POR JOSÉ A. RAMOS RUBIO, CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO (CÁCERES)
La ermita de San Lázaro fue construida en las afueras de la ciudad en los años finales del siglo XV, tal y como atestiguan algunos detalles decorativos de la fábrica, como el ligero apuntamiento de los arcos y, sobre todo, los motivos de bolas o besantes que decoran las columnas del pórtico y del arco del presbiterio. Fue fundada en un lugar alejado de la población ya que fue utilizada como un lazareto destinado a albergar a los enfermos de la peste, procedentes de lugares afectados por tal enfermedad. En los años finales del siglo XV la peste hizo estragos en España. En Trujillo existieron algunos hospitales como Santa María, Santa Lucía -situado en el arrabal de San Clemente-, San Lázaro y La Caridad. Severas medidas se tomaron a fin de que Trujillo no se contagiara, como cercar con altas tapias los barrios de la ciudad edificados y blanquear los muros de muchos templos. Así se impedía que alguno contagiado entrase en la población y era muy frecuente exigir carta de sanidad.
Para la asistencia de la ermita existió una Cofradía que reza en los documentos como «Cofradía del Señor San Lázaro» -a cuyo título se añade también «y de San Blas «-. La entrada de nuevos miembros a la dicha cofradía era muy rigurosa, baste citar un documento que existe en el Archivo Municipal de Trujillo del año 1703, en el cual se especifica la limpieza de sangre realizada por don Alonso de Villegas Cuevas para su ingreso en la Cofradía de San Lázaro y San Blas, de los Caballeros de Trujillo.
Con la advocación de Cristo de la Salud preside el altar mayor de la ermita de San Lázaro, la imagen del Crucificado que más culto recibe por parte de todos los trujillanos, a la que hemos rogado desde finales del siglo XVI por nuestra salud, rogativas por epidemias e incluso, en tiempos de pertinaz sequía, que azotaba los campos amenazando las cosechas, que son básicas en una zona eminentemente agrícola-ganadera.
La novena que aún se reza la escribió don Francisco Reglado en el siglo XIX (falleció el 14 de junio de 1880). Ya existía por entonces una Cofradía encargada del culto del Cristo de la Salud.
En la sacristía se conserva un cuadro exvoto que representa al trujillano Francisco del Rosal cuando se caía desde las murallas del castillo de la ciudad, y que por intercesión del Cristo de la Salud le salvó su vida, dedicándole por el citado exvoto. En las fiestas del mes de mayo en honor del Cristo de la Salud, se realiza una subasta de bienes que se entregan al Cristo, práctica que aún se conserva, y que se remonta al siglo XIX. En el año 1880 se realizaron las obras del trono para la escultura del Cristo, los nichos para la Virgen del Buen Fin y San Lázaro.
La imagen del Cristo de la Salud es ligera, novohispana, de papelón y caña de maíz, fechable en la década de los años 70/80 del siglo XVI. Es obra de molde, aunque condicionada por ciertos aditamentos que se le añaden en su ejecución, tiene muchos de los elementos principales definitorios de estos moldes. Tratamiento anatómico, especialmente en el torso y disposición del arco de las costillas, tratamiento de la cabeza, morfología del rostro, diseño de la barba, manera de discurrir el cabello en el lateral izquierdo, y hasta los dos bucles que desgajados del otro lado se trenzan caprichosamente y discurren por el pecho.