EL CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO PRESENTA UN INFORME PARA LA RESTAURACIÓN DEL ‘TEATRO GABRIEL Y GALÁN’ QUE ANSÍA RECUPERAR LA GRANDEZA PERDIDA. UBICADO EN EL PALACIO DE PIZARRO DE ARAGÓN FUE INAUGURADO EN 1864; POR SU ESCENARIO HA PASADO LO MÁS LAUREADO DEL PANORAMA ARTÍSTICO ESPAÑOL
May 11 2014

UN TEATRO PARA LA NOSTALGIA • UN INCENDIO ARRASÓ EN 1970 EL MAGNÍFICO INTERIOR

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Fachada exterior del Teatro Gabriel y Galán de Trujillo en la actualidad. – Foto: RAUL HABA

Abrió sus puertas en el año 1864. Tenía 108 butacas, 12 plateas, 26 palcos y 500 localidades de paraiso, con capacidad para más de 800 personas, que pronto convirtieron al Teatro Gabriel y Galán en un espectáculo en sí mismo para la ciudad de Trujillo. Era, en la época, uno de los locales más importantes de España y cobijó a las máximas figuras de la escena española.

Ubicado en el Palacio de Juan Pizarro de Aragón, el edificio sufrió la embestida de los franceses que llegaron a la ciudad en marzo de 1809, pero el teatro actual comenzó a construirse en el año 1847, cuando aquel palacio pasó a manos del Marqués de Matilla. La deficiente situación de la Casa de Comedias motivó la propuesta del Marqués de Conquista de levantar un teatro y un casino en dicho edificio y la influencia de éste en la administración municipal fue suficiente para comenzar pronto con la edificación, cuenta José Antonio Ramos, cronista oficial de Trujillo. Profesionales y aficionados actuaron en su majestuoso interior del que hoy quedan imágenes, recuerdos y mucha nostalgia entre los vecinos.

Era el año 1966 cuando Lola y otras muchas niñas de la localidad esperaban el turno de salir a escena y representar un cuento adaptado por un autor local. Vestidas de enanitos, todas las niñas debían llevar linternas que sustituían a los farolillos con los que había ensayado la obra. Todas, excepto una, que además de linterna llevó un farolillo y cerillas. «Mi mama me ha dicho que el algodón arde mucho nos contaba cuando de repente sacó una cerilla y prendió fuego a la barba de algodón de una niña. El fuego comenzó a propagarse y los gritos llegaron hasta el patio de butacas», recuerda Lola que entonces tenía unos 6 años. «Jamás podré borrar esa imagen de mi retina», dice 50 años después. Pronto los mayores acudieron a apagar las llamas y empezaron a sacar a las pequeñas a través del escenario.

Afortunadamente el fuego se quedó en un gran susto que acabó con dos niñas con quemaduras graves y apenas hubo daños en el teatro, «solo resultó afectada la parte de atrás», recuerda Lola. Pero aquella no fue la única vez que estuvo tan cerca de las llamas. Unos años después, en la década de los 70, el teatro sufrió otro incendio originado por un cortocircuito que arrasó su interior por completo. Este segundo trágico suceso no supuso daños personales pero el fuego sí acabó con parte de la historia de la ciudad y con las aspiraciones de muchos jóvenes actores locales que brillaban en la escena por aquella época.

Desde entonces, el inmueble se ha sometido varias veces a reconstrucciones –la principal a mediados de los 80–, pero sigue esperando, como los vecinos más veteranos, la obra que devuelva la grandiosidad del edificio y la historia que le cobija. «Era muy parecido al Gran Teatro de Cáceres», recuerda Lola. Filtraciones, goteras, humedades e incómodos asientos, mala acústicos y defectos en la climatización son problemas que sufren los ciudadanos desde hace años. Tampoco está adaptado para las personas con movilidad reducida y es uno de los lugares habituales para la presentación de multitud eventos, actuaciones y representaciones.

Los trujillanos echan de menos su teatro de toda la vida. «En la actualidad está aceptable, pero hay una nostalgia muy grande en la ciudad por recuperar un teatro que era excepcional», señala el concejal Julio Bravo, que reconoce que no se dan las mejores circunstancias económicas para invertir la cantidad de dinero que requeriría devolver el edificio a su estado original, pero reconoce que la consejera de Cultura es sensible a este problema y confía en que en un futuro no muy lejano se pueda acometer la esperada reforma. «Se necesitaría al menos un millón y medio de euros para inclinar el suelo de la zona de butacas y mejorar la visibilidad del público, el sistema de climatización porque en invierno hace frío y en verano hace calor, mejorar la acústica,…», cuenta Bravo, que recuerda la instalación del suelo radiante en el edificio en el 2000, pero nunca llegó a funcionar. «El teatro ha sufrido un cúmulo de infortunios», señala, confiando en recuperar una joya de tiempos pasados.

Fuente: http://www.lacronicabadajoz.com/ – G. M.

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