EL CORPUS Y CÓRDOBA
May 22 2018

POR ANTONIO ORTEGA SERRANO, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE HORNACHUELOS (CÓRDOBA)

Asistentes a las jornadas

Es emocionantísimo el fervor popular que desprende la Gran Custodia de Arfe, cuando sale el día del Corpus Christi, por Puerta Central de la Mezquita Catedral de Córdoba, con destino a la puerta del Perdón y desde allí en dirección a las distintas calles de la ciudad, por las que han decidido las autoridades y cofradías el recorrido de la carrera oficial y, que en todo el recorrido irá rodeada y custodiada por un ingente algarada de fieles que la adoran con verdadero fervor.

Por las estrechas aceras a un lado y otro de las calles, no se puede dar un paso, ya que las gentes se agolpan en ellas, para no perderse ni el más mínimo detalle de lo que aquí sucede.

Un asunto recurrente entre buena parte de las personas que de un modo u otro forman parte de la Córdoba Cofrade, que genera opiniones diversas al respecto si bien la inmensa mayoría de ellas coincide en la necesaria revitalización de una fiesta con un alto contenido simbólico que paulatinamente ha ido perdiendo fuerza y vigencia en la sociedad cordobesa a medida que ha ido languideciendo su celebración. Por lo tanto si hablamos de la fiesta del Corpus Christi.

Es una festividad profundamente arraigada en la tradición cordobesa y que, al contrario de lo que ha venido sucediendo en otras ciudades de nuestro entorno, como Sevilla o Granada, en la ciudad de San Rafael ha ido minimizándose de manera inversamente proporcional a cómo iba incrementándose el interés por otras manifestaciones que también forman parte de la religiosidad popular como la Semana Santa o las procesiones de Gloria.

Si hay un elemento que distingue la celebración del Corpus del resto es fundamentalmente el agente organizador del evento.

Por un lado las Hermandades y Cofradías de la ciudad. Por el otro el Cabildo Catedralicio. Y no es que la celebración que gira en torno al culto a Jesús Sacramentado no interese a los cordobeses.

Solo hay que comprobar la proliferación de procesiones de Octava del Corpus en los últimos tiempos organizadas por distintas hermandades de la capital o el buen número de cofrades que viajan cada año el Jueves de Corpus de Córdoba a Sevilla para disfrutar de una procesión que allí sí goza del interés debido, no solo el pueblo de Sevilla sino de quienes se desplazan desde otros puntos de la geografía andaluza para ser participes del día en que el mismo Dios sale a buscar al pueblo a la calle, que a veces parece que se nos olvida.

Aunque se ha dicho que en Sevilla, ocurría algo distinto a Córdoba, cada día que pasa comprobamos que la gran Custodia cordobesa lleva un séquito más numeroso –no tanto como el de Toledo, Sevilla o Granada, pero sí debemos decir con alegría que en nuestra ciudad, va incrementándose día a día y, además con un aliciente muy importante, para el decir del Santo Padre; muchos jóvenes de ambos sexos la acompañan con gran devoción.

Por lo que no tenemos más remedio que reconocer, que ese dicho axiomático: “Tres días hay en el año que relucen más que el Sol, Jueves Santo, Corpus Cristi y el día de la Ascensión”.

Con todo esto no quiero ni deseo quitar protagonismo a esas otras ciudades andaluzas, pero como ahora estamos hablando de Córdoba, no nos queda otro remedio que –como se suele decir en argot popular- arrimar el ascua a nuestra sardina. Ya sé que algunos dirán que ya que es el mismísimo Dios quien sale a las calles para encontrarse con su pueblo, para qué hacen falta mayores añadidos.

Pues por la misma razón por la que añadimos cortejos, bordados, música y cualquier otro elemento accesorio y al mismo tiempo fundamental para convertir cualquier manifestación de religiosidad popular en una celebración íntimamente enraizada en la idiosincrasia de Andalucía.

Los andaluces somos mayoritariamente así, barrocos, particularmente los cofrades, y son todos estos elementos añadidos los que acrecientan el interés y al mismo tiempo se convierten en la esencia misma de la forma de sentir la relación del andaluz con Dios y su Bendita Madre, ¿o sería la misma nuestra Semana Santa si la despojásemos de todos estos detalles que son factores indisolubles a su propia riqueza intrínseca? Y no es que la Córdoba cofrade no valore la festividad, ya que desde diversos foros se apuesta por ella, aunque sin obtener el respaldo de los órganos competentes para tratar de engrandecer la celebración o, cuanto menos, frenar su caída.

De hecho, es un aspecto ampliamente reivindicado desde este pequeño rincón de libertad que llamamos Gente de Paz, y es que a la celebración del Corpus Christi en la ciudad de San Rafael habría que darle una -o varias- vueltas de tuerca. Por lo que pediría a nuestras “Autoridades Municipales, que nos dejen disfrutar de estos día maravillosos. Córdoba y los cordobeses nos lo merecemos. ¡¡Que así sea!!

Fuente: Revista L. P:

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