POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ. CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
El dominico villanovense, Fray Domingo de Baltanás y Vico, nació en Villanueva del Arzobispo, el día 22 de julio de 1488, festividad de Santa María Magdalena.
Estudió en Salamanca e ingresó en la orden dominica. Fundó una docena de conventos de frailes y monjas; el primero de ellos San Andrés en Úbeda, en 1516, le sigue, Santa María de Gracia en Sevilla, Santo Domingo en Baeza, Santa María Magdalena en La Guardia, Santo Domingo de la Cruz en Salamanca, San José en Iznatoraf 1550, Regina Angelorun en Sevilla, Nuestra Señora del Encarnación en Zafra y Santo Domingo de la Capilla en Lepe.
Baltanás autor de numerosas obras, hemos contabilizado en veinte los libros escritos por este autor. Citaremos solamente algunas: “Enchiridión de Estados”,”Vita Crhisti” “Compendio de la Filosofía Natural de Aristóteles”, “Crónica Breve de la Orden de Predicadores”… Gracias a la eficiente labor e intenso trabajo del villanovense, Fernado Usero, ha logrado copias digitalizadas de 18 de sus obras en distintos archivos españoles y del extranjero entregadas a la Biblioteca de la localidad y Cronista, Manuel López.
Sobre la vida y obra de Fray Domingo de Baltanás, han escrito, entre otros autores, Alvaro Huerga, y los investigadores villanovenses, Eleuterio Nula en el pasado siglo,en la actualidad Francisco J. Martínez Asensio y Fernando Usero Cerdán, – con valiosísimas e inéditas aportaciones- por lo que no voy a entrar en una minuciosa biografía. Sí debo citar la intensa labor del grupo Sevillanueva, que ha pedido al Ayuntamiento de Sevilla, la colocación de un azulejo o placa, sobre Fray Domingo, en un muro del Castillo de San Jorge en donde estuvo preso. Se gestiona el hermanamiento de Villanueva del Arzobispo, lugar de nacimiento y Alcalá de los Gazules en donde murió; en ambas localidades hay una calle con su nombre; en su ciudad natal un busto en bronce, de Fray Domingo, obra del escultor José Luis Nula, y que afortunadamente se ha colocado, en la actualidad, en la Plaza de Santa, mirando al convento que él fundó.
Fray Domingo decidió fundar en una casona de su propiedad, en la villa que lo vio nacer, un convento de monjas dominicas. Fue inaugurado el 27 de marzo de 1540, bajo la advocación de Santa Ana. Procedente de Baeza llegó la primera comunidad religiosa, formada por R.M Sor Dominica de Santo Tomás, como priora; Sor María del Espíritu Santo, Sor María de Santa Isabel, Sor María del Corpus Cristi, Sor María de Santa Inés, Sor María de San Agustín, Sor María de Santa Ana, Sor María de San Joaquín y Sor María de Santiago
El dominico Fray Domingo, permaneció algún tiempo en la localidad, posteriormente continuaría su labor fundadora. Sería acusado por la Inquisición en Sevilla y desterrado al Monasterio de Santo Domingo las Cinco Llagas de Alcalá de los Gazules, donde moriría.
Parece que fue ayer cuando celebramos los “450 Años de oración y trabajo” en 1990, de la llegada de las dominicas al convento de Santa Ana.
En varias ocasiones hemos contado y cantado la labor de estas religiosas, sus dificultades y sus numerosas virtudes. Dificultades actuales en especial la falta de vocaciones, aminorada por la llegada de jóvenes de Madagascar o India, que comparten y ayudan a la” mayoría de edad” de gran parte de la comunidad.
Uno de los ingresos más destacados ha sido la calidad de sus bordados, mantos y labores que tuvieron que dejar, casi totalmente, por la pérdida de la vista y de la habilidad que reunían casi todas las religiosas; será interesante llevar a cabo un estudio de posibles actividades a las que se puedan incorporar las jóvenes de nuevas vocaciones.
La publicación que se realizó en 1990, narró la vida y necesidades de las religiosas dominicas, y contó con destacadas colaboraciones, entre ellas la del Premio “Príncipe de Asturias de las Letras”, Pablo García Baena y los dibujos de Ginés Liébana, que donó varios cuadros de “sus ángeles”, que se subastaron, lo que ayudó a que se pudieran realizar urgentes reparaciones en el convento. Una comisión volcada y responsable en su misión obtuvo destacados logros en beneficio de las religiosas y obras en el convento.
Ya escribíamos este texto, que sigue vigente a pesar del tiempo transcurrido: “Hemos comprobado la alegría, la felicidad de su profesión, la paz, el sosiego, la fraternidad de unas monjas orgullosas de su vocación.
Hemos comprendido una vez más que la clausura, el silencio, dan una humanidad y dulzura que vamos perdiendo poco a poco en este mundo de ruido, prisas y materialismo”.
Una cita de Goethe dice: “Cuando más profundas sean las raíces más elevada será la copa”. Profundidad tienen las raíces de este convento y elevada la espiritualidad conventual y el trabajo de este árbol centenario. ¿Habremos padecido algún tipo de ceguera para no ver y comprender este milagro diario de oración y trabajo durante 475 años?
Villanueva conoce de estas religiosas la labor, entrega, proximidad con los fieles, la aportación a las cofradías del Santo Entierro, Virgen del Rosario, la Cofradía del Resucitado, el entusiasmo puesto en conservar parte de nuestro patrimonio, histórico y artístico, pero sobre todo la generosidad y ayuda, que han manifestado con las personas necesitadas.
Todos debemos contribuir con nuestra generosidad y oraciones para que este convento dominico llegue a su medio siglo en nuestra localidad, en las mejores condiciones posibles.