JOSÉ MANUEL JEREZ LINDE. CRONISTA OFICIAL DE LA E.L.M. DE GUADAJIRA (BADAJOZ).
Dentro de la casa romana, se concede una especial atención al agua. Es por tanto frecuente, y especialmente en las casas de campo (villae), la existencia de espacios en los que, de una forma u otra, el agua es la protagonista. Pequeños estanques y fuentes situados acertadamente en el peristilo en el que se sitúa un pequeño jardín y parterres. Y es en este ambiente que decididamente evoca la naturaleza, en el que se sitúan diversas representaciones pictóricas y escultóricas, inspiradas frecuentemente en una deidad acuática por excelencia, como es Venus.
En efecto en nacimiento de Venus (la nascita di Venere) tiene lugar en el mar, siendo la espuma el medio engendrador según la mitología clásica. La figura que ya presentamos, de pequeño formato, procede del yacimiento de “Torre Águila” (Barbaño, Badajoz) y se conserva en una colección particular de Montijo. Presenta numerosos desperfectos al hallarse en tierras de labor, en fechas anteriores a la excavación. Destaca Venus que cubre púdicamente el sexo sujeto por la mano derecha. La infantil imagen de Eros cabalga sobre un delfín, situado en la margen derecha del grupo.
Curiosamente, en el trascurso de las campañas de excavación de la villa, fue localizado otro fragmento de otra escultura, también de Venus, cuyas proporciones son casi a tamaño natural. Pero centrándonos en la pequeña escultura, añadiremos que obedece al mismo modelo de Venus púdica hallada en las excavaciones de la llamada “Casa del Mitreo” de Mérida, junto con un nutrido conjunto escultórico de gran relevancia.
El ejemplar emeritense, conservado hoy en el Museo Nacional de Arte Romano (MNAR), permite apreciar con mayor detalle la desnudez de esta diosa cuya calidad artística es notable. Justamente esta casa suburbana ha permitido documentar los espacios ajardinados, en los que cobra especial importancia el agua. Un complejo termal con pavimentos de mosaico, un aljibe cubierto para almacenar agua y la fuente central de uno de los peristilos, dan cuenta de la relevancia del líquido elemento. Se trata en suma de una deidad acuática, como ya indicamos, y un tipo de representación omnipresente en jardines y complejos termales. Símbolo imperecedero de belleza que parece mostrar, no sin cierto pudor, su desnudez al espectador y que nos devuelve a los cánones de belleza más clásica.
FUENTE: EL CRONISTA