POR ÁNGEL DE RÍO, CRONISTA OFICIAL DE MADRID Y GETAFE
Dentro del Ayuntamiento, por los pasillos y corredores, se dice del Palacio de Cibeles, que se ha convertido en la «casa de los líos». Y es que los últimos resultados electorales han emponzoñado la convivencia dentro del equipo de gobierno, y también en relación con sus socios de apoyo, es decir, con el PSOE, quienes podrían negarle el apoyo a la vuelta del verano, según Ángel del Río en La Razón.
En Podemos no ha sentado bien que la alcaldesa de la capital, Manuela Carmena, minimizara la pérdida de 100.000 votos con respecto a las elecciones generales de diciembre pasado, argumentando algo así como que los había perdido la coalición electoral Unidos Podemos, y que la presencia de ésta en el gobierno municipal es mínima. No ha sentado bien que la alcaldesa considere que Ahora Madrid no es una marca de Podemos, que tiene su propia autonomía y trascendencia política, cuando todos saben que está formada en torno a la idea del partido de Pablo Iglesias, con el aditivo Ganemos y una pizquita de Equo.
Ejercicio de autocrítica
Algunos próximos, o afines, al Gobierno del Ayuntamiento, están pidiendo un ejercicio serio de autocrítica, porque la pérdida de 100.000 votos no es un accidente circunstancial, sino un síntoma, una tendencia, una expresión en las urnas de que las cosas no se están haciendo bien, y eso tiene un coste electoral. Y por encima de los resultados en votos, está el dibujo del mapa político que diseñaron las urnas el domingo 26 de junio: de los veintiún distritos de la capital, en dieciocho ganó el Partido Popular, que recupera terreno, lo que inquieta a la izquierda radical. A la coalición podemita Ahora Madrid le quedan tres distritos: Centro, Puente de Vallecas y Villa de Vallecas. El primero de ellos, con una media de edad de sus habitantes muy por encima de la media de la capital, y en los distritos vallecanos, por la influencia de su vecino Pablo Iglesias y por ser cuna de movimientos sociales muy relacionados con el 15-M.
A los problemas, las discrepancias internas dentro de Ahora Madrid y en el propio seno de Podemos, se añade la desconfianza del grupo socialista hacia el Gobierno municipal; el enfado por una serie de decisiones que se han tomado sin hacérselas saber con antelación, como debería corresponder a la cortesía con quienes le apoya y sustenta, aún en situaciones donde resulta complicado justificar ese apoyo. Al grupo socialista no le ha gustado la valoración que la alcaldesa ha hecho de los resultados electorales; también le ha retirado su apoyo en el asunto de los cooperativistas de Cuatro Caminos y criticó con cierta dureza, la baza electoralista que el Gobierno de Carmena se sacó de la manga para anunciar la rebaja del IBI, en aquellos barrios donde Ahora Madrid obtuvo los mejores resultados en las municipales de mayo del pasado año. En este asunto, alguien con experiencia municipal les avisó de que podían estar cometiendo una infracción electoral anunciando esa medida en plena campaña. Y alguien del gobierno respondió que eran conscientes de ello, pero «cuando llegue la resolución de la Junta Electoral, lo retiramos de la web, una vez que ya alcanzado repercusión mediática, y en cuanto a la promesa de la rebaja, si es menester, diremos que, pese a nuestra buena voluntad, Hacienda no nos permite esa reducción selectiva del IBI».
El «factor Carmona»
El grupo municipal socialista está a la espera de ver cómo se resuelve el tema de los pactos o no pactos, de la gobernabilidad a nivel nacional, para tomar decisiones que podían pasar por la renuncia definitiva a entrar en el Gobierno de Manuela Carmena, incluso, a partir del mes de septiembre, del nuevo curso político, retirarle su apoyo incondicional, dejándole a los pies de los caballos y la puerta abierta a una posible moción de censura, aunque esto último debería pasar el filtro de Ferraz y el sondeo a las intenciones del «tapado» Antonio Miguel Carmona, que desde la sombra ya está pidiendo que se cambien muchas cosas en el socialismo madrileño, y en consecuencia, en el grupo municipal.
Puede ser un verano caliente y un inicio de curso con decisiones importantes. El PSOE tiene cada vez más dudas de si su apoyo al gobierno municipal, no está perjudicado seriamente su salud política, sino se está contaminando de la forma en que se toman decisiones que parecen no son las mejores para Madrid y los madrileños. Y dentro de la cocina, en Ahora Madrid, puede aparecer más de un garbanzo crítico que estropee el cocido de la gobernabilidad. No corren buenos tiempos para la lírica radical.