POR RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DE INGENIO (GRAN CANARIA)

El primitivo caserío de Aguatona se configura históricamente en la cuenca de un barranquillo, aporte del conocido como “Draguillo” que también recibe el nombre de Aguatona desde la confluencia entre ambos y su desembocadura en la bahía de Gando.

Al igual que los distintos núcleos urbanos que se desarrollan en lo que fue el Señorío Episcopal de Agüimes, su origen está asociado a la existencia de distintos nacientes de agua en su cauce que darán lugar al heredamiento conocido como “Madre Principal de Aguatona” (Madre del Agua) y el “remaniente” (sobras del Abrevadero) que a través de una red de acequias regaban las fértiles tierras situadas en la umbría y solana de lo que se llamó “Valle de Aguatona”, nombre que se conservó hasta bien entrado el siglo XX, parte integrante de lo que fue la amplia comarca de la “Vega de Aguatona” que llegaba hasta el barranco de Guayadeque.

El territorio y caserío se va configurando en los siglos posteriores a la conquista con la existencia de cultivos, arboleda frutal especialmente higuerales, vid y bodegas. Su lejanía de las capitales administrativas y eclesiásticas de Agüimes (anterior a 1816) y de Ingenio en la posterioridad, al encontrarse en el extremo septentrional del territorio, ha sido la causa de su secular aislamiento, si bien, se vio favorecido con la construcción de la carretera de Telde en la década de 1880. Ya desde el siglo XIX contó con un alcalde pedáneo que representaba los intereses del pago en el seno del Ayuntamiento.

Con el advenimiento de la II República, el Ayuntamiento se propone duplicar las seis escuelas de niños y niñas existentes en el municipio (cuatro en el casco y dos en Carrizal), correspondiendo la mitad a aulas mixtas en barrios periféricos de la Costa, Aguatona y Roque-Pasadilla.

La escuela de Aguatona quedó habilitada y servida por maestra en 1933 en una habitación alquilada en el llamado “Lomo de Aguatona” junto a la carretera general que también fue utilizada como local de la sección de ese barrio en las elecciones, y que hasta hace bien poco tiempo lucía en su fachada los restos del escudo republicano.

Hubo que esperar veinticinco años para que entrara en servicio en 1968 a poca distancia de la antigua, una nueva escuela de titularidad estatal respondiendo a criterios más racionales de espacio, mobiliario y distribución.