POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Era el día 24 de junio del año 1941, cuando llegó, a Ulea D. José Muñoz Martínez para hacerse cargo de la Parroquia de San Bartolomé, de Ulea, en sustitución de D. Pedro Martínez Gil, antecesor en el cargo.
Sí, un «hombretón», nacido en Algezares, llegó a Ulea en unos tiempos de «hambruna y desconcierto». Nada más llegar,»se arremangó la sotana» y se puso mano a la obra; con el fin de compartir con los uleanos todas sus vicisitudes.
Trabajó con los niños de Ulea, al alimón con los maestros D. Víctor Martínez del Castillo, D. Domingo Susarte y D. Bienvenido Campoy; participando con ellos en eventos deportivos, culturales y religiosos, a pesar de las pequeñas discrepancias de alguno de ellos, sobre todo, en materia religiosa.
Debido a mi corta edad, tuve el privilegio de conocer de cerca a nuestro nuevo Cura, al ser junto a Ángel del Pío, Mariano «el Sierra» y Blas Carrillo Hita, monaguillo de D. José Muñoz. Sí, aunque vivía en la cueva de Verdelena, con mis abuelos, todos los domingos y festivos venía al pueblo y, junto a mis padres, acudía a los actos religiosos de los días festivos: misas, horas santas, Eucaristías, novenarios, etcétera. Mis abuelos, mayores, quedaban en la vivienda de «los tollos», esperando mi regreso antes del anochecer.
Por tal motivo, tuve la posibilidad de ayudar y compartir, dentro de mis posibilidades, con el nuevo Cura, en cuantos eventos se significó de forma decidida. Se empleó a fondo en la consecución del terreno del Conde Heredia Spínola, en el paraje de «la glorieta», en donde se construyó un campo de fútbol, en el año 1944, siendo alcalde de Ulea D. Luís García Fernández. Al acto inaugural, el día 8 de octubre de 1944, acudió «con las fuerzas vivas del pueblo» y una ingente multitud de uleanos y forasteros, procediendo a la bendición de dicho terreno de juego, en el que hizo el saque de honor la madrina Lucecica Tomás Valiente. Por fin, decía él, «por fin tenemos un campo de fútbol en donde se entrenarán y jugarán todos los uleanos»; a lo que añadía: «y yo también». Sí, verdaderamente era un enamorado del deporte y, como siempre llevaba puesta la sotana, se la «arremangaba» y se ponía a jugar con nosotros. Al principio jugaba, con su sombrero clerical pero, cuando se le cayó varias veces, se lo quitaba y, se lo volvía a poner al acabar el partidillo. Entonces me enteré que los curas llevaban pantalones: hasta esos momentos estaba en la inopia.
En unión de los maestros antes citados, introdujo el divertimento de «la voladura de birlochas» y allí en cualquier explanada del pueblo, se veían cometas coleando, manejadas por los uleanos- mayores y pequeños- tirando de unos hilos conductores y, al albur del aire reinante.
Trabajó de forma incesante con las fuerzas vivas del pueblo, con la finalidad de conseguir subvenciones para paliar el paro obrero. La culminación de su gran labor llegó tras varios años, con la construcción de un Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, que se erigió en el montículo situado al norte del campanario de la Iglesia, el día 22 de junio del año 1947, siendo bendecido por el Prelado Diocesano D. Miguel de los Santos y Díaz de Gomara.
No todo fueron alegrías ya que, una noche, del año 1947, de forma inesperada, se derrumbó, en bloque, la primera bóveda del techo de la Iglesia. Afortunadamente, era de noche y no hubo que lamentar desgracias personales, pero ese inmenso montón de escombros, dejó bloqueado el Altar Mayor por lo que durante más de un año, tuvo que oficiar los ritos eclesiales, en la Capilla de la Purísima. En efecto, al ser monaguillo, en dicha época, tuve la ocasión de verle llorar. Sí, muchas veces, al entrar a la Iglesia, se colocaba debajo del coro junto a la Pila Bautismal y, mirando hacia el Altar, por encima de los escombros, se le saltaban las lágrimas.
Sí, el Cura D. José, el que se arremangaba y derrochaba energías, era un hombre sensible y muy cercano a todos los uleanos.