POR JOSÉ SALVADOR MURGUI. CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
Hay documentos que se guardan en papel, hay momentos que se guardan en la memoria, y hay historias que deben contarse para que ni se olviden, ni se pierdan. Un niño camino de adolescente, vivió aquel año intenso para la historia de Casinos que fue 1970. Un año cargado de vibraciones, de momentos, de detalles, que marcarían el surco del camino que siguió la vida de Casinos esos años y los siguientes.
En la Voz de la Parroquia, del 12 de abril de 1970, Año IX Nº 15, en la carta de «Lo que dice el Párroco», se lee: «Al Sr. Alcalde Presidente de la Comunidad de Casinos: D. Francisco Yerbes Mañes:
Mi querido amigo: El 4 de abril a las 13 horas tomó posesión como Alcalde-Presidente de la Comunidad de Casinos. ¡Ad multos annos! Me va a permitir que le dedique el Editorial de la Voz de la Parroquia.
Ser Alcalde es más bien una carga que un honor. Son graves las obligaciones que esa carga lleva consigo ¿me permite que se las recuerde? El Concilio Vaticano II dice: ; servicio y bien común merecen un comentario.
SERVICIO: con frecuencia se habla y se dice que la vida, y sobre todo la vida del hombre público, es servicio. Sé que Vd. mide la profundidad de esta palabra y que desde el día 4 grabó a fuego en su conciencia esta convicción: «estoy para servir», «soy servidor, no amo», «¡Cuánto más alto, más servidor!» El amo, el dueño, el señor, es el pueblo de Casinos.
No olvide Señor Alcalde, que los hombres públicos tenemos que recordar muchas veces el slogan comercial: «el público manda el público tiene siempre la razón.» No olvide, Vd. es persona cristiana, la palabra y el ejemplo de Cristo: «que no vino a ser servido, sino a servir.»
BIEN COMÚN: Me consta que Vd. como nadie va a buscar ese bien común para toda la Comunidad de Casinos, pero todo eso le llevará a unas exigencias concretas: -Promover la justicia, la educación cívica y la cultura, el desarrollo económico; hacer que, el desarrollo económico y progreso social avancen al mismo tiempo, promover los servicios esenciales de agua potable, saneamiento, puestos de luz, asfaltado de las calles, vivienda, asistencia sanitaria, medios que faciliten la profesión de la fe religiosa, auxilios para el descanso del espíritu, fomentar y elevar todo de cuanto de verdadero y de bello tenga esta Comunidad humana de Casinos, y consolidar la paz.
Sr. Alcalde le aseguro un feliz éxito en su gestión, si su actuación la acomoda a las directrices de la recta razón. Sabe que cuenta con mi apoyo incondicional: José Formentín, Párroco.»
Esta carta reflejaba de una forma tan civil, como humana la realidad de aquel Casinos, que tenía las calles por asfaltar, las luces con una bombilla sujetas a un hierro en espiral en lejanas esquinas, sin agua potable en las casas, teniendo que ir a las fuentes públicas a llenar botijos, pozales y cántaros, para llenar los depósitos de las casas, o para el consumo humano.
Un Casinos en plenas obras del Canal en marcha, un Casinos de polvorientas calles y aceras con bordillos de piedra, un Casinos con una casa del médico sin apenas comodidades, abierta las 24 horas a cambio del pago de una igual mensual, y que para tomarte la presión arterial, tenías que pedir hora para ser atendido el viernes por la tarde.
Era «otro» Casinos, de nada serviría mi calificación, ni comparación, con «otro» Casinos, el de otras épocas o tiempos. Cada tiempo lleva lo suyo. Estrenábamos un Alcalde joven, Don Francisco, Don Paco, nos merecía respeto y confianza, nos daba clase en la Academia de Política, y nos hace partícipes de la problemática local, a la vez que nos solicitaba ideas para mejorar el pueblo atendiendo las inquietudes de la juventud.
Entonces teníamos cine, el baile del musical recién estrenado con orquestas los sábados por la noche y los domingos discos para bailar suelto y lento, con aquellas luces violáceas que se reflejaban en los espejos de la bola de cristal, entonces éramos niños y niñas que poco o nada sabíamos del mundo. Pero teníamos las horas del día muy ocupadas en futbol, solfeo, jugar, comprar donde nos enviaban las madres, ayudar en el monte y ayudar en la casa.
Era otro Casinos de vivir por la tarde en la plaza, de entrar y salir en los hornos con ensaimadas y tres rosquilletas (una peseta), en la droguería o en la barbería, de saltar los pilones, de beber en la fuente de «Felipe Vengut» o de guardar silencio, respetando el paso de un entierro sin coche fúnebre y con el acompañamiento hasta el cementerio.
Efectivamente era el Casinos del servicio y del bien común, eso prevalecía; era darle todo el poder a un Alcalde, para que levantara el pueblo por los cuatro puntos cardinales, para poner agua potable en las casas, cambiar el alumbrado, enterrar el saneamiento, empezar nuevos proyectos para que Casinos fuera más moderno. Querido Paco Yerbes, después, la vida nos proporcionó muchos momentos de conversación, pero siempre quedó en tu corazón la marca que impregnó el servicio que hiciste a Casinos, tu mente lúcida lo hizo posible.
Hoy cincuenta años después, queda la carta, queda D. José, quedan muchas personas que vivimos aquella época, y aunque el olvido hace que desaparezcan personas y momentos, lo que queda escrito permanece, al igual que permanecen esas obras necesarias que en su día, con tu gestión se hicieron realidad. Hoy solo recuerdo el momento, alguna vez he recordado otras cosas, pero lo que jamás borrará la historia es tu paso por la Alcaldía, la ayuda de tus Concejales, y la impronta de vuestras obras, porque el hoy empezó a escribirse ayer. Allá donde estés feliz memoria de tu L Aniversario.