POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Como un hálito, la vida de ‘El Candil’ pasó por la historia de las publicaciones oriolanas. Tan efímera fue su existencia que apenas vivió dos meses, o dos números, el cero y el uno. El 15 de marzo de 1966 y al precio de cinco pesetas, aquella iniciativa agonizaba, a pesar del título del editorial, firmado por Soriano, utilizando una frase de Rudyard Kipling: «¡Adelante, volvamos a empezar!». Entre sus líneas anunciaba que se pretendía «ser el escenario de nuestra ciudad: Orihuela». Y así, en sus páginas se veían temas de actualidad como las bases para la tercera edición de la Fiesta del Azahar que organizaba el Casino Orcelitano, o la reunión que habían celebrado un grupo de jóvenes oriolanos que pretendían crear el Círculo de Bellas Artes Miguel Hernández.
Un asunto que era de actualidad tuvo eco entre sus páginas: así, firmado por Vicente Marco y Juan José Sánchez, se trató de ‘La verdad sobre la Panificadora’, en el que se hacía referencia a las causas por las que las obras de construcción de la misma en El Palmeral, estaban paralizadas desde hacía algún tiempo. Los dos reporteros se habían dirigido hacia el lugar donde se estaba edificando y fueron remitidos al presidente Francisco Grau Pardines, en el Raiguero. Éste les informó que era un proyecto que venía de cuatro o cinco años antes, y tras dos reuniones de la Junta Directiva en presencia del alcalde Luis Cartagena Soriano, acordaron construirla en un solar de 5.000 metros cuadrados, con un presupuesto de 1.500.000 pesetas (9.015,50 euros de hoy). Para ello, los socios tuvieron que recurrir a entidades de créditos, se solicitó el oportuno permiso al Ayuntamiento, que fue concedido en principio. Sin embargo, una vez iniciadas las obras se recibió una comunicación de la Alcaldía, notificando que el solar se encontraba en una Zona de Interés Turístico y que dependía de la Dirección General de Bellas Artes. Se recabó el oportuno permiso a la misma, y al no recibirse contestación, recurrieron al gobernador civil, el cual autorizó a la reanudación de las obras. Pero, se decidió no llevarlo a cabo. De esta forma, en un trabajo periodístico de interés se daba información veraz sobre lo ocurrido a esta asociación a la que pertenecían todos los panaderos de Orihuela y de las pedanías, menos dos.
La actualidad pasaba también por la cercana Semana Santa, a la que se dedicaron dos artículos: uno de ellos firmado por J. M. Cases, en el que hacía un repaso al tradicional acto del Pregón, cuya glosa estuvo a cargo de Antonio Bó García. El otro, era una entrevista efectuada por J.J. al presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades, Emilio Bregante Palazón, el cual les daba ánimo a los componentes de ‘El Candil’: «He leído vuestro primer número y me parece estupendo lo que queréis hacer, pero no me parece tan estupendo de la forma que lo habéis hecho. No caigáis en el tópico de creer que a la juventud no se os comprende; muy al contrario, nosotros comprendemos a la juventud. Lo que yo pretendo es que vosotros tratéis de comprenderos a vosotros mismos. Sois el árbol de vida, lo mismo que la fruta verde: una promesa espléndida de una madurez que forzosamente os tendrá que llegar; vosotros no pensaréis dentro de diez años como pensáis hoy». Estas palabras tenía relación con las críticas que había sufrido la aparición del número cero, a las que F. G. contestaba en ‘Lo que ustedes nos hicieron’.
La actualidad oriolana seguía estando presente, con ‘Los trece aciertos de un oriolano’, al que Juan Sánchez Balaguer entrevistaba. El citado oriolano era el sastre Manuel Vera que residía en Elche, al cual te tocaron 655.042,20 pesetas, que entonces era un pastón, en las quinielas en una jornada en la que no hubo ningún acertante de catorce. Por otro lado R. Moñino, daba la información deportiva referente al fútbol infantil y juvenil, así como al baloncesto de esta última categoría.
Entre otros, los artículos de creación no quedaron en el olvido, y así Miguel Terrés publicó tres poemas: ‘Trampa de la vida a la muerte’, ‘Quince años’ y ‘Descripción crepuscular’. De igual forma que Tayo, presentaba ‘Permanecer joven’ y Juan José Sánchez Balaguer, hizo lo propio con ‘Tarde de Toros’. Se completaba este número de ‘El Candil’, con algunos trabajos curiosos como ‘Diccionario’ firmado por R. Canales M. en el que definía a «Novia: Enfermedad pasajera» y «Carretera: Sucesión de baches puestos en fila». Así como, ‘En el café, de 3 a 5’ a cargo de R. Moñino y G. Ortuño, se deslizaban algunas sentencias como, «¿Dónde se bañan los oriolanos que no veranean?: En el río y en la bañera». Así se denunciaba la necesidad de una piscina municipal por la que suplicábamos los jóvenes de aquella época. Por otro lado García Ortuño en ‘Diabluras’ decía entre otras, «Si alguna vez llevo sombrero será de queso: mi cabeza es una ratonera».
Sus 16 páginas pudieron ser publicadas gracias a los siguientes anunciantes: Espinosa Radio y Televisión, Aves y Huevos Hermanos Ortuño, Tejidos Francisco Navarro Antón, Manuel Lorente Guilló agente de la Propiedad Inmobiliaria, Cayper, Garaje Palas, Fábrica de envases J. Espinosa, Las Vegas, Fuyga, Fotos Loino, y Cine Casablanca, que a modo de premonición anunciaba el estreno de ‘La colina del adiós’. A pesar de que esta efímera publicación había cambiado de tono, y de verse auxiliados por los anunciantes, ‘El Candil’ dejó ya no solo de alumbrar, sino también de ser «el escenario de nuestra ciudad: Orihuela». Fue una verdadera lástima.
Fuente: http://www.laverdad.es/