POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)

Hoy he leído una joyita de libro: “El cine Doré”, de la profesora y artista plural Esther Seco. Cien paginillas hueso en octavo. Se mete en el bolsillo. Lo publicó en 2009 la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil ( 1.800 ejemplares solo) y se me había traspapelado entre las hojas de la Revista Lazarillo. Así, dormido, se me ha quedado durante 9 años. ¡Pero qué hermoso despertar! El mío, digo. Ha sido como hallar un filón de oro. ¡Porque es tan brillante!, que no me lo podía creer…hasta que le hinqué el diente. Bueno, mejor diría los ojos. ¡Qué luz lingüística me ha derramado! Como la del verano que se posa en los cuerpos juntos en la playa. Un estallido. Un fogonazo. Así que me encuentro alumbrado por dentro y por fuera. ¡Cómo quisieran ustedes, lectores, gozar como he gozado yo! Enseguida se lo he pasado a mi teatrera Ana, que está escribiendo cuentos para Sial/Pigmalión. Ya me contará. ¡Si supierais lo que un cine puede dar de sí en pantalla panorámica o más, 3D! No sólo los personajes hablan y gesticulan, se aman o disparan, cocinan o sufren sed. También los espectadores se acomodan, incomodan, sienten, se ven representados por ellos y se hacen el Marcelo Mastroiani, el Humphrey Bogart, el Gary Cooper, el Ánthony Hopkins… o la Grace Kelly, la Vivien Leig, la Ingrid Bergman… y la Penélope Cruz. ¡Todos enamorados de todos y todas! Todos viviendo y reviviendo a tope, a marchas no forzadas. ¡Qué delicia! El libro no se nos cae de las manos ni de los ojos sino al final (The End).