POR FULGENCIO SAURA MIRA, CRONISTA OFICIAL DE ALCANTARILLA Y FORTUNA (MURCIA)
Hablando de trashumancia, que es por otro lado interesante, dado el estado actual de nuestras vías pecuarias, no está mal evocar aquella que vivió nuestra villa en el siglo XVII, tan importante como la de los pueblos comarcanos. Y no solo ello sino por el conocimiento de las cañadas y sendas que habían de atravesar los pastores cruzando zonas desde Cuenca o la Mancha con su ganado a esta villa, en ese ciclo de movida de las reses en un afán de invernar o descansar en el estío en sitios acomodados. Durante ese tiempo el viejo rabadán era una silueta que se dominaba en el horizonte, era percibida como integrada en el paisaje, que era su medio en busca de la buena hierba para sus ovejas y ganado. Y esto es así desde que en el siglo XIII se crea el concejo de la Mesta que tanto ha significado en nuestra historia unido a la riqueza de las merindades. Y es que se ha dicho por algún autor que la cría de una oveja ha significado más para la economía que el olivo, la oliva o el cobre. Los beneficios de la trashumancia que es distinto al nomadismo del ganado, ha aportado beneficios ecológicos. La presencia de las vías pecuarias, ahora deterioradas por la apatía y el desarraigo de la vieja institución, nos indican que en Fortuna hubo sendas, cañadas y cordeles por los que pasaban estas siluetas de pastores con su rebaño portando los elementos propios del oficio donde la sebera y cayado era fundamental en su caminar, evocando una figura bíblica. Nuestro paso por esos vericuetos olvidados cercanos a chozas y fuentes, como abrevaderos, nos invitan a recuperar aquella mesta que deja paso a una trashumancia corta de índole familiar, que a su vez no deja de ser interesante.
Ya en el Interrogatorio de Ensenada de 1755, importante para el conocimiento de nuestros pueblos, se da cuenta de la situación ganadera de la villa y a partir de ahí la presencia del Cuarto del Charco Prisco, un lugar de refugio para el ganado que se integraba de cuatro secciones y que existía desde la repoblación de aquella en la época de Felipe IV. Para ello se determina como un bien de propio como las almazaras, posadas y otros almacenajes y de los que recibía un buen ingreso para sus arcas, que las debía engrosar para pagos y pleitos abundantes en la Real Chancillería de Granada. En este sentido es interesante recordar el arrendamiento que el Ayuntamiento hacía todos los años pata la subaste y remate del Cuarto, en este caso realizado en 1835 para el próximo invernadero estableciéndose unas condiciones y su valor en novecientos reales, que se había de comunicar por el Infrascrito Secretario, indicando que se hacía hasta el 25 de marzo, teniendo que satisfacerse en el acto del remate la cuota entera, determinándose los sitios por los que había de transcurrir el ganado. Se indicaba los caminos por los que había que conducirse aquel y que no deja de ser interesante por señalar los sitios, en ocasiones muy singulares. Pues debía transcurrir por el camino de Orihuela que va derecho a Fortuna por el camino de Alacid hasta llegar a la casa de Beatriz Palazón. Sigue en dirección a la casa del Mal Casado. Mediodía el mismo Cabezo Pernal. Poniente camino que va a Fortuna hasta llegar a las paredes del Azud viejo. Se dirige rambla Arriba al camino de herradura que va desde la Cañada de la Mula y Casa de Pagán, línea recta dar con la jurisdicción de Abanilla.
Conocemos otros Hacimientos o expedientes referidos a este mismo tema de arrendamiento del aprisco en función de las condiciones que la situación invernal aconsejaba, cosa que se llevaba con el orden mesurado una vez dadas a conocer en los sitios de costumbre, que eran las esquinas del pueblo, y no era de menor interés el proceso que se seguía para su adjudicación y que en otro momento comentaremos como novedad, que al parecer se realizaba en la villa. Una vez realizado el acto se comprometía el vecino a cumplir lo encarecido, en este Bartolomé Gil oriundo de Fortuna. El expediente se comunicaba al Subdelegado Superior del Ramo. Que pleitos se dieron por incumplimiento conocemos algunos y sus consecuencias, ya que la villa custodiaba con todo fervor el desarrollo de estas actividades ganaderas que no tenían por qué perjudicar el tránsito de reses de sus habitantes agricultores.
En todo caso traemos este tema a colación como una especie de lamento personal por el estado en que se encuentran nuestras vías pecuarias, el desconocimiento que supone la destrucción de las cañadas y sendas por personas sin escrúpulos que, por el solo afán de construir en zonas rurales y de montaña trituran los caminos por donde antes pasaban estos personajes, pastores que llevaban su rebaño hacia prados descansados conociendo de día el agua y el sol y de noche el frío y la escarcha.