POR OSCAR GONZÁLEZ AZUELA, CRONISTA OFICIAL DE LAGOS DE MORENO (MÉXICO).
Dentro del programa de conmemoraciones para el 2021, bien podríamos incluir el 85 aniversario de la creación de esta obra de Diego Rivera, el “Carnaval de la vida mexicana”.
Incluyó Diego al demagogo que gozaba de su maximato enarbolando una bandera en la que se mezclaban alianzas impensables, como las que se dan ahora tanto en el gobierno como en la oposición; a un eclesiástico embozado, a un militar venido a más bailando con la dama que se presta a ello a cambio de un huacal con comida; un asno amistoso que al mismo tiempo es guardia civil armado, a un charro-chinelo con látigo amenazante al tiempo que un líder ofrece al lado de un micrófono apetitosos huesos para los sumisos.
Por el lado contrario vemos al pueblo que irreverente, le responde con una trompetilla demostrando que ya no se espanta con el petate del muerto que le han plantado de frente.
Complementa por cierto su obra con otro bastidor en el que una dama de postín se recrea sobre la escala social, en el que aparece una pareja de burros rodeados por personajes emergidos del folklore carnavalesco. Ella sonríe portando una gran bolsa de monedas, que quizá sean becas al tiempo que él toma nota, tratando de aprender e interpretar algo que le es ajeno, pero presto para dar clase de historia a la mañana siguiente.
Es este nuestro gran Diego, genio, loco, quizá vidente.