseco entre 1954-1960, hubo otro fallecimiento. Este se produjo en Rioseco, en el exterior de las minas, a finales del año 1956, cuando las Minas de Texeo estaban a su máximo rendimiento.
Se produjo cuando el trabajador se hallaba destrabando la tolva que recogía el mineral que transportaba hasta allí el cable aéreo procedente del piso 2º. Consiguió destrabarla pero quedó sepultado. Se trataba de Manuel, al que todos conocían como «Manuel el andaluz» – ignoramos sus apellidos y demás datos -. que vivió, en El Cabornu en una chabola existente junto a a la cuadra del prado. Sin embargo, así como encontramos el asiento de la defunción de Vicente Muñiz García, la de Manuel no la encontramos, quizá porque lo hubieran rescatado con algún signo de vida y fuera trasladado a algún centro hospitalario de Oviedo. En el Registro Civil de Oviedo no pudimos comprobarlo al desconocer sus apellidos.
LA MINERÍA DEL CARBÓN EN RIOSA.-
Por lo que se refiere a la minería del carbón, aunque su inicio se produzca en Riosa más de tres mil años después, sin embargo llega a tener mucha mayor relevancia que la del cobre, sobre todo desde el punto de vista económico. Trajo el progreso a la zona y supuso el despegue del Concejo de Riosa, pasando de ser un Concejo dedicado a la agricultura y la ganadería a meterse de lleno en el desarrollo industrial, dejando en segundo plano las actividades que fueron su medio de vida durante muchos siglos.
De todos los pueblos del Concejo, fue precisamente Purció al que le cupo el honor de ser el primer pueblo de Riosa donde se explotó el carbón de hulla con fines industriales.
En esta fotografía se puede ver el perímetro donde se ubicaban las principales instalaciones de las Minas de Porció – Minas de Riosa -, en el periodo 1846-1888. El núcleo principal se corresponde con el denominado «Pinar de Porció» y su entorno:
La minería del carbón fue signo de prosperidad, sin embargo, también trajo desgracias. El carbón significaba, trabajo, sacrificio, prosperidad, pero, en ocasiones …, accidentes y muertes.
Cuando se producía un accidente mortal, suponía una familia rota con un futuro que se tornaba incierto, sobre todo en el caso de las viudas, generalmente, con varios hijos menores.
Al final, las estadísticas son tozudas y nos dejan números muy claros, muchos de los jóvenes que optaban por trabajar en la mina, no llegaban a los 25 años.
Todas las estadísticas que reflejamos a continuación se refieren exclusivamente a los mineros fallecidos en el Coto carbonífero Riosa-Morcín (1846-2014), números que se incrementarían notablemente si tuviéramos en cuenta los mineros fallecidos fuera del Coto.
Principalmente en el Valle de Canales (Riosa), antigua explotación de «San Cesar» en época de Minas de Riosa, y más tarde, con Hulleras de Riosa, son muchos los jóvenes de entre 16 y 25 años que perdieron su vida en la mina: DIECINUEVE – de Riosa y Morcín-.
En esa larga lista es necesario resaltar a las mujeres que cuando se producía el accidente, estaban embarazadas. El Registro civil de Riosa lo refleja con una frase muy gráfica: «en estado interesante». Fueron TRECE – de Riosa y Morcín – .
Por otra parte, los desgarradores testimonios de las viuda de los mineros fallecidos en accidente, son un fiel reflejo de la cruel realidad del DESPUÉS de un accidente mortal en la mina.
A partir de ese momento, las mujeres viudas, algunas con familias numerosas, sacaban fuerza de donde no la tenían y lograban sacar a sus familias adelante. Ellas fueron auténticas heroínas después de la tragedia. La fatalidad no las arredraba, porque lo que estaba en juego era el futuro de sus hijos. Como buenas madres protegían a sus hijos que formaban una piña entorno a ellas. Los hijos de más edad pasaban a ocupar un escalón superior y se transformaban en el apoyo de las madres. Los varones, iniciando su vida laboral a edades muy tempranas, principalmente en la mina, donde tenían preferencia por ser hijos de viuda; las hijas, ayudando a la madre en el cuidado de los hijos pequeños y de la casa. De esta forma, unos y otros, se involucraban en el mantenimiento de la casa mientras que los más pequeños podían conseguir formación a través de instituciones como el Orfanato Minero o centros similares, incluso, fuera de Asturias.
A veces, los hijos, se percataban de la necesidad que había en la casa y llegaban a falsificar su edad para poder entrara trabajar en la mina. Podemos decir que la parte triste de esta historia generaba otra de lucha y esperanza.
Entre los mineros muertos en accidente en la mina y que vivían en en Riosa o Morcín, los hay que que llegaron con sus familias desde otros puntos de España, que llegaban a nuestra tierra atraídos por el auge de la minería y en busca de una vida mejor. Algunos de ellos tuvieron la desgracia de morir en la mina. FUERON DIECISEIS.
Cuando se produjo el auge de la minería, a principios de los años de 1950, ni Riosa ni Morcín, estaban preparados para recibir tal aluvión de gente, de ahí, que los primeros que llegaron se repartieron por todos los pueblos y caseríos, ocupando todo tipo de edificaciones. Todo este cúmulo de circunstancias dio lugar a la construcción de las barriadas mineras.. En Riosa, en L´Ará, 228 viviendas, las «colominas» (entre 1950 -1956) y 110 en Nixeres en el año 1959. En total 338 viviendas. En Morcín, las 170 de Las Mazas.
Fueron muchos los muertos, quizá excesivos. Las condiciones de trabajo durante los periodos de Minas de Riosa -incluido el periodo francés- (1899-1914) y Hulleras de Riosa (1915-1952), no eran las más idóneas y muchos mineros, aparte de los muertos en accidente (43), no llegaban a la ancianidad y morían en sus casas víctimas de la silicosis. En la época de Ensidesa-Minas de Riosa (1953-1969) y de Hunosa (1969-2014), si bien las condiciones de trabajo eran mejores, también hubo accidentes mortales, algunos de ellos propiciados por los nuevos métodos de explotación. Durante los 17 años de Ensidesa-Minas de Riosa se produjeron 35 accidentes mortales y durante el periodo de Hunosa, 27, durante 45 años.
Durante el largo periodo que va desde 1846 a 2014, los accidentes que tuvieron mayor repercusión fueron aquellos en que se produjeron mayor número de fallecidos, en concreto fueron dos y tuvieron lugar en el mismo año (1967), en el periodo de Ensidesa-Minas de Riosa.
El primer, el ocurrido el 31 de de enero de 1967 en el nivel 310, 5º transversal, capa 19, en Otura (Morcín). En ese accidente perdieron la vida, tres mineros de Morcín y uno de Riosa: Jesús Moreno Balleteros, de Santa Eulalia de Morcín; Laureano Figares Martínez, de la Foz de Morcín; José Fernández Fernández, de La Carbayosa (Morcín) y Benigno Pello Villoria, de La Cantera (Riosa).
El segundo accidente con otros cuatro mineros muertos (tres de Riosa y uno de Morcín) se produjo el 28 de marzo de 1967, en el Pozo Montsacro, capa 8ª de 3ª a 2ª planta; Edelmiro Gaspar Caldevilla Muñiz, de La Pontialta (Riosa); José Zafra Muñoz, de Las Mazas de Morcín; Macario Ávila Luna, de Villamer (Riosa) y Manuel Ángel Menéndez Martínez, de L´Ará (Riosa)