POR FRANCISCO JOSÉ PÉREZ-SCHMID FERNANDEZ, CRONISTA OFICIAL DE DE SANTA ELENA, NAVAS DE TOLOSA Y MONTIZÓN (JAÉN)
Introducción. En un mundo como el actual, donde el consumismo y la competitividad están presentes en todos los niveles sociales, la canción popular parece haber perdido su función. Los hombres y mujeres ya no cantan en sus lugares de trabajo, los niños y niñas se dejan seducir por las modas musicales pasajeras y lo que es peor, las madres, portadoras desde antaño de la cultura popular, han olvidado las canciones que cantaban de pequeñas y ese maravilloso vehículo que es la tradición oral, está perdido su batalla frente a los medios de comunicación audiovisuales. Una de las acciones más urgentes es la recopilación oral de una serie de canciones populares, coplillas, chascarrillos, etc., que han ido debilitándose y quedando en el olvido.
Este fenómeno ocasiona a corto plazo una pérdida de las costumbres populares de nuestros pueblos. Aún así, la canción popular sobrevive en la mente de muchos de nuestros ancianos y ancianas, que fieles a su función transmisora, se han convertido en portadores del saber para las jóvenes generaciones.