POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
Son los recuerdos de dos alumnos y los datos biográficos de dos profesores los que nos acercan a la vida cotidiana de la Segunda Enseñanza.
Recuerdos de un alumno, José Alberto Jiménez Peris
“Tras unas ligeras abluciones¡ hacía tanto frío…!, y un café “ migao”, me encaminaba hacia el Colegio de Nuestra Señora de la Fuensanta, “ el Colegio” donde cursaba el Bachillerato.
Al final de la calle General Mola, (hoy Enrique III) me esperaba como todos los días, la primera y terrible cita de la mañana: clase de Matemáticas con don Joaquín Muñoz González. D. Joaquín estaba considerado como un profesor temible. La máxima nota que se podía obtener con él era un notable en Navidad, supongo que por aquello de los Reyes Magos. Durante el resto del curso la nota era aprobado o suspenso. La consecuencia inmediata era que en el Instituto de Baeza se obtenía con facilidad un Notable o Sobresaliente.
La clase de Lengua y Literatura, con doña Nieves, era especialmente grata cuando pedía a su alumna preferida, Ana Mari Segarra, que leyera “Las aventuras de Tom Sawyer”. Ana Mari, con su voz mágica, hacía que los chicos nos identificáramos con Tom y viéramos en ella a Bectky y viviéramos las aventuras de la pareja en la cueva tenebrosa y romántica. La clase era, desde luego, mucho más atractiva cuando se dedicaba a lecturas que cuando había que salir a la pizarra a analizar, morfológica y sintácticamente, las oraciones, sobre todo aquellas endiabladas subordinadas de relativo a las que tan aficionada era.
Más dinámica resultaba la clase de Latín. Nuestro profesor, Juan Medina “Leo” había desarrollado un sistema de enseñanza excepcionalmente competitivo. Las notas mensuales se otorgaban dependiendo del número de orden en la clase que teníamos el último día lectivo del mes.
En la clase “del Latón” no sólo aprendíamos Cicerón y Virgilio, sino también expresiones menos ortodoxas como “¡voto al chápiro verde!”, más propias de los piratas del Caribe de los siglos XVI y XVII.
Tras las clases de Religión, Dibujo, Formación del Espíritu Nacional, llegábamos al sábado por la tarde nos quedaba rezar el Rosario, dirigido por el capellán y gozar de un fin de semana corto que sabíamos aprovechar” ( Revista La Moraleja, número 40)
Doña Nieves López Pastor: Una vida sembrando
Nace en Cabra en los primeros años de 1900. Ingresa en el Colegio de las Madres Escolapias. Estudia el Bachillerato en el Instituto de Cabra, con excelentes notas, en sólo quince meses (convocatorias de junio, septiembre y enero). Cursa en Madrid, por libre, la Licenciatura y estudios de Doctorado de Derecho, y Licenciatura de Filosofía y Letras- Sección Historia. Realiza como tesis “La mujer en la obra de Séneca”. Obtiene el título de Taquígrafa en la Escuela Central de Madrid.
Su llegada a Villanueva sucede en el curso 46-47 empezó a prestar sus servicios el 1 de octubre de 1946. Decisiva fue su colaboración para que numerosos alumnos de familias modestas, en tiempos muy difíciles, iniciasen sus estudios y finalizaran una carrera. Estos alumnos hoy están repartidos por los cinco continentes.
Doña Nieves impartió clases de Literatura, Arte y Filosofía. El Colegio de 2ª Enseñanza, por el que ella tanto luchó y defendió. Cobró gran esplendor, estudiar aquí era sinónimo de garantía de éxito. Con varios licenciados y la ayuda de algunos maestros de la localidad, se obtiene un porcentaje de aprobados difíciles de igualar.
Cuando la Corporación Municipal cometió el gran error de cerrar el Colegio Libre Adoptado, ella había dejado la enseñanza por jubilación. En el Instituto de Villacarrillo recibió el título de miembro honorífico del Claustro de Profesores.
Aún se puede recordar la figura de doña Nieves por las calles de Villanueva. Su largo traje negro, su pelo, sus ojos azules, sus cigarrillos en una época de falta de estas libertades; sus cafés y tertulias en el Bar Segarra; los paseos acompañada de los alumnos, que estudiaban Magisterio por libre.
Desinteresada como Machado, siempre ligera de equipaje. Jovial pero de gran carácter, acompañado de una gran humildad, que le hacían disculparse de sus prontos; con una mirada, a veces, como un rayo, a veces dulce y bondadosa.
Después llegan los premios de Redacción en los certámenes que patrocina Coca-Cola: Tomás Ávila, María Antonia Rodríguez, Encarnación Serena, Francisco León y José Luis Serena, ocupan los primeros lugares en la provincia, incluso en la región.
Una crónica periodística del año 1970 decía así: “Estos galardones pregonan a los cuatro vientos la callada labor que viene desarrollando en la Ciudad el Colegio Municipal en donde un equipo de profesores con una ínfima retribución viven identificados con sus alumnos hasta el punto de interesarse por todas las incidencias de los mismos, no sólo durante sus estudios, sino también en el ejercicio de su carrera. Ahora que tanto se habla y se discute de métodos de enseñanza habrá algún historiador que narre y ponga de relieve la labor de estos Colegios de los pueblos sin los cuales muchos alumnos que cuelgan hoy en sus despachos sus títulos, hubieran visto frustrada su carrera.
Otro elemento que contribuye a su éxito en la Biblioteca Municipal, que fundada en 1935 y dispersados sus fondos en los años de la guerra fue reorganizada en 1947 por la actual bibliotecaria Dª Nieves López Pastor y que partiendo del fondo recuperado de 200 volúmenes cuenta hoy con más de 4.000 ejemplares, habiéndosele otorgado seis premios en los últimos años”.
Con su jubilación surgen diversos problemas: El hundimiento del Colegio y la cicatería y humillación de la Corporación que le deniega la pensión de bibliotecaria, después de treinta años de servicio.
Una de sus mayores alegrías fue su homenaje sencillo, pero sincero el día 8 de septiembre de 1973, cientos de alumnos se dieron cita en el Santuario Nuestra Señora de la Fuensanta, para unirse a la luz de la intelectualidad en Villanueva.
Ha quedado como dicho popular, en todos estos contornos, “Sabes más que doña Nieves” dada su extensa cultura.
En su vertiente poética, dejó una extensa producción, obteniendo en el año 1956 el primer premio, “Amigos de Juan Varela”, con motivo del cincuentenario de su muerte, con el tema “Narración”.
Dejó escritas varias novelas: “La capa de San Martín”, “Doña Jimena”
(Drama histórico en tres actos). Sonetos a casi todos los personajes de Juan Valera, Góngora, Quevedo, Lope, Calderón, Machado…
Mantuvo una intensa amistad con destacadas personalidades del mundo intelectual de España, especialmente de Hispanoamérica, con amplia correspondencia con la poetisa chilena, Gabriela Mistral, y el cubano Hernández Catá.
Investigó sobre la historia de la localidad y dejó la obra, inédita “Aportación a una posible historia de Villanueva del Arzobispo”.
Murió en el año 1978. La lectura de su testamento es un ejemplo para todos.
La semilla que sembró germinó en nuestra localidad, una calle, junto a la Parroquia de San Andrés lleva su nombre, el Instituto de Segunda Enseñanza se llama “Licenciada doña Nieves López Pastor” así como una Asociación Cultural, se llama de esta manera. Del testamento ológrafo extraemos algunas de sus frases:
“Fueron mis padres Antonio López Solas y María de la Sierra Pastor Aguilera a quienes debo todo cuanto soy, y tengo amor y eterna gratitud. Soy creyente, (cristiana, católica) y en ello persevero.
Pido perdón a todos: a mis padres, primero por cuanto haya podido faltarles, naturalmente de forma involuntaria, y a todos. Perdono a todos, cuantos me hayan faltado voluntariamente o de forma involuntaria y pido a Dios que los perdone. Declaro no ser enemigo de nadie, doy gracias a Dios por no haber hecho daño a nadie, al menos con voluntad de ello.
A todos doy gracias, pues de todos letrados o ignorantes, he aprendido y se lo agradezco.
Ruego a mis discípulos y alumnos que perdonen mis faltas y deficiencias y me sigan dando su amor y recibiendo el mío. Rechazo toda violencia y glosando a doña Concepción Arenal “Repudio el delito y compadezco al delincuente” Tengo devoción y gratitud a la Santísima Virgen, no tengo acepción ni discriminación de personas, respeto cada uno y declaro que mi único jefe ha sido siempre Dios.
Amo la libertad, considero a todos iguales y los quiero como hermanos. Declaro que, gracias a Dios, soy pobre y que nunca ni con nadie he actuado por lucro.- Nieves López Pastor, 5 de noviembre de 1976.
(V Jornadas Históricas de las Cuatro Villas. M. López)
Exámenes en Baeza. José Luis Carrascosa Pulido
José Luis Carrascosa Pulido, narraba con su maestría periodística, una evocación de los exámenes en Baeza.
“El primer contacto con un Instituto lo tuve a los diez años, en junio de 1957, con motivo del examen de ingreso de Bachillerato. Don Ricardo López nos había dado clases de refuerzo en el grupo de las Escuelas Nueva- rodeado de morales y rosales. Consiguió que leyésemos con soltura, que no tuviésemos faltas de ortografía; que supiéramos manejar quebrados, reglas de tres y todo tipo de áreas y volúmenes: que recordásemos de memoria los ríos, cabos, golfos y pueblos de la península Ibérica y, lo más importante, que el aprendizaje estaba vinculado con el esfuerzo diario.
Teníamos que hacer las pruebas en Baeza, el instituto más próximo, al que llegábamos vomitosos y mediodormidos, en un autobús más bien galáctico. El primer día, el examen escrito: un dictado y una cuenta de dividir. Bastaban dos faltas en el dictado o errar en la cuenta para quedar suspendido. Al día siguiente la prueba oral, ante un verdadero tribunal, de Catecismo, Geografía, Historia, Ciencias Naturales y Matemáticas.
Los tres primeros cursos de Bachiller (entonces había seis) me preparé con don Ricardo y otros maestros inolvidables, en la Academia de Roma la Chica. Cada junio íbamos “por libre” a la ciudad de Machado a jugarnos el prestigio familiar y nuestras vacaciones.
Luego pusieron Instituto en Úbeda, después en Villacarrillo. Han hecho falta 42 años para que contemos con un centro completo de Enseñanza Secundaria. Sin esa tardanza, no habríamos perdido varias generaciones de estudiantes que- al volver en Navidad o Semana Santa- se sentían más de fuera que de dentro, dejando lejos lo mejor de sus aportaciones y perdiendo, en el camino, retazos de identidad”. ( Moraleja, número 32)
D. Juan José Cuadros Requena, “El hombre que sabía Francés”
“Sobrio y delgado, don Juan José Cuadros gustaba del sombrero y de los trajes oscuros. De oído no andaba del todo bien, aunque sólo en apariencia. Tenía un rostro muy perfilado, más bien de semita, que se descomponía en sonrisa patriarcal si brotaba una chispa de gracia entre sus alumnos. Impartió sus enseñanzas desde el 20 de febrero de 1950.
Componía con Doña Nieves López Pastor una pareja docente sin parangón en la memoria de cuantos rondamos los 50. Verlos cruzar el Paseo, tras la acostumbrada charla del Café Segarra, camino de la academia de Roma la Chica, nos daba a los niños un referente de dignidad y exotismo, que muy poco a poco, empezaba a desentumecerse.
Don Juan José había tenido que marcharse a París, cuando tras la guerra, perdió su puesto directivo en Correos por fidelidad a sus ideales. Cuando volvió a Villanueva provocó, en poco tiempo, el fenómeno de que los estudiantes de este Colegio llamasen la atención, en el Instituto de Baeza, por sus conocimientos de francés.
Además supo dibujar en la mente de algunos de nosotros- con tacto y descartiana precisión- los horizontes de un país lejano marcado por los factores tan sugestivos como la cultura y la libertad de expresión” nos comentaba José Luis Carrascosa Pulido (Moraleja, número 16).
Su hijo Germán nos acercó a su biografía, destacamos:
“Juan José Cuadros Requena, nació en Beas de Segura en 1902.
En 1920 ingresó en el Cuerpo Técnico de Correos y fue destinado a Palencia. Allí contrajo matrimonio con Mª Josefa Pérez Ceinos, (maestra) y residió en esa población hasta que en 1929, fue destinado a Beas, donde permaneció hasta marzo de 1938, en que lo destinaron a Barcelona.
Nunca desempeñó cargo político alguno, aunque sí perteneció durante breve tiempo al partido, Unión Republicana.
Cuando en enero de 1939 fue tomada Barcelona por las fuerzas sublevadas, Juan José se exilió a Francia junto con quinientos mil ciudadanos republicanos porque, en su opinión, no se daban en España condiciones que hicieran posible su permanencia aquí.
Residió en el mediodía francés los primeros tiempos del exilio y allí padeció los difíciles tiempos de la ocupación nazi, época especialmente dura para tantos republicanos. Terminada la Segunda Guerra Mundial, trabajó en un colegio de frailes como profesor de castellano y, finalmente, en París en un periódico.
Regresó a España en 1948, sin que hubiera de pasar por tribunal alguno y menos por la cárcel.
En cambio, sí fue expulsado del Cuerpo de Correos (como ocurriera con cientos de miles de funcionarios), que no tenían delito. Reingresó en 1971 en el Cuerpo de Correos tras estar separado del mismo treinta y dos años, durante los cuales numerosas veces había solicitado y le fue denegado el reingreso.
Pasó serias dificultades económicas hasta que, en 1950, fue contratado por el Ayuntamiento de Villanueva como profesor de francés e inglés para el Colegio Municipal.
Es de destacar la favorable acogida que le dispensó Villanueva (Ayuntamiento, profesorado, alumnado, vecinos, amigos), durante su larga permanencia en el pueblo, es decir hasta su muerte en 1976. Aquí recibió toda clase de atenciones, afecto y amistad que tanto agradeció. Fue un hombre sencillo, afable, e instruido; autodidacta, era muy dado a la lectura, al tabaco, a las tertulias de café (gran conversador) y poseedor de un inmenso anecdotario”.