POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Existe constancia documental que desde 1384, se viene conmemorando, en mi localidad, la tradicional fiesta del «Baño de la Santa Cruz», en la acequia del henchidor. Dicha celebración tenía lugar el día 14 de septiembre; festividad de «La Exaltación de la Santa Cruz».
Sin embargo, teníamos un grave problema con la emigración temporal a los campos de Castilla-La Mancha, para trabajar en las labores agrícolas de la siega de cereales, de la trilla y el empacamiento de la paja.
Estas temporadas dejaban a la nuestra población muy diezmada, también a las localidades de Caravaca y Abanilla, por lo qué, a mediados del siglo XVIII, se solicitó del Obispado de Cartagena-Murcia, el traslado de dicha festividad, al día tres de mayo; con la finalidad de qué, los trabajadores locales estuvieran en el pueblo, ya que la campaña de trabajo en los campos de Castilla-La Mancha, comenzaba a finales de mayo y no acababan hasta los días postreros de septiembre, por lo que la población estaba compuesta, en su mayoría, solo por ancianos y niños.
Dicha solicitud fue admitida y, desde mediados del siglo XVIII, se viene celebrando el tradicional baño de La Santa Cruz, en la acequia del henchidor, el día tres de mayo
La procesión del Lignum Cruci, bajo palio, salía y sigue saliendo, desde la iglesia parroquial, llevada en su Custodia, por el párroco. Las varas del palio eran portadas por jóvenes y algunos mayores del pueblo, las mujeres no podían hacerlo, según aquella la normativa. Por desgracia, apenas podían participar en eventos públicos; ni, incluso, en los religiosos.
En esas fiestas del 1966, de las que doy fe por haber participado en ellas, el párroco Emilio Riquelme Sánchez, introdujo el Lignum Cruci en las aguas de la acequia del henchidor, ante la atenta mirada de Nicomedes (el sacristán) y las jóvenes Mari Carmen, Asunción y Mari Encarna. Como podréis comprobar: ¡eran otros tiempos!