POR ANTONIO RAMIRO CHICO, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA Y PUEBLA DE GUADALUPE (CÁCERES)
La Junta de Extremadura, a través de su Consejo de Gobierno, aprobó el 17 de octubre, el decreto por el cual se declara Bien de Interés Cultural al abastecimiento hidráulico medieval del Monasterio de Guadalupe, conocido como “Arca del Agua”, con la categoría de Monumento “por su antigüedad, peculiaridades y por la existencia de elementos estructurales de su trazado conservados y en uso”, propiedad de la Puebla y Villa de Guadalupe desde la exclaustración de 1835, que el Ayuntamiento tuvo que asumir su conservación y restauración.
El nuevo foco de desarrollo del Santuario y Puebla demandaba a mediados del siglo XIV cada vez más caudal de agua para poder atender las necesidades de los incontables peregrinos, vecinos, oficios y servicios de hospitales, por tal motivo don Toribio Fernández de Mena, segundo prior secular (1348-1367), gran conocedor del término de Guadalupe, busco el nacimiento del río, en la ladera de los Hoyicios, donde fluye grandes veneros bajo sus pedreras, con un sonido ronco y penetrante a casi cinco kilómetros del pueblo, lugar donde edificó una hermosa y grande Arca en la que se recoge las aguas de los manantiales de la dicha fuente, desde el año 1350:
“… más como para conducir el agua al pueblo estorbase y fuese impedimento un grande y alto cerro que está delante que llaman Miramontes… mandó romper y minar el dicho monte y cerro de manera que el agua pudiese pasar por bajo del y venir al pueblo y hizo una mina tan alta que cabe un hombre a caballo por ella, y la larga que tiene de una puerta a otra seiscientos pies y para guiarla al pueblo por las muchas vueltas que los cerros hacen, hizo quebrar muchas y muy grandes peñas por donde viene encañada, en la cual obra se gastaron 30.000 doblas de oro”.
Esta ingente obra hidráulica considerada por el monasterio como su mayor patrimonio por la cantidad de dinero que gastaron en su cuidado y mantenimiento consta de un Arca principal labrada con cal, piedra y ladrillo, toda ella cubierta por bóveda de cañón, con una profundidad de unos 60 metros y dos galerías: a) Izquierda es por la que fluyen los manantiales. b) Derecha o encorvada (17,22 m.) actualmente seca, aunque anterior al siglo XVI manaba un buen golpe de agua, y su correspondiente desagüe o sangradera en el suelo del arca para llevar a cabo la limpieza, que solía hacerse por San Juan.
Acceder a ella a través de ese arco de medio punto rebajado es escudriñar las entrañas de la propia tierra, sentir el bombeo incesante del agua que brota fresca y cristalina por sus manaderos que te oxigenan y te dejan sentir el verdadero pulmón de Guadalupe, que fluye incesantemente cantarina desde el siglo XIV en cada una de las fuentes del monasterio y puebla, semejantes a aquellas empresas de la antigüedad, como dejó escrito el historiador campanariense Francisco de San José, a la Mina de Megaro o a la Azequía de Semiramis.
Arca secundaria o purificadora está situada delante de la principal hacia la derecha, fabricada también con cal, cantos y ladrillos con cubierta de bóveda de cañón apuntado, cuyas dimensiones son: 1,05 m. de larga por 1 m. de ancha por 1,25 m. de alta y su función es la de recibir el agua de la principal, por lo que su caja o depósito es bastante más profundo y amplio, de esta forma los sedimentos que arrastra el agua se depositan en su fondo donde se encuentra la sangradera o desagüe y una vez purificada el agua sale a la cañería, cuyo trazado demuestra un perfecto conocimiento del terreno, ajustándose a los accidentes y también a la calidad de los tubos de barro cocido.
Como todas las obras humanas el paso del tiempo las va minando, por ello durante el priorato del P. Fr. Juan de Zamora (1444-1447) se hizo mucho gasto en soterrar la cañería que estaba al descubierto por la correntía de las aguas y por el paso de las bestias que por dicho camino pasan, encañándola de nuevo con recios atanores. Hizo también las fuentes altas del claustro y las necesarias, para las cuales dio el maestre de Alcántara, don Juan de Sotomayor, enterrado en la capilla de San Martín, cuatro mil florines de oro. Dicha sangría económica provocó en la Puebla el mayor alzamiento que se registra en el historia del señorío temporal -14 de diciembre de 1446-, se produjo motivado en gran parte por los impuestos exigidos al vecindario para la distribución de los servicios de aguas.
También para este arreglo y para rehacer la Cilla el rey, Juan II, en 1448 y 1449 extendió respectivamente dos cédulas, para que se pudiese echar sisa o zalía en todas las cosas que se vendiesen en esta puebla tanto por los vecinos como los de fuera por un espacio de tiempo de 20 años.
El crecimiento rápido de la Comunidad jerónima obligó a su prior fray Juan de Guadalupe, el calero a recoger en 1498 también el agua, que a mitad de camino, nacía en la fuente de Ballesteros, en lo alto del cerro de los Miramontes, uniéndola así a la cañería.
Casi veintitrés años después, una falla o grieta abierta bajo los manaderos obligó al padre fray Juan de Siruela en 1521 a llevar a cabo una gran obra hidráulica, construyendo nuevas minas en las que gastó 1.500 ducados:
“El agua de la dicha arca se hundió y sumió junto por donde manaba por unas vías que la misma agua había hecho por debajo del arca, cuasi cinco estados en hondo, de manera que no podía venir al monasterio y pueblo, porque de tres partes, las dos o más se perdían no pudiendo cogerse en el arca de donde viniese por sus caños. Pues viendo esto el dicho Prior tomó consigo algunos religiosos y albañiles y se fue allá y ayudándoles Nuestra Señora cavaron y ahondaron hasta hallar el agua cinco estados y hallada la siguieron hacia arriba por las minas que ahora están hechas de bóveda… en la entrada de las minas está puesta una gran plancha de metal en la pared en que está esculpido en letras lo referido… ad perpetuam memoria”.
Entregada dicha obra, tras la desamortización a la administración local del Ayuntamiento de Guadalupe, han sigo igualmente frecuente las obras de mantenimiento llevada a cabo tanto en las Arcas como en la cañería, como las de 1861 y 1879 bajo la dirección de Dr. don Pedro Navas o las de 1950, sustituyendo parte de la cañería de barro por tubos de uralita y construyendo un gran depósito abovedado con amplios contrafuertes donde se depura el agua en la parte alta del pueblo.
Pero la falta de agua, principalmente en los meses de verano en Guadalupe hace que el Ayuntamiento en 1970 se plantee hacer una nueva toma de agua, esta vez sobre el mismo curso del río en su naciente de los Hoyicios con una presa y nueva cañería que trae el agua directamente hasta los depósitos.
Dicha declaración viene a incrementar el rico patrimonio histórico-artístico que la Puebla conserva en su término: Real Santuario de Santa María de Guadalupe, declarado Monumento Nacional Histórico-Artístico (1879) y Patrimonio de la Humanidad (1993); Puebla y Villa de Guadalupe, declarado Monumento Histórico-Artístico (1943); Granjas de Mirabel y Valdefuentes, Monumentos Históricos-Artístico (1931).
Fuente: http://cronistasdeguadalupe.blogspot.com.es/el-arca-del-agua-.html