POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
El caso es quejarse del otro y pasarse de sí, sin mirarse para autoayudarse y un respiro darse en reinventarse, en vez de enfadarse y de lamentarse contra la verdad, gran necesidad.
¿No sería mejor vencer al dolor, sentirse doctor, llenarse de amor, hacerse mayor y perdonador, ser todo un actor, mostrarse señor ante el ofensor, y unirse en favor de su alrededor como un gran postor de gracia y honor por su dignidad y fatalidad?
Váyase el quejido, vuelva al buen sentido, póngase ojo a oído, que por distraído nadie es consentido, y aunque bien nacido, si crece torcido, quedará en olvido.
A la suerte envido. Ya no más le pido, le exijo o le mido. Seré complacido si esto le ha servido para ser cumplido con la sociedad. Enseña la edad.