EL CHISMOSO DE MIGUEL DE CUNEO, CRONISTA OFICIAL DE COLÓN, DIFUNDIÓ UN LÍO DE FALDAS DE MARINO EN CANARIAS
Mar 11 2017

LA PRESENCIA DEL ALMIRANTE PARA CAPTAR PROVISIONES A LA ESPERA DE VIENTOS LA CONVIRTIÓ EN UN ASUNTO SENTIMENTAL EN LA GOMERA • DESDE EL SEGUNDO VIAJE DE COLÓN, HAY DUDAS SOBRE SI HIZO ESCALA PARA ESPERAR POR BUEN VIENTO O POR AMOR

Torre del Conde, La Gomera, donde se pueden seguir los pasos de Colón en la isla - ABC
Torre del Conde, La Gomera, donde se pueden seguir los pasos de Colón en la isla – ABC

Miguel de Cuneo es el nombre del que se considera primer turista en cruzar el Atlántico. Era rico y viajó gratis acompañando a Cristóbal Colón en su segunda expedición castellana. Como había que darle una ocupación que justificara su presencia, Colón le dio unas funciones: cronista oficial.

Pero lo que no sabía Colón es que iba a hacerle crónica rosa. De Cuneo fue el que difundió el enamoramiento de Cristóbal Colón en La Gomera. No porque le gustara la isla, que también, sino porque en ella habitaba una dama.

De Cuneo era un chismoso en toda regla. La relación entre ambos era producto de lo que hoy sería un enchufe. El bohemio burgués era de Savona, al oeste de Génova. Su padre, padre del Almirante, una casa de campo cerca de Savona. Al parecer, además, eran amigos de la infancia. Tener amigos para estas cosas.

En su estudio ‘Colón en Canarias y el rigor histórico’, de María Rosa Alonso, al que ha tenido acceso ABC, la escritora y periodista tinerfeña no se corta para tildarlo de «chismoso» y apunta a que esos datos de De Cuneo son producto de las imaginaciones de los italianos que rodeaban a Colón. O sea: Gente tóxica.

Lo que era una escala en Gomera la convitirió en un lío amoroso. Hasta el punto que hay una confusión entre Beatriz de Bobadilla con el nombre de su sobrina, la marquesa de Moya. Solamente hay esta murmuración sentimental salvo la insistencia de Miguel de Cuneo en lo que publicó después en Italia. Pero destrozó la imagen de Beatriz de Bobadilla y Ossorio.

De Bobadilla y Ossorio estaba en La Gomera como gobernadora de La Gomera y era tía de Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya. Esta contaminación literaria ha generado muchas diferencias entre los historiadores y expertos. ¿Hizo Colón escala en La Gomera por un asunto de faldas o realmente era necesario para enfilar el Atlántico y cruzarlo bien desde El Hierro? Los navegantes afirman que hizo lo correcto.

La teoría del escritor Carlos Guerra, autor de ‘La Señora’, de Hora Antes Editorial, analiza el papel de Beatriz de Bobadilla, que gestionó el poder en La Gomera en 1488, por la muerte de Hernán Peraza, deja abierta esa duda.

Guerra afirma que «la insistencia de Colón en pasar por La Gomera cada vez que iba a América, cuando Gran Canaria ya estaba conquistada» le parece cuando menos «sospechosa» porque «era una mujer de gran belleza» y Colón la conoció en Medina o en el campamento de la Santa Fe.

El chismoso cronista de Colón, sin embargo, apuntaba que el interés de Colón por La Gomera era porque «nuestro señor Almirante estuvo prendado en otros tiempos». «Cuneo era lo que hoy se llama un chismoso», dejó escrito María Rosa Alonso, fallecida a los 101 años en 2011.

«Sin duda se ha exagerado al pretender que doña Beatriz de Bobadilla fuera amante de Fernando el Católico y de Cristóbal Colón» ya que «lo cierto parece ser que le gustaba al Rey, que la Reina evitó semejantes aficiones casándola con Hernán Peraza y que se le pagaron por ello 500.000 maravedís, es decir, la merced para su casamiento, y no parece ser disparatado que le gustara, después de viuda, a Colón».

Pero nada más. A Beatriz de Bobadilla los italianos la llamaban «la cazadora» sugiriendo otros intereses. Pero en realidad tenía ese sobrenombre porque su padre era jefe de cacería de Juan II de Castilla. Cosa que los italianos que estaban en el círculo de confianza de Colón les importaba poco.

El cronista rosa que Colón colocó en una de sus embarcaciones afirma en su diario que si en octubre de 1493 estaba en La Gomera era porque «debido a la Señora de ese lugar, con quien nuestro Señor Almirante en otras ocasiones se había enamorado» y apunta: «Nos dimos a nuevos suministros que necesitábamos. En 10 de octubre navegamos en nuestro curso directo» aunque los barcos estuvieron tres días esperando a verse unos a otros para poder comenzar la travesía.

El asunto pasional Colón forma parte de un cuadro de «anécdotas italianizantes» y, de responder a algo real, «serían más propias de la marquesa de Moya, la Bobadilla más conocida, que no de la señora de La Gomera, que salió de la corte en 1481 para no volver a ella hasta 1502 y morir allí en 1504″, detalla Alonso.

«Cierto que las soeces anécdotas, típicas del Renacimiento, se refieren a ‘la Cazadora’, sobrenombre que se daba a la Bobadilla de La Gomera, y no a la marquesa de Moya». Al final, para María Rosa Alonso, eran chismes de historiador enemigo de «conversos favorecidos». El cronista rosa convirtió una escala lógica por asuntos de vientos en un mes de octubre en algo pasional. Falta de ignorancia. O no.

Fuente: http://www.abc.es/

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