POR BERNARDO GARRIGOS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE JIJONA- XIXONA (ALICANTE).
“Entramos en el año fatal para esta ciudad que fue el año 1691, por las ruinas, que padeció y por las lágrimas de las desgracias, que no bastaron a enjugar las otras, sus felicidades.”
Como bien narraba el cronista Juan Bautista Maltés el año 1691 fue de ingrato y desafortunado recuerdo para la ciudad de Alicante, ya que la armada francesa bombardeó la población y el castillo del 22 al 29 de julio quedando al final “destroçada y abrasada la ciutat”, como indicaba nuestro cronista Timoteo Carbonell.
I.-Introducción la Guerra de los Nueve Años (1688-1697)
A finales del siglo XVII Francia pugnaba por convertirse en la potencia hegemónica en el viejo continente. La última guerra de este siglo, que vio como el imperio español languidecía, fue la Guerra de los Nueve Años (1688-1697). En 1686 se formó la Liga de Ausburgo para proteger la zona del Rin de las pretensiones francesas. Al Emperador del Sacro Imperio y a algunos príncipes alemanes (Palatinado, Baviera y Brandeburgo) se unieron las Provincias Unidas, España y Suecia.
En 1688 Luis XIV ocupó el Palatinado, pretendiendo defender los intereses de su cuñada la duquesa de Orleans, aunque el objetivo último era hacer que este estado abandonara la Liga de Ausburgo. Ello desencadenó la guerra. Francia atacó al socio más débil de la alianza, España, y así lanzó varias ofensivas dirigidas hacia las posesiones en Flandes, Italia y Cataluña. Luis XIV, esperaba que Inglaterra permaneciera neutral, pero tras la Revolución Gloriosa y la llegada al poder de Guillermo III (Príncipe de Orange), declarado enemigo de Francia, Inglaterra se adhirió a la Liga de Ausburgo. La fuerza de las armas francesas comenzó a imponerse a las imperiales, pero a partir de 1695, Francia sufrió algunas derrotas.
Finalmente se llegó a una paz inconcluyente, ya que dejaba la situación casi tal cual estaba antes del inicio de las hostilidades. Esta decisión fue tomada ante el posible fallecimiento del rey de España, Carlos II, sin descendencia y la oportunidad de colocar a un candidato Borbón en el trono español.
II.-El ataque de la ciudad de Alicante.
El historiador Pablo Rosser resumía que los motivos del ataque de la flota francesa se debían a que Alicante era una importante ciudad portuaria situada en el centro de la costa mediterránea peninsular y punto de entrada hacia los reinos de Valencia, Murcia y Castilla. Lo cierto es que esta acción no tuvo ninguna repercusión en el devenir de los enfrentamientos y más parece una gesta para manifestar el poder de la armada francesa. Sin embargo, las repercusiones sobre Alicante fueron muy importantes.
La flota francesa comandada por el general Víctor-Marie d’Estrées había atacado Barcelona a principios de julio de 1691 y había emprendido un viaje hacia el sur. El día 17 de julio se recibió la noticia de este asalto en Valencia y “se dio por cierto, que vendría navegando á este puerto”. Noticia que rápidamente llegó a Alicante.
El 20 de julio se tomaron las primeras medidas defensivas ante el posible ataque. Se movilizó la Milicia Efectiva de la ciudad y se enviaron misivas a las poblaciones vecinas para que movilizaran también sus fuerzas y colaboraran en la defensa. Nuestra querida ciudad no fue ajena a este llamamiento y convocó a sus milicias: “et juntar tota la gent que pogué y muntar con muntà ab tres cents y cinquanta homens a la dita ciutat y son castell, a hon els tingué dita vila detenguts, mentres durà este conflcite”.
Al día siguiente, el 21 de julio, se descubrió en el horizonte la armada francesa que se dirigía hacia el puerto de Alicante. La flota ancoró en la bahía de Babel, fuera del alcance de la artillería española.
El general francés envió a un capitán de un navío genovés de su armada a parlamentar con el Gobernador Civil de la Plaza, D. Jaime Antonio Borrás. A cambio de no bombardear la plaza pedían un rescate: “Y havent demanat milló y mig Alacant, o sinó que la bombejarien, respongué el governador y ciutat que no daven dinés a enemich”. D. Jaime Antonio Borrás respondió negativamente a los deseos del general francés como el mismo nos cuenta: “Y respondiéndole que como vasallo de Carlos segundo no podía pagar tributo a otro que a mi señor natural”. Según el gobernador de la plaza, tras su negativa a pagar, fueron los franceses quienes abrieron fuego a partir de las cuatro de la tarde, en cambio el general d’Estrées hizo responsable del inicio de las hostilidades al gobernador español. El bombardeo duró desde la tarde día 22 hasta la mañana del 24, cuando un fuerte oleaje obligó a los barcos franceses a refugiarse mar adentro.
Los días 25, 26 y 27 se produjo una tensa calma que se prolongó también durante gran parte del sábado 28, pero “Y tornant a demanar diner, li tornaren a dir que no” reanudándose de nuevo el bombardeo al anochecer. En opinión del cronista Maltes este bombardeo duro 5 horas; sin embargo causó grandes estragos: “y se arrojaron mas de 600 bombas, pero fueron estas últimas incendiarias, que a mas del estrago, que causaban, reventando, despedían cantidad de balas, pedazos de yerro y espantosas llamas de un fuego muy parecido al del Infierno”.
Afortunadamente el día 29 se divisó en el horizonte la llegada de la armada española “y el francés pega a fuguir a tota diligencia portant les galeres les naus a remolch de modo que per no fer vent y per dita raho s’escaparen encara que la nostra armada els tira peses de desafiu y acosà fins prop de Barcelona hon se’ls escaparem ab la nit y poch vent”.
Hay que añadir que la llegada de la flota española fue providencial para hacer desistir a los franceses, ya que aunque el número de tropas que se habían desplegado en la ciudad de Alicante eran importantes, a lo que contribuyó la llegada de las milicias urbanas de distintas poblaciones, sólo pudieron rechazar los diferentes intentos de desembarcos, pero no causaron apenas daños a la armada enemiga por la carencia de una artillería adecuada y por la falta de municiones.
III.-Los efectos del bombardeo.
La fiereza del bombardeo afectó intensamente a las casas y edificios que se encontraban en primera línea, cerca del puerto, produciéndose el incendio de un buen número de ellos. Como nos cuenta nuestro cronista Timoteo Carbonell “abrasa casi tota o la major part de la ciutat y arraval de el portal de Elig”. El cronista Maltes evalúa que las casas que quedaron en pie sólo fueron el 10% del total.
Los edificios monumentales más afectados fueron las iglesias de San Nicolás y Santa María y la casa del Ayuntamiento.
La que peor parte se llevó fue la iglesia de san Nicolás que recibió 400 bombas, según Maltes y 500, según Timoteo Carbonell; causando grandes destrozos en el claustro, la sacristía y el aula capitular. Milagrosamente sólo 4 bombas penetraron en la iglesia. Una de las bombas quedó incrustada sobre la bóveda del presbiterio, pero no cayó sobre el tabernáculo donde estaba el sacramento, hecho sobrenatural para los coetáneos de estos sucesos, que fue muy comentado en la época: “Succehí el milacre de la bomba que es quedà a vista del tabernacle de l’altar major de Sant Nicolau sens caure ni rebentar”. “Y n’entrasen dins quatre o cinch y una se’n quedà en la mija teronja havent foradat de tal manera que casi tota es veya del peu de l’Altar Mayor de dita Iglésia Collegial, que si aguera caigut o se aguera rebentat, haguera caigut tot damunt el tabernacle de dit Altar Mayor. Y tots concordaven que miraculosament se detengué y no rebentà”.
El Ayuntamiento quedó prácticamente en ruina, perdiéndose gran parte de la documentación foral consumida por un incendio.
Según el cronista Maltés el número de bombas arrojadas sobre Alicante superó las 4.000 con un “peso cada una de siete a diez arrovas”y de fuerte poder destructivo: “Las bombas después de aver penetrado quatro y cinco cubiertas y enterradose algunos palmos baxo de tierra, rebentaban con horroroso estallido y ruina de los edificios”.
El efecto del bombardeo sobre la población civil fue demoledor al extender el miedo y la confusión: “Aquí fue la confusión, el trastorno y los lamentos de las mugeres y de todo el Pueblo. No sabían, que eran bombas, y todos iban pasmados de oir su grande bramido. Se salían de la ciudad, sin saber a donde iban…”. Muchos de ellos buscaron refugio en la huerta de Alicante.
Otros reaccionaron ante el miedo con un intento de saqueo de las casas de los franceses, que después se extendió a otras propiedades, ante la huida de sus propiedades y la facilidad de penetrar en ellas por los destrozos ocasionados por las bombas. Desafortunadamente los protagonistas de estos saqueos fueron: “padeció un robo general en sus casas por algunas de las Compañías que estaban en su defensa, por algunos de sus vecinos y por algunos los de fuera, que avian venido al socorro”.
Para aumentar la confusión se extendió por la huerta de Alicante el rumor de que el desembarco de las tropas francesas había fructificado y que 500 soldados campaban a sus anchas y ello provocó un gran desasosiego entre sus habitantes: “Y toda la Huerta se alborotó de suerte, que unas familias seguían a otras. Se vieron los caminos y los campos llenos de gente, falta de consejo, en la perturbación y temor, huyendo, sin saber a dónde. Llegaron unos a Xixona, otros a Monforte y otros a Castella y lugares vecinos”.
IV.-Las consecuencias del bombardeo
Rápidamente comenzaron las labores para reconstruir la ciudad. El cabildo de Alicante elevó una carta al rey el 5 de agosto en la que informaba sobre los daños causados en la colegiata de San Nicolás y solicitaba ayuda. El rey proveyó 1.000 doblones para su reparación. También aportó 4.000 libras para retirar los escombros que llenaban las calles. Estos fueron depositados delante de la Casa del Rey (Alfolí de la Sal) formándose un terraplén, que ganó un precioso espacio al mar desde este edificio hacia la actual Explanada.
Para Pablo Rosser “la casi total destrucción tanto de la ciudad como de las murallas será de vital importancia para la posterior evolución y desarrollo de ambas”. No sólo por el gran número de edificios que van a construirse a lo largo del siglo XVIII; sino porque se abrió un debate sobre la antigüedad e ineficacia del sistema defensivo de la ciudad e hizo que se replantearan y buscaran nuevas fórmulas que serán la base de lo que se construirá a lo largo del siglo XVIII.
Será a partir de septiembre de 1691 cuando se abra la discusión sobre el sistema defensivo de Alicante. En esta polémica intervendrán tanto el Concejo de la ciudad, como el gobernador del castillo y el condestable de la Artillería de la Plaza.
Una de las primeras iniciativas que se realizaron fue la de retomar con nuevos bríos la construcción del baluarte de San Carlos. Este torreón defensivo, que pretendía defender el arrabal de San Francisco de los ataques procedentes de la zona de Babel, se había empezado a edificar al borde de la playa, junto a la desembocadura del antiguo barranco de san Blas.
Ante la indefensión en la que se encontró la ciudad de Alicante frente al ataque del enemigo y la inoperancia de las fuerzas defensivas, el virrey, el marqués de Castel Rodrigo, promulgó una pragmática el 28 de abril de 1692 para la reorganización de la Milicia Efectica de la defensa y custodia del reino de Valencia. “Es tractava de crear una força estable que pogués ser mobilitzada ràpidament per fer front a una invasió de l’enemic”. Así se creó una fuerza de 6.000 soldados de infantería y 1.300 de caballería que serían repartidos proporcionalmente entre las ciudades y villas del reino.
También se produjo una especie de lucha dialéctica entre el gobernador de la plaza y las elites de Alicante para dilucidar quién había conseguido que la ciudad resistiera y así obtener el favor real.
Entre las poblaciones que acudieron a la llamada de socorro estaba la villa de Xixona, que puso todo su empeño por acudir, pero esto es otra historia….
V.-Bibliografía.
ALBEROLA ROMA, Armando: “La ciudad durante los siglos XVI y XVII (1)”, Historia de Alicante, vol 1; Información y Patronato Municipal del V Centenario de la Ciudad de Alicante, 1989.
BERNABÉ GIL, David: “Alicante en la monarquía hispánica”, Historia de la ciudad de Alicante, vol 3 , edad moderna; Patronato Municipal del V Centenario de la Ciudad de Alicante,1990, pp.151-181.
BERNABÉ RUIZ, José: Xixona, de villa a ciudad. Los privilegios reales de 1708, Xixona, Ajuntament de Xixona, 2008.
CASEY, James: El Reino de Valencia en el siglo XVII, Madrid, Siglo XXI, 1983.
GALIANA CARBONELL, Fernando: Historia de Jijona I, Xixona, CAM e Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1995.
MALTES, Juan Bautista: Ilice Ilustrada. Historia de la muy noble, leal y fidelísima ciudad de Alicante, Ayuntamiento de Alicante; Alicante, 1991
RAMOS HIDALGO, Antonio: Evolución urbana de Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, Alicante, 1984.
REGLA, Joan: “De l’expulsió dels moriscos a la Guerra de Successió”, Historia del País Valencià. De les Germanies a la Nova Planta, Vol. III, Edicions 62, 1989.
ROSSER LIMIÑANA, Pablo: Origen y evolución de las murallas de Alicante; Alicante, Patronato Municipal del V Centenario de la Ciudad de Alicante, 1990.
VII.-Transcripción de documento
PROTOCOLO NOTARIAL DE TIMOTEO CARBONELL 1688-1692,1693 signatura 401-402
Al final de los protocolos de 1691.
Pose en memoria que en lo present any de 1691 vengué una armada francesa a la ciutat d’Alacant y demanà un milló y mig per a son Rey. Era de 26 naus y 26 galeres. Y havent-hi respost el Governador y ciutat de que no li volien dar res havent aplegat en 21 de juliol en la matinada en 22 del matexos, dia de la Madalena Santa, comensà a bombejar Alacant a les 2 de la vesprada. Y la bombejà dit dia 22,23 y 24 ab ses nits. Y tornant a demanar diner, li tornaren a dir que no. Y havent cessat los dies 25,26 y 27 en el dia 28 desapte y diumenge 29 tornà a bonbejar y tirant bombes de cremar y destruí y abrasà casi tota o la major part de la ciutat y arraval del portal d’Elig. Digués per cosa molt certa que havia tirat mes/// de quatre mil y cinchcentes bombes. Y sols a la Iglésia Collegial dien ne havia tirat més de 500 y n’entrasen dins quatre o cinch y una se’n quedà en la mija teronja havent foradat de tal manera que casi tota es veya del peu de l’Altar Mayor de dita Iglésia Collegial que si aguera caigut o se aguera rebentat haguera caigut tot damunt el tabernacle de dit Altar Mayor. Y tots concordaven que miraculosament se detengué y no rebentà. En el dia 30 amanegué la nostra armada sols de 25 naus de España y el francés pegà a fuguir a tota diligència portant les galeres, les naus a remolch de modo que per no fer vent y per dita rahó s’escaparen, encara que la nostra armada els tira peses de desafiu y acosà fins prop de Barcelona hon se’ls escaparem ab la nit y poch vent. Quedà lliure Alacant, si bé, cremada y destruïida, etcetera.
FUENTE: https://bgarrigos07.wordpress.com/2021/09/25/el-bombardeo-de-la-ciudad-de-alicante-en-1691-1/