POR MIGUEL ÁNGEL FUENTE CALLEJA, CRONISTA OFICIAL DE NORREÑA (ASTURIAS)

No está todo escrito sobre el Camino de Santiago. De vez en cuando surgen libros, novelas o relatos con vivencias del más importante itinerario cultural europeo. Es el caso de la primeriza escritora asturiana Ana L. Martín que con “el Crucigrama de Jacob” nos sitúa a finales del s. XV novela desarrollada la primera parte de la misma en la ciudad de Oviedo que aún reconocemos escasamente. Se desarrolla en dos centros neurálgicos: la catedral y la antigua judería, donde aún, hoy, se pueden descubrir sus calles siguiendo las placas que señalizan, pero no así visitar porque de ella no queda nada.

Justamente en la primavera de 1491, la judería de una ciudad del norte de España es secretamente informada del próximo edicto de la expulsión de los judíos. Ahí comienza el peregrinar de los personajes de la novela con lugares tan entrañables como la catedral, el palacio de Santa María del Naranco, la iglesia de San Miguel de Lillo, los mercados, la muralla con contados metros de existencia o las posadas, todo localizado por esta estudiosa de su propio trabajo. Continua camino llegando a Salas, a Somiedo o a Grandas de Salime por donde la autora describe la ruta del primer peregrino, Alfonso II y poco a poco nos va descifrando El Crucigrama de Jacob, su propio “crucigrama” conociendo in situ todo aquello que nos relata, lleno de amenidad y con datos y referencias históricas que ella quiso vivir de primera mano.

Oviedo fue y es donde parte el Camino Primitivo de Santiago gracias al recorrido e interés del monarca citado y por tanto, la influencia del paso de peregrinos que se desviaban de León a esta ciudad fue importante, por lo que la vida de los judíos se complicaba debido a esta proliferación de fe católica que les enfrentaba unos a otros debido a la corriente separatista de influencia de la Inquisición. Estamos ante una novela muy interesante y que no deja de ser el inicio de un recorrido que Ana L. Martín llenará con páginas de la historia asturiana que conoce muy bien, pero que hurga, estudia, pisa y anota.

Nuestra felicitación a esta mujer, ingeniera de profesión que tras varios años por el mundo americano y portugués, en las más variadas actividades empresariales culturales últimamente ligadas con la música, ha dado rienda controlada a su otra afición: la escritura, que maneja con solvencia, amenidad y curiosidad de hacer mantener el interés por lo escrito desde principio al final.