POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES.
El año que va camino de su fin nos ha dejado huérfanos de Carmen, que encontró su espacio vital entre las montañas veratas, mi querido Fernando, con el que recorrí los rebeldes y difíciles años de la transición, y mi hermano Paco. También se marchó El Bola, que se puso el mundo por montera desde el mundo del teatro y nuestra querida Pilar Bacas, pérdida importante para la ciudad en la que nació y por la que luchó durante gran parte de su vida.
Cuando el presente año está a punto de concluir es el momento para analizar un tiempo pasado que nunca volverá, aunque ha dejado su particular rastro que lo hace único e irrepetible. Un año donde las partidas han sido su triste seña de identidad. También los anhelos ciudadanos que unas veces se cumplen y otras veces suponen desilusión o desengaño. De todo ha habido en este año que se despide en pocos días.
A lo lejos siguen sonando tambores de guerra que nos llegan desde Palestina o desde Ucrania, también desde otros lugares que nos reafirman en las miserias del ser humano, unas veces por egoísmo y otras por el ansia de poder de ególatras sin escrúpulos que alimentan las guerras que sufre la población más inocente. Nada nuevo para la historia, que no ha sabido desprenderse de aquellos que juegan a la guerra desde posiciones de dominio a pesar de la tragedia que ello produce. Esperemos que el 2025 sea un año para la paz y el progreso de los pueblos.
En el espacio más cercano, el año que se despide ha sido especialmente doloroso para este humilde cronista. Amigos esenciales y familiares cercanos han partido hacia la eternidad.Se marchó mi querida Carmela, que encontró su espacio vital entre las montañas veratas o mi querido Fernando, con el que recorrí los rebeldes y difíciles años de la transición.
También nos ha dejado huérfanos de su presencia El Bola, aquel niño que se asentaba en la puerta del bar Amador para escuchar música diferente cuando Cáceres anhelaba olvidar un pasado oscuro donde los ‘diferentes’ eran rechazados por no cumplir con los cánones impuestos por la moral dominante y despótica que reinaba en la vieja villa.
Aunque hay que señalar que nuestro Bola se puso el mundo por montera desde el mundo del teatro donde encontró el lugar ideal para gritar a los cuatro vientos que, a pesar prejuicios provincianos, era una persona libre de abrazar su propia identidad sexual sin pedir permiso a nadie.
Minuciosa, culta, educada y vitalista
Otra cacereña que se nos ha marchado recientemente ha sido nuestra querida Pilar Bacas, pérdida importante para la ciudad en la que nació y por la que luchó durante gran parte de su vida. Con Pilar se ha marchado la investigadora minuciosa, culta, educada y vitalista que a través de sus trabajos de investigación histórica nos ha guiado por el Cáceres de paseos, bulevares y familias que forman parte del paisaje urbano cacereño.
FUENTE: https://www.elperiodicoextremadura.com/caceres-local/2024/12/22/caceres-2024-112756438.html