POR GABRIEL SEGURA, CRONISTA OFICIAL DE ELDA (ALICANTE)
A lo largo del siglo XIX el cólera azotó repetidamente España. Por su origen en el delta del río Ganges (India), fue denominado comúnmente como “cólera morbo asiático”. La proliferación y expansión del bacilo Vibrio cholerae, propagado con mayor facilidad en países de clima cálido y templado, generó varias pandemias coléricas que afectaron a España en 1833-1834, 1854-1855, 1865, 1884-1885, e incluso con brotes más recientes en 1911, 1971 y 1979. Siendo estos últimos cuasi ocultados por las autoridades ante el miedo atávico a la enfermedad.
El contagio y propagación del cólera se produce, por lo general, en contextos de insalubridad, hacinamiento de la población y falta de servicios sanitarios como alcantarillado, agua corriente y control sanitario de los alimentos. La contaminación de las aguas de las fuentes del agua buena, y con ellas las de los alimentos y ropas, así como de los aljibes por las filtraciones de los pozos negros o fosas sépticas propagaban con suma rapidez la enfermedad. Con un periodo de incubación de uno o dos días, la enfermedad se manifiesta con vómitos, retortijones, calambres musculares, pero sobre todo con una diarrea excesiva con heces líquidas, sin apenas fiebre. La muerte se produce en menos de una semana por deshidratación del organismo.
El cólera morbo asiático atacó horriblemente a Alicante y otros pueblos en los meses de agosto y septiembre de 1854. Primer brote del cual la villa de Elda se salvó de verse afectada. Sin embargo, no ocurrió lo mismo en agosto de 1855, pues según relata Lamberto Amat, testigo directo, “…se presentó la calamitosa enfermedad la tarde del 5 de agosto, acometiendo a muchas personas; pero cuando tomó un incremento y desarrollo aterrador, fue en la noche del 6 a la mañana del 7, en que hubo 800 atacados, gravísimos todos. La mas aflictiva consternación se apoderó de los ánimos; los tres facultativos titulares se acobardaron…”. A pesar del alto grado de contagio, bien por las medidas preventivas adoptadas por las autoridades municipales; bien por el buen estado de salud de los eldenses; bien, como creyeron muchos en el momento, por la intercesión y protección divina de la Virgen de la Salud y del Cristo del Buen Suceso, sacados en procesión rogativa extraordinaria el 8 de agosto, pocos fueron los fallecidos.
Situación que, por desgracia, no volvió a repetirse en la epidemia julio y agosto de 1885, cuando la terrible epidemia del cólera volvió a cernerse sobre la villa de Elda, causando la muerte de 334 vecinos de los aproximadamente 4.300 habitantes que tenía la villa de Elda por aquellos entonces. Tragedia que obligó a suspender la celebración de las Fiestas Mayores de ese año, que fueron aplazadas hasta los días 15 y 16 de noviembre.
Fuente: https://valledeelda.com/